Antonella Estévez y Cynthia García adelantan el 11° FEMCINE: “Nos gusta la idea de pensar la programación como un lugar para acobijarse”
Desde mañana y hasta el domingo 28 de marzo, la plataforma FestHome será la sede de la 11ª edición del Festival Cine de Mujeres (FEMCINE), un espacio fundamental y necesario para la exhibición de cine hecho por mujeres en el mundo, el desarrollo de proyectos y el diálogo en torno al género y el audiovisual en Chile. Debido al distanciamiento físico —pero no necesariamente social—, la presente edición será realizada de manera íntegramente online. Esto no es algo nuevo para el equipo de FEMCINE; ante el brote de COVID-19 que comenzó en nuestro país el año pasado, el Festival Cine de Mujeres fue uno de los primeros en adaptarse a un formato virtual. “La concepción de ambas versiones, si bien fueron online, fueron muy diferentes”, comenta Cynthia García, directora de programación de FEMCINE. “En la edición del año pasado adaptamos un festival que iba a ser presencial a un formato online. Este año, es un festival online que fue concebido como tal. Por lo mismo, tuvimos muchas cosas en cuenta en relación a la primera experiencia el año pasado: cosas que aprendimos, dinámicas diferentes, logísticas distintas; sobre todo la forma de llegar a la gente”. Antonella Estévez, directora del festival, complementa esto asegurando que “hay un esfuerzo muy consciente para diferenciar a un festival de una plataforma y que no se sienta como un ‘Netflix de mujeres’. Por un lado, hay un ejercicio de programación tremendo —que hace Cynthia, especialmente— de tener películas que no están en otro lado, que vienen de festivales importantes, que sólo se van a ver en FEMCINE. Lo otro, está todo el esfuerzo que ponemos en actividades de formación y de encuentros que en el espacio virtual se han potenciado, al mismo tiempo que es un desafío”.
¿Cómo ha sido el proceso de adaptar el festival al formato online, por segundo año consecutivo?
A. E: Nos hemos agotado de vernos así. A estas alturas, ¡no me des más cuadraditos en pantalla! (risas). Menos mal que cuando hicimos el festival el año pasado en agosto todavía estábamos en pleno invierno y había mucho interés. Este año va a ser bien difícil; ya llevamos más de un año encerrados y no sé si la gente quiere seguir enganchándose para escuchar un seminario, para escuchar una charla, para participar de un taller, etc. Hasta ahora, hemos tenido una muy buena recepción con la convocatoria que hemos estado haciendo y, claro, le hace ver el lado más luminoso. Esta idea de cine que reune —que es nuestro llamado este año— busca un poco eso. Obviamente nos echamos de menos. ¡A Cynthia no la abrazo hace más de un año! Nosotras no nos hemos visto presencialmente y es muy difícil. Estamos todos súper sensibles, súper enojados, y asustados. ¡Por sobre todo estamos asustados! Nos gusta la idea de pensar la programación del festival como un lugar para acobijarse, un lugar para sentirse menos solos, menos solas, para pensarnos, para acompañarnos y, por ende, para reunirnos.
¿Qué ventajas les ha traído este formato?
A. E: Por un lado, permite tener en el festival a gente que, territorialmente, sería muy difícil traer por una semana al evento. Por otro lado, se cumple el sueño que FEMCINE ha tenido desde el inicio: poder llegar a todo Chile. Siempre quisimos tener un FEMCINE itinerante. Creemos que uno de los sentidos de un festival es la democratización de los contenidos. Somos un festival que está en Santiago y los nueve años anteriores —que fueron netamente presenciales— eso sólo pudo ser accesible a quienes estuvieron en Santiago, y en momentos muy específicos cuando pudimos hacer algunas itinerancias en regiones. Este año y el año anterior hemos podido llegar a todo el país con nuestros contenidos. Eso es súper emocionante; una luz en medio de este camino que es la pandemia.
Hasta donde tengo entendido, el evento virtual está geolocalizado para Chile. Al salir de la presencialidad santiaguina, ¿cómo fue el alcance del festival en esta “nueva normalidad”? ¿FestHome les arroja ese tipo de datos?
A. E: Tuvimos datos duros de regiones. Fue sorprendentemente lindo ver puntos específicos a lo largo del país que nos sorprendieron y nos llevaron a decir “bueno, que lindo que haya ahí espectadores y espectadoras buscando y agradeciendo este tipo de contenidos”.
