
Andrés Nazarala, director de «Los Años Salvajes”: “Es un homenaje a la fantasía del cine, la música y la melancolía”
Andrés Nazarala es un escritor, director, periodista y crítico de cine. Ha escrito libros como “Última Función”, “Hotel Tandil”, entre otros. La música, la melancolía y Valparaíso están muy presentes en sus obras. Su primer largometraje, “Debut” (2009), es una película de clasificación B que nos da un pequeño presagio de lo que sería y será su línea editorial.
“Los Años Salvajes”, protagonizada por Daniel Antivilo, es su segundo largometraje, donde nos presenta la decadente, pero tierna historia de lo que podrían ser los últimos años del famoso cantautor de la nueva ola: Ricky Palace. Resulta ser una película que logra reflexionar sobre el glamour olvidado de las calles y artistas porteños.
Con un trabajo sonoro y artístico destacable, la película tuvo su estreno mundial en el 31° Festival Internacional de Cine de Valdivia y tuvo su participación en la Selección Oficial del 6° Festival de cine Nacional de Ñuble, donde el actor Daniel Antivilo ganó el reconocimiento especial a Mejor Actor. En Bitácora de Cine tuvimos la oportunidad de conversar con el director en el marco del festival ñublense, esto fue lo que nos contó.
– En la película la ciudad de Valparaíso toma un papel protagónico, ¿De dónde nace esta idea de retratar la vida porteña de esta manera?
“Yo soy oriundo de Valparaíso, pasé toda mi infancia y gran parte de mi adolescencia, pero hace varios años que ya no vivo ahí, quizás más de lo que efectivamente lo hice. Pero es el sentido de pertenencia que me entrega esa ciudad lo que me hace volver de manera muchas veces inconsciente, en parte por los recuerdos de la infancia pero sobre todo por las memorias heredadas, en especial de mi padre, que vivió la ciudad en su máximo esplendor en los sesenta, fueron los que alimentaron este retrato.
Gracias a todas esas historias que siempre escuché y busqué, fui descubriendo que Valparaíso al ser puerto también fue la entrada del rock and roll a Chile, los marineros norteamericanos traían discos y según las crónicas de la época de estas mismas personas que alimentan el retrato, la ciudad lo asimiló muy rápido, se veía gente bailando esta nueva música en las plazas, incluso mucho antes que en otras partes del país.
Mi interés por la música también me motivó mucho a retratar un poco estas historias del puerto como un lugar de influencias foráneas. De esta forma es que se fue configurando esta película, en algún momento estuvo la posibilidad de grabar en otras ciudades, pero siento que la historia no se podía pensar en otro lugar. A Valparaíso lo concibo como un familiar enfermo, que por más que uno sepa que está mal, siempre existirá esa compasión hacia lo que fue y ese aferrarse al que no nos deje nunca”.
– ¿Cómo fue la construcción de los personajes?, sobre todo los nombres, algo tan clásico de nuestro país que es traducir un nombre al inglés y convertirlo en nombre artístico.
“La idea nació por el 2002, una noche en la que estaba en un bar llamado Hollywood en la calle Chacabuco, uno de estos bares históricos del puerto. Al final del lugar había un gran mural con fotos del pasado que llamaron mi atención, sobre todo por el glamour bohemio de esa época. Esas fotos pasadas de mujeres con grandes abrigos de piel viendo bandas olvidadas, me hicieron querer retratar a esos personajes, pero en este presente mucho menos glamuroso.
Los nombres de los personajes realmente fueron algo más sencillo, ya que no era algo solamente chileno esta idea de traducir los nombres originales al inglés para su nombre artístico era una tendencia muy latinoamericana por la explotación estadounidense del rock, y claro suena algo burlesco, pero se daba mucho en la ola del rock de los sesenta.
El personaje de Ricky Palace surge también de mi melomanía. Siempre me ha llamado la atención descubrir a estos personajes olvidados de la nueva ola, que, ya sea por la dictadura o por razones como el orgullo, terminaron sus carreras o vidas en la soledad y la melancolía del pasado, aferrados a sus convicciones y a sus formas de hacer las cosas.
Valparaíso fue un albergue para muchos de estos personajes y en la película también se hacen muchos guiños a ellos, como la estatua del Negro Farias, bolerista porteño que murió en la soledad del alcohol en su puerto o la canción “Volverás con el Sol” Karl Martin, para mí la mejor canción de la nueva ola. Entonces poder generar una historia para recordar a estos personajes era un poco la idea. Ricky Palace es la encarnación de varios, sobre todo por sus sonidos rockeros, medios sucios pero melancólicos”.
-¿Cómo fue el trabajo de composición y de elección de las canciones, ya que todas las canciones son originales, de dónde nacen y junto a quién las produjiste?
“Bueno, las canciones fueron compuestas e interpretadas por Sebastián Orellana, un músico de Concepción radicado hace algunos años en España. Fue bastante especial, ya que todo nació de una forma muy espontánea. En los primeros momentos creativos de la película conocí a la banda “Big Rabia” en la que participaba Sebastián, automáticamente me cautivó y supe que tenía que trabajar con ellos para este proyecto.
Eso fue en un momento muy primario, por lo que luego de varios años cuando se dio la oportunidad de inmediato me puse en contacto con él, que en ese momento ya estaba viviendo en España en la pandemia, por lo que toda la creación de los temas fue principalmente basándonos en el guion que, gracias al ingenio musical de Sebastián funcionó de maravilla.
