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31 octubre 2024, 23:37 PM | Actualizado | Chile
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“Caminos cruzados” (2024): Deambular, buscar, conectar

Estambul es una ciudad de gatos. Gatos callejeros que alimentan la identidad del lugar conforme ellos se alimentan de la generosidad de extraños, transacción heterodoxa a prueba de alergia que deriva en una sinergia única. A propósito o no, el realizador sueco de origen georgiano Levan Akin planta a las criaturas protagonistas de su última cinta por las calles de la urbe de Turquía en un espíritu comparable. El asunto de “Caminos cruzados” (2024) es el deambular y vincularse con desconocidos en el proceso, mas no a pesar de las diferencias, sino debido a ellas.

A través de ese prisma le seguimos los pasos a Lia (Mzia Arabuli), una profesora retirada que se ha propuesto cumplir la promesa de reencontrarse con su sobrina perdida, que ya es adulta y ha forjado su propio destino como mujer transgénero, lejos de la desaprobación de su familia. En esta búsqueda se topa con Achi (Lucas Kankava), un disperso jovenzuelo que, ansioso por escapar de casa donde se vive al tres y al cuatro, le asegura conocer el paradero de la chica. De esta forma, ambos cruzan la frontera desde Georgia a Turquía en una aventura agridulce donde también desfilarán Evrim (Deniz Dumanli), una abogada trans decidida a empoderarse en medio de la hostilidad, un par de hermanitos errantes, un compatriota generoso y trabajadoras sexuales varias.

Portentosos no son los ahorros de una profesora, como tampoco es la oferta laboral para un chiquillo de origen humilde y formación irregular, lo que se traduce en un viaje precario, en el que tienen que compartir habitación en una pensión pordiosera y en el que Achi pasa muerto de hambre. Al menos, así se nos presenta la realidad de la gente común y silvestre de este pequeño país euroasiático, siembra que el director viene cultivando desde “And then we danced” (2019), su merecidamente celebrada producción previa, donde el baile georgiano tiene dos caras: perpetúa los más añejos valores patriarcales y ofrece una vía de escape y rebeldía a ellos.

“And then we danced” es una joyita austera que, además de guiar la cámara al ritmo de la domesticidad de la clase obrera de esta cultura exsoviética, cuya existencia, a lo mejor, no pocos desconoceríamos de no ser por el alcance global del cine, tiene las faldas y pantalones bien puestos para meter a un chico homosexual al centro. Sí, ver a dos hombres enamorados en la pantalla grande cada día se vuelve menos tabú, pero si algo nos dejó el acontecido estreno del filme en su país natal es que, en aquellas latitudes, la fobia contra el espectro LQBTIQA+ es tan rampante, que el mundano acto de asistir a la exhibición de una película queer viene con el riesgo de ataque de mano de los libertarios de siempre.

“Caminos cruzados”, con su enfoque social y coraje de posicionar el péndulo en el universo transgénero en el contexto mencionado, es una sucesora coherente que enriquece la personalidad de su realizador. Como suele ocurrir con historias de viajes, se trata más del camino que del destino, y enlistar sus elementos supone un acercamiento inevitable a “Todo sobre mi madre” (1999) de Pedro Almodóvar —el periplo detrás de alguien que ha transicionado, los bajos fondos, la familia elegida, la melancolía—sin embargo, la obra de Akin es de inspiración neorrealista. Visibilizador de marginados, el lente observador de Akin despliega las virtudes de un balance delicado; se aleja de la pornografía de la pobreza y, en cambio, ofrece una mirada tierna que tampoco cae en el paternalismo.

Bajo su dirección, el trío de actores principales se mueve con franqueza y sin la presión de la perfección, habitando sus personajes con modesta ambición, dejándose llevar por el sentir orgánico de una fábula sobre las conexiones humanas en situación de necesidad. Destaca la templanza de Arabuli en los pies de una mujer forjada en el rigor, en conflicto consigo misma mientras batalla por canalizar una culpa acumulada que ella intuye, más al fondo de su esperanza, que es probable que sea demasiado tarde enmendar.

Lia, Achi y Evrim son muy distintos en más de un nivel, pero resulta que el ser dispares es quizás la inesperada instancia para abrirse entre ellos y reconocer sus respectivas vulnerabilidades. El foco aquí está en la nobleza de, primero, aceptarse distintos, luego empatizar con la situación particular del otro y después distinguir que, en esencia, no somos los únicos en busca de afecto, comprensión, ayuda, tal vez solo compañía, o todas las alternativas. No tan opuesto a quien le dedica un suspiro de su vida a un animalito merodeando por ahí.

“Caminos cruzados” de Levan Akin se encuentra disponible en la plataforma de streaming MUBI desde el 30 de agosto.

¡Revisa el