C. G: Es muy importante lo que menciona Antonella; la posibilidad de llegar a todo el país. Eso antes no se podía hacer. Cuando empezamos a ver los pros y los contra de tener una visión digital, obviamente, la contra es la nula posiblidad del encuentro, la experiencia colectiva que es el cine. Por otro lado, está la posibilidad de llegar a todo un país y que se vean estos contenidos que difícilmente llegarán a las pantallas de Chile. También, el hecho de buscar contenidos que se sientan únicos y exclusivos que no estén circulando en otras plataformas, ¿no? Porque también sucede eso. A veces, vos podés generar una diferencia al tener una exhibición presencial pero cuando estás equiparando que la opción de verla es online, debes tener algo que lo diferencie.
A. E: ¡Y estás compitiendo, además!
C. G: Estás compitiendo, claro, y pensar mucho en eso; son contenidos que van a llegar a todo el país y es interesante tener un equilibrio entre temáticas que son relevantes que nos interesan y, también, poder ver la diversidad de narrativas, lenguajes y temáticas que abordan distintas directoras en el mundo. Este año, puntualmente, tenemos un interés muy grande en exhibir películas de las mujeres en el cine en general; no sólo la mujer directora, sino los equipos femeninos. Por eso también este foco centrado en directoras de fotografía, también seremos parte de SANFIC INDUSTRIA con un encuentro de productoras. Así, las actividades van estimulando la visibilidad de las mujeres en muchos aspectos.
“No existe un cine de mujeres, hay muchos”
Antonella, recientemente comentaste que “no existe un cine de mujeres, hay muchos”. Pensando en la parrilla programática de la presente edición y en el “cine de mujeres” como macrotemática, ¿observan ciertas microtemáticas en común dentro del 11° FEMCINE?
A. E: Tuve que hacer un doctorado para reflexionar respecto si es que existe algo llamado “cine de mujeres”, acabo de publicar un libro que se hace la misma pregunta (risas), y la conclusión que se repite es que el llamado “cine de mujeres” no es un género, como tampoco existe el “cine de hombres”; cuando pensamos en eso empezamos a pensar en un cine testosterónico vinculado con la imagen masculina mandatada por la ideología de género. Si pensamos en un “cine de mujeres” hoy, resulta muy diverso tanto en términos de temática como en términos formales y yo creo que eso es lo más entretenido de hacer FEMCINE: ver que hay muchísimas cosas dando vuelta. Cosas que creo que hoy en día están muy sensibles y que están en la programación son reflexiones respecto a la inmigración, al movimiento; al movimiento social y al movimiento geográfico que hemos estado teniendo como humanidad. Dentro de la sección “Panoramas” que programó Cynthia, hay una de mis favoritas: “A media voz” (Heidi Hassan y Patricia Pérez, 2019), una obra muy contingente con este momento. Narra la historia de dos amigas cubanas que retoman su amistad luego de varias décadas a través de cartas y de videos, y cómo pueden recuperar la intimidad por medio de la distancia.
C. G: Como mencionaba Antonella anteriormente, hay muchas temáticas que atañan a lo que es el “cine de mujeres”; hay muchos intereses. Se puede llegar a pensar que es un cine de denuncia o que sólo aborda temáticas feministas, pero hay una mirada muy amplia sobre el mundo. En ese sentido, nos parecía interesante inaugurar el festival con “Miss Marx” (Susanna Nicchiarelli, 2020), una película muy reciente, que aún no se ha visto en Latinoamérica y ventanas de habla hispana. Es una película que habla sobre el feminismo y, como decimos, algunas trampas en las que caemos algunas feministas en nuestra construcción como mujeres en esta sociedad.
A. E: También, es hacerse cargo del país en que vivimos, ¿no? No estamos en el mismo Chile en el cual hacíamos FEMCINE el 2011. El movimiento feminista ha avanzado de maneras maravillosas y potentes. Nos hace bien reconocer a quienes estuvieron antes —pensando en la protagonista de “Miss Marx”— y también reconocer sus dificultades, tanto en términos personales como en términos contextuales. Todo esto en una película que, verdaderamente, me alucinó. Es un filme de época que tiene una impronta punk notable. Cinematográficamente, es una película muy interesante de ver.
Ya que mencionaron la elección de “Miss Marx” como película inaugural del festival, ¿por qué decidieron programar “Érase una vez en Venezuela” como el filme de clausura?
A. E: Sentimos que hay un gesto político de cerrar con una película venezolana ya que Venezuela en sí es un misterio. Todo el tiempo se está usando conceptualmente Venezuela, de un lado y de otro, pero ¿en qué momento les preguntamos a les venezolanes cómo es su cotidiano? Lo que hace “Érase una vez en Venezuela” (Anabel Rodriguez Ríos, 2020) es mostrarnos un micro-mundo cotidiano y una comunidad muy particular. Esperamos que sea un regalo para los chilenos y chilenas para no quedarnos solamente con el titular, por así decirlo, y, a la vez, el gran regalo que implica para la comunidad venezolana residente en Chile el poder verse un ratito. No me puedo imaginar lo que es el desarraigo. Si de alguna manera el cine puede ayudar a acercar y reunir, creemos que es una oportunidad que hay que aprovechar.
C. G: Estamos ante un cambio de paradigma total y no sólo en Chile. Los movimientos feministas se han sentido mucho más profundos en Latinoamerica, tal vez porque tenemos más cuestiones a resolver en torno a la paridad de género y los derechos de la mujer. Todo esto se ve reflejado en las diferentes áreas, como algo que va llegando a otras cosas. Me impacta este efecto —muy positivo— de lo que sucede en un país y cómo se va replicando en otro y, de pronto, hay una comunidad feminista gigante que está luchando y viviendo lo mismo. Eso se traduce muy bien en el cine y, obviamente, en FEMCINE.
Pensando en la propia historia del festival y en las nuevas narrativas que han llegado al certamen, ¿cómo han observado el avance del movimiento? ¿Ha cambiado radicalmente en comparación a años anteriores?
C. G: Tenemos una competencia de cortometrajes de escuelas de Chile y las nuevas generaciones de directoras poseen este discurso como parte de sus relatos y narrativas. Se están haciendo cambios súper importantes y cada vez se está logrando más consciencia en diferentes áreas de esta falta de equidad que se ha vivido por tantas décadas, los estereotipos de género que se han replicado en el cine, y que ahora podemos, desde otro lugar, comenzar a construir otro tipo de imaginarios.
A. E: Efectivamente, ha cambiado un montón. Cuando partimos el 2011, éramos unas exóticas, básicamente. Incluso, realizadoras mujeres nos decían “que bonito, pero no entendemos por qué están haciendo un festival”. Hoy en día, es súper evidente por qué levantamos un espacio así. En términos de producción, esperamos llegar a una equidad real y que no sea necesario un espacio como FEMCINE. Lo que he visto de manera muy evidente, tanto en entornos de producción como lo que llega a las competencias, es que la actitud de alumnos y alumnas ha cambiado; hay cosas que ahora son impresentables. Eso ha obligado a las escuelas mismas a cambiar y a repensar los roles de género que estaban replicando en sus enseñanzas. Tras movimientos como el #MeToo o el #TimesUp, hay un trabajo potente para desnormalizar la cultura de la violencia, tanto delante como detrás de cámara. Hay un llamado a la reflexión y a la acción de qué historias estamos contando, cómo las estamos contando, y cómo nos tratamos mientras las estamos contando. Eso es muy emocionante. Recién estamos empezando a ver los frutos de todo eso. Todavía los estrenos comandados por mujeres siguen bordeando el 20% a nivel mundial, incluyendo Chile. El 2019, siendo el último año con estrenos “potentes”, de las películas más vistas, las dirigidas por mujeres no llegaban a ocho. Cuando hablamos de cine industrial, todavía estamos muy lejos ¡y eso pasa en cualquier área! Donde hay más plata, hay menos mujeres en el poder; eso es. Tengo mucho entusiasmo para las nuevas generaciones de cineastas; vienen mucho más aguerridas, mucho más formadas, y mucho más seguras; no tuvieron que afrontar lo que vivimos Cynthia y yo al formarnos como periodistas y, posteriormente, al entrar al mundo del cine. Hay un montón de cosas que hoy en día ni siquiera se discuten. En el futuro veremos los resultados de todo eso, todavía estamos en los procesos formativos. Es bonito ver hoy día que muchos festivales, e incluso plataformas de streaming como Qubit.tv o HBOGO tienen secciones de “Directoras mujeres”. ¡Eso hace diez años no existía! Es súper, súper bonito que eso ahora esté sucediendo. Por primera vez en la historia, tenemos dos mujeres nominadas al Oscar a Mejor Dirección —Chloé Zhao por “Nomadland” (2020) y Emerald Fennell por “Promising Young Woman” (2020)— pero aún no tenemos ni cinco mujeres premiadas. Estamos viviendo un cambio cultural importante, pero con FEMCINE nos sentimos llamadas a ir un paso más allá y ahora nos enfocamos en las mujeres en distintos ámbitos de la producción, no solamente la dirección.
La programación de 11° FEMCINE tendrá un acceso liberado para todo el territorio chileno, con un cupo de 400 visionados por cada película. Para acceder a la programación desde la plataforma de exhibición, haz click acá. Los tickets deben ser ocupados dentro de las 48 horas desde el momento en que fue solicitado. Para mayor información respecto a las entradas online, te recomendamos ver el siguiente video: