Alfredo Pourailly: “Cuando uno nace y vive en un lugar se ajusta a la realidad que uno tiene”
- El realizador obtuvo el premio a Mejor Película Nacional en la 20º edición de SANFIC.
“La fabulosa máquina de cosechar oro” (2024) es el documental y primer largometraje de Alfredo Pourailly, quien tardó más de tres años, con pandemia incluida, en realizarlo. Viajando casi al fin del mundo, el director retrata la vida de Toto Gessell Diaz, uno de los últimos pirquineros de oro en Tierra del Fuego, y la relación con su hijo Jorge, joven que busca crear una máquina de extracción de oro para facilitarle el trabajo a su padre, ya que las extremas condiciones de su trabajo y la zona le han afectado a su salud, y de seguir corre el riesgo de morir con tan solo sesenta años.
Con tomas del sublime paisaje, la complicada y divertida relación de padre e hijo, se va construyendo poco a poco el suspenso de saber si el fabuloso invento llegará a concretarse, sobre todo para que Toto logré verla funcionar y hacer uso de ella.
Con dicha premisa, es que Pourailly se hizo merecedor del premio a Mejor Película Nacional en la 20° versión de SANFIC. Conversamos con el director de la cinta, quien profundizó en las distintas capas que rodean su cinta.
– La primera pregunta, casi que obligatoria, es ¿qué se siente haber ganado la competencia nacional en Sanfic? teniendo en cuenta que es uno de los festivales de cine más importantes de Chile.
“Ha sido un tremendo reconocimiento para todo el trabajo que hemos desarrollado durante estos años. SANFIC es uno de los festivales más importantes, tanto en Chile como a nivel latinoamericano. Saber que la historia que queríamos contar es entendida de la forma que la imaginamos es el mayor premio, que la gente se emociona, se ríe y se siente identificada con la historia de Toto y Jorge”.
– Tras ver la película, una duda que surge es cómo llegas a conocer a Toto, teniendo presente lo lejano y dificultoso que es ir a la isla donde vive.
“Bueno, llevo varios años trabajando en la zona de Tierra del Fuego. La idea de hacer un documental sobre la isla fue hace casi 12 años, y empecé a documentar la vida de otras personas que vivían al sur, que por circunstancias de la vida tuvieron que dejar la isla y, por ende, no pude seguir grabando con ellos. En 2015 conocí a Toto, lo vi en una revista de Sernatur (Servicio Nacional de Turismo de Chile) realizando su trabajo de pirquinero y me pareció una imagen super atractiva e interesante.
Fue así como me acerqué a él; le propuse poder grabarlo y ya en 2018 es cuando me entero de que su hijo Jorge le está empezando a construir una máquina; es el momento clave en el que nos damos cuenta de que en la historia de ellos hay oro en bruto, que permite plantear un arco narrativo, la construcción de un proyecto y cómo la relación de estas personas se desarrolla en este proceso”.
– Siguiendo con el proceso de realización, ¿pensaste en algún momento que no podrías terminar el documental?, puesto que, si bien el paisaje es hermoso, se nota el clima y las condiciones son un poco inhóspitas.
“Efectivamente, en algunos momentos del proceso de realización del documental nos planteamos la posibilidad que la máquina no se terminase; más que no terminar el documental, era que la historia que pensábamos contar –que era la construcción de una máquina y, por ende, la culminación de su construcción– por diversas circunstancias nos planteamos si acaso los protagonistas iban a poder terminar su proyecto. Esa quizás fue una de las mayores dificultades que tuvimos: la incertidumbre de qué iba a suceder y cómo íbamos a plasmar esa realidad.
Además de notar lo extremo del clima y las condiciones naturales, en sí es notoria la distancia entre la ciudad y la isla en la que viven los protagonistas, desde el mismo hecho de que el trabajo de Toto sea un oficio casi “extinto” a los esfuerzos de su hijo por conseguir el material de construcción para la máquina”.
– En la historia vemos las consecuencias de la centralización y cómo afectan a los habitantes en cuanto a su calidad de vida, abastecimiento y conectividad, ¿cómo crees que esto afecta emocionalmente a los y las habitantes?
“Personalmente, no veo mucho los efectos de la centralización; pero reflexionando en torno a esto, los protagonistas al final son personas nacidas y criadas en ese lugar, no creo que lo ven como lo haría un santiaguino o alguien de otro lado, que ve su realidad con más dificultades de las que ellos notan. Al final, tienen su mundo, son felices y van haciendo las cosas según pueden, como cada persona en cada lugar del mundo. Eso es determinante; cuando uno nace y vive en un lugar se ajusta a la realidad que uno tiene.
Obviamente también es claro y evidente que Toto se va haciendo mayor y que su hijo lo quiere ayudar porque tiene un trabajo complicado, de mucho esfuerzo físico, lo que viene a ser la mayor dificultad; más que construir la máquina, es el cómo afrontar la salud y la realidad laboral del padre. Eso es lo bonito de la historia.
El documental tiene un gran atractivo visual; cómo retrata la extracción de oro artesanal, es lo más cercano que se puede ver a la labor de un alquimista. Enfrentándose a olas de frío en una especie de choza construida con restos de materiales, sin un sistema de calefacción más que una salamandra, en completa soledad, y arriesgando su salud, Toto transforma un montón de arenilla en un hermoso polvo dorado, uno de los minerales más preciados en el mundo”.
– Además de la falta de jubilación como motivo de Toto para seguir trabajando, él no concibe su vida sin la extracción del oro, ¿por qué crees que se da la necesidad de ser siempre productivo, y no aceptar que ya puede tener tiempo para descansar, sobre todo cuando su salud se lo exige?
“Creo que Toto es una persona muy trabajadora que, al hacerlo toda su vida, no la concibe sin trabajar. Si es que no puede acceder a una jubilación que le permita dejar de trabajar al 100%, tiene que seguir realizando la labor que sabe hacer y que ha hecho toda su vida: sacar oro. Por otro lado, me imagino –y esto es interpretación mía– que él en la mina, en su rancho, trabajando de forma solitaria, encuentra una sensación de libertad que no encuentra en otro lado. Renunciar a eso debe ser muy difícil”.
– Como lo narra la historia, la extracción artesanal del oro es casi un oficio extinto, ¿cómo crees que debería valorarse el trabajo del protagonista?
“El trabajo de Toto, específicamente en el contexto de Tierra del Fuego, es de un carácter casi patrimonial. En Tierra del Fuego, la figura de los pirquineros, los buscadores de oro, es relevante. Existió una fiebre del oro que significó diversos acontecimientos en la isla, es algo muy relevante para la historia de Porvenir y la isla en general. En ese sentido es una figura relevante en cuanto a historia y patrimonio cultural de la región, me parecía importante poder documentarla. De tal forma que su labor pudiese quedar registrada para futuras generaciones lo conozcan, como dice en la película “como trabajan los antiguos.
Aunque el oro es el objeto eje del documental, poco a poco la relación de Toto con su hijo, Jorge, va adoptando el protagonismo, y planteando el suspenso de saber si es que logra terminar la máquina, que en sí es la promesa de darle una mejor vida y vejez a su padre, sin quitarle su pasión que es sacar oro”.
– ¿Sientes que la realización del documental tuvo un impacto en la relación padre-hijo?
“Estuvimos en Porvenir, en Punta Arenas, en Valparaíso y ahora en Santiago, y es evidente que se emocionan al verse en la pantalla y ver cómo las personas se emocionan con su historia, y cómo la valoran. Todo este proyecto -de la máquina, por un lado, y del documental por el otro- les está haciendo tener muchísimos momentos y recuerdos que, para la vida de ellos, son bonitos al final. La vida la vamos construyendo ahí en base a experiencias y vivencias que se transforman en recuerdos, así que todas las experiencias que ahora han tenido son importantes para el vínculo padre-hijo que se ve en la película”.
– Si bien La Fabulosa Máquina de Cosechar Oro ha tenido bastante reconocimiento internacional, y de la crítica nacional, ¿qué esperas de la visión del público? ¿Hay un aspecto que te gustaría recalcar para los/as espectadores?
“Lo que me gustaría que sucediese con la película es que las personas se emocionen, disfruten, que se rían, lloren y se sientan identificados con la historia de Toto, y de Jorge, y ante todo que se sientan inspirados. Es un relato que tiene muchas capas y lecturas, pero una que me gusta recalcar es la forma en que ellos afrontan la vida; a pesar de las dificultades que puedan ir surgiendo, si uno se lo propone, puede cumplir sus sueños al final. La película lo muestra de una forma increíble, obviamente, con un joven de Tierra del Fuego, de Porvenir, que decide construir este proyecto increíble sin ser un ingeniero ni tener estudios de ingeniería, solo la determinación de ayudar a su padre”.
“La fabulosa máquina de cosechar oro” se mantiene en cartelera. Puedes revisar en la web de Miradoc.