Albertina y los muertos (2022): la matriarca que sobrepasa los límites de lo real
Como salida de un cuento de García Márquez, la historia de Albertina —la anciana protagonista del documental “Albertina y los Muertos” (2022, César Borie)— tiene todos los ingredientes del realismo mágico que habitaba en las fantasías del escritor colombiano pero, en el norte de Chile.
San Miguel es un pueblo construido sobre tumbas indígenas y Albertina es su líder espiritual. Ella es la encargada de comunicarse con el Ño, una deidad cuya forma física es un muñeco de trapo, al que los habitantes veneran en la semana del carnaval. Al ser la única que se comunica con el Ño, la anciana organiza los preparativos y rituales en su honor con la ayuda de su familia y vecinos.
Con esta premisa, César Borie capta la atención de cualquiera, un documental que parece más una película de misterio. En diversas entrevistas, el personaje principal va contando la historia de su vida, llena de magia, de una gran vulnerabilidad y un discurso de empoderamiento digno de cualquier mujer que se sabe líder. Mientras Albertina entrega su experiencia personal con esta entidad mágica, el Ño, sus hijas, nietos y vecinos van contando cómo es el vivir y presenciar esta tradición, y a la vez reflexionar sobre sus propias creencias, y la fe en lo que su querida matriarca les ha contado por años.
Sin embargo, ante la vejez de la protagonista se esconde la incertidumbre sobre qué va a pasar con todo esto al momento en que muera.
“Albertina y los muertos” mantiene una constante intriga, desde principio a fin el espectador está obteniendo nuevos conocimientos sobre una subcultura con tintes de misticismo en pleno 2018, cómo se enfrentan a la modernidad las tradiciones provenientes de pueblos indígenas, y sobre todo si es que van a perdurar cuando su mayor conocedora deje de existir. En este sentido, la obra de Borie es el digno ejemplo del carácter etnográfico que se le atribuye al género, con excelentes tomas y un buen provecho del potencial de belleza y atractivo que es un carnaval.
Asimismo, lo es la carga emocional que tiene la historia, no son solo objetos de estudio, son una intrincada red de vecinos, amigas y amigos, y familia, que en una semana logran coordinarse y unirse en torno a las instrucciones de Albertina; si bien pueden tener dudas o certezas de sus “poderes”, nadie le critica o contradice, su palabra es la ley.
Llega a ser curioso el cómo o cuándo el director y la guionista, Melisa Miranda, llegaron a una historia tan original e increíble. Es un hecho que antes del realismo mágico de Gabriel García Márquez, en San Miguel ya se celebraba al Ño.
Muchas veces se critica a la industria del cine chileno por ser aburrida, por tratar siempre los mismos temas. Bueno, este caso es el contrario a dichos prejuicios, y así como “Albertina y los Muertos” (2022), hay un sinfín de producciones nacionales que han pasado inadvertidas por el público. Cuando se compara a la situación del cine en nuestro país con aquellos de grandes estudios —como Hollywood, el cine europeo, e incluso en Argentina— se olvida una de las bases sobre la economía y el crecimiento de las empresas. A mayor demanda, más variada y mejor será la oferta. Si queremos ser cautivados y alzar la creatividad de los y las cineastas del país, deberíamos consumir más de sus trabajos, mostrar que son un negocio al que vale la pena financiar. Un buen inicio es ver “Albertina y los muertos”, darse cuenta de que las historias de fantasía contadas por otros, son una realidad en Chile.
La película está disponible en la plataforma de streaming nacional OndaMedia.