Fue súper emocionante ver cómo pudo descifrar y retratar muy bien lo que yo estaba buscando, y me parece uno de los puntos más altos de la película. Siempre quise que fueran canciones originales, por lo que estamos en averiguaciones de ver qué se puede hacer con este bello soundtrack más allá de solo mostrarse en pantalla”.
-El periodismo se ve muy presente en la película, la importancia que puede tener la bajada de una noticia y lo poco relevante que es la persona que lo escribe, ¿Cuál fue tu motivación de agregar a los medios dentro de la historia y hacerlos parte de la decadencia de sus personajes?
“La verdad todo nace porque Paula Boente (co-guionista) y yo somos periodistas, y ambos trabajamos en prensa escrita. Es una película que muestra un mundo en extinción: desde los cantantes bohemios y la relación con la tecnología obsoleta hasta los bares vacíos. Se retratan las cosas en declive y, bueno, el periodismo, sobre todo el escrito, tiene mucho de eso.
En algún momento conviví con periodistas de hípica, que también es una labor muy extinta, sobre todo por esta personalidad de reportear las apuestas y la extrañeza detrás de la profesión y de ahí es donde nace el personaje de Eugenio Tapia, representado por Daniel Muñoz, que vive un poco en este mundo medio muerto, donde todo lo que hace es un poco «chanta» y él lo sabe.
Este personaje fue muy interesante, porque Daniel se comprometió mucho, él conocía un par de periodistas de hípica, entonces muchas partes del personaje como no cambiarse la ropa, algunas posturas y esta sensación de suciedad, fueron decisiones suyas y lograron que se representara de una manera muy precisa.
Me parece que “Los Años Salvajes” es una película sobre la muerte, sobre la buena muerte o sobre cómo morirse de alguna forma. Ese error periodístico me parece muy interesante de explorar, saber qué pasa con el ego del artista ¿Qué pasa a nivel existencial cuando se enfrenta la posibilidad real y latente de su propia muerte? El artista tiene su noción del pasado, pero también del futuro, pero ahora que sabe que a nadie le importó su muerte, ¿qué pasará con él?”
-¿Cómo fue el trabajo del arte dentro de la película? El desarrollo y personalidad de los personajes a través de sus vestimentas y escenarios se vuelve muy potente…
“Siento que hay una tendencia en el cine chileno actual a trabajar en código más realista, lo que me parece muy bien, hay como una especie de compromiso ético con la forma en que se retratan las distintas realidades chilenas, pero en esta película no quería que tuvieran un sustento realista, me gusta pensar en el cine como una realidad paralela.
Quería que se pudiera ver el truco del artificio cinematográfico, claro, se pueden ver muchas referencias a la realidad, pero realmente a mí me gusta ver que en una película pasen cosas que solo pasan en el cine, una especie de fantasía paralela. Me interesaba que a pesar de todo eso, pudiese ser capaz de representar o de reflejar algo del espíritu de la ciudad de Valparaíso, y me atrevería a decir como el espíritu de los puertos en general.
Pero las decisiones artísticas también fueron un poco por ahí, con la idea de ficcionar a lo máximo y representar a los personajes a través de su arte, porque es una puesta en escena muy teatral, los planos, las vestimentas, todo. Revisamos referencias de distintos estilos de imágenes, con las que nos fuimos nutriendo, así que fue un trabajo muy delicado y activo tanto en el arte como en la fotografía.
Sobre todo en las vestimentas de los personajes, ya que existe mucho cine en que se retrata la marginalidad y la pobreza de una forma muy oscura, pero me interesaba que la pobreza de Ricky tuviese esa dignidad del glamour rockanrolero antiguo. Aunque todo estuviese muy mal, no iban a descuidar su vestimenta, su estilo, su encendedor zippo y chaquetas de cuero.
Me interesaba mucho el glamour un poco melancólico de los otros tiempos, que a pesar de las adversidades se mantiene. Me parece que eso también es algo que le pasa al mismo Valparaíso, es una ciudad que se está cayendo a pedazos, pero que todavía lleva su vestimenta de rock and roll, sin perder ese glamour medio decadente”.
-¿Cómo ha sido la experiencia del equipo en el circuito de festivales, especialmente en Ñuble, y qué importancia ves en el rol de los festivales regionales para el cine chileno?
“Ha sido una experiencia intensa e interesante. Estrenamos en Valdivia con una gran acogida y creo que lo mejor han sido las conversaciones posteriores, ya sea en conversatorios o en encuentros más informales que le dan mucho más sentido a la película. Poder escuchar las lecturas de los públicos es muy interesante.
Ñuble, en particular, ha sido muy acogedor, con una sensación de familia e intimidad que no siempre se encuentra en otros festivales más grandes, donde el foco está en lo aparatoso y la alfombra roja. Estos festivales regionales son fundamentales, porque van más allá de las películas, fomentan las conexiones con el público, entre los cineastas, también todas las actividades en paralelo a las funciones logran enriquecer la experiencia.
Y bueno, sobre la película, invito a todas y todos a verla, es una comedia dramática con mucho rock and roll, humor, emociones, referencias visuales y cinematográficas. Es un homenaje a la fantasía del cine, la música y la melancolía decadente que espero el público disfrute”.
“Los Años Salvajes” cuenta con la destacada participación de actores como José Soza, Nathalia Galgani, Daniel Muñoz entre otros. La película tendrá su estreno en salas en abril del 2025 y será presentada el próximo viernes 24 de enero como película inaugural de la versión número 17 del Festival de Cine Chileno FECICH.