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| 18/09/2024 | Actualizado 7:34 pm
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Alien

“Alien: Romulus” (2024): El regreso del monstruo

Parte precuela, parte secuela y parte soft-reboot; “Alien: Romulus” (2024) es muchas cosas y sus objetivos son diferentes para cada caso. Por un lado, intentar unificar tres películas distintas (“Alien” de 1979, “Alien: El Regreso” de 1986 y “Alien: Covenant” de 2017). Por otro, quiere reciclar conceptos para acercar la franquicia a un público más joven (no es de extrañar la elección de un elenco cuasi desconocido donde ninguno pasa de los 30 años). Luego, quiere revitalizar una franquicia, al menos, en el plano cinematográfico después de dos entregas con resultados mixtos. Además, es la entrada en factor de un nuevo director, con nuevas ideas y estilos, después del cuestionable paso de Ridley Scott por una serie de precuelas de raigambre filosófica y existencial. “Romulus” no es un borrón y cuenta nueva, pero si es un cierto “reinicio” suave y conservador.

Rain (Cailee Spaeny) y su “hermano” androide Andy (David Jonsson) sueñan con escapar de su terrible vida en una colonia minera donde son explotados a diario por la siniestra corporación Weyland-Yutani. Casi desesperados, deciden emprender una peligrosa expedición junto a otro grupo de jóvenes en una estación espacial abandonada, descubriendo una criatura violenta y maligna, el viejo xenomorfo y sus huestes. Su misión se convierte en una lucha por la supervivencia y una huida entre el terror y la muerte que impregnan las paredes de la estación Romulus.

Hasta acá no es diferente a las anteriores películas; hay un grupo que se encuentra con el peligro; este los ataca y las personas que integran el grupo deben acabar o huir del monstruo, mientras pasan por un entorno que se va tornando más claustrofóbico y oscuro, a medida que sus compañeros van siendo asesinados. Como soft-reboot, invita poco a los riesgos temáticos, aunque su estilística sea diferente; es generalmente conservadora y se recupera (o posterga) ese espíritu presente en las películas del 79 y el 86.

Para empezar, se amalgaman elementos temáticos de toda la saga: está la figura del cazador solitario de la Alien original; los múltiples Aliens que invitan a la huida desesperada y la confrontación directa de “Alien: El Regreso” (1986); los protagonistas materialmente pobres e indefensos de “Alien 3” (1992); y los monstruos híbridos, completas nuevas formas del xenomorfo de “Alien: Resurrección” (1997), “Prometheus” (2012) y “Alien: Covenant” (2017). Por ende, la película intercala y se estructura en diferentes conceptos, uniendo la indefensión de Ridley Scott y la acción de James Cameron. En un momento, los personajes deben correr, en otros esconderse, en otros luchar, en otros debatir si salvar o sacrificar a un compañero, dudar o esperar que la criatura ataque.

Al mismo tiempo, la cinta de Fede Álvarez se encarga de tomar ciertas distancias: la tensión de lo desconocido, de una criatura recién descubierta cuya naturaleza resulta extraña y oscura, es reemplazada por la agitación de la superviviente. Es de suma conocida la trivia que dice que el alien aparece poco y nada en la cinta original de Ridley Scott. Su figura es elusiva; nunca tenemos un plano completo de su cuerpo y movimientos, sino que siempre se nos aparece en fragmentos: la cola, la mandíbula, las manos y piernas, arrastrándose con sutileza por los conductos y tuberías de la Nostromo. La naturaleza que tiene es extraña y oscura; sus orígenes inciertos. Su ausencia provoca el pavor del encuentro inesperado y su aparición, siempre sorpresiva, certifica la muerte.

Pero, “Alien: Romulus” llega con cinco películas entre medio, múltiples comics y videojuegos. Ya conocemos al monstruo, incluso, hemos explorado una serie de mitologías que intentan configurar su nacimiento en “Prometheus” (2012) y “Alien: Covenant” (2017); lo desconocido pasa por otras cuestiones y es que, entendiendo su amplia capacidad para matar, no queda otra que correr y forzar los límites de lo soportable para sobrevivir. No vemos asesinatos silenciosos, sino espectaculares; la bestia anuncia todas sus intenciones y sabe, tan bien como nosotros, que sus víctimas tienen pocas posibilidades de hacerle frente. Su cuerpo ya no es un secreto, ni siquiera sus técnicas. Sus orígenes, más mal que bien, han quedado establecidos ¿Qué debemos temer entonces?

Por ello, no es extraño dar cuenta de ciertos procedimientos. La película cimenta gran parte de la tensión en las huidas por pasillos lóbregos, encuadrados en grandes planos de ángulo abierto, mientras la cámara tracciona hacia atrás a toda velocidad. O detenciones en puertas cerradas y atascadas, construidas de la misma forma en cada secuencia: por medio de montajes paralelos entre los esfuerzos de los sobrevivientes y los distintos xenomorfos aproximándose desde la oscuridad. Pues la estación Romulus, es un entorno mucho más tenebroso que la Nostromo o la colonia de LV-426 de “Alien: El Regreso”. Sus sombras son más duras y prominentes, entremezclada con los violentos destellos de neón de luces azules, rojas y marrones. Una manifestación del peligro al que están sometidos los personajes, pero también de la fascinación y el horror que despierta el espacio y el monstruo.

Al Alien se le describe como un organismo perfecto: no necesita comer ni respirar y hasta su sangre se convierte en un arma letal contra sus oponentes. La humanidad no puede enfrentársele; en esta batalla biológica ha perdido y los esfuerzos de la Weyland-Yutani, tal y como nos confiesa cierto personaje, parecen dedicarse a dar ese salto evolutivo que tanta falta hace. Pero vaya por donde, todas las soluciones son horribles y el nuevo monstruo que se erige de ellas es aún más profano y grotesco que todos los mostrados en la franquicia. Y por un momento, volvemos a esa sensación que nos evocaba el primer encuentro con el monstruo, cuando no podíamos siquiera nombrarlo; a lo que la saga Alien tenía por “esencia”; a costa de retroceder y aprovechar el confort que nos trae lo conocido, paradójicamente, en aquello que nunca deberíamos intentar entender.

“Alien: Romulus” (2024) dirigida por Fede Álvarez se encuentra disponible en salas de cine desde el 15 de agosto.

¡Revisa el tráiler de “Alien: Romulus”!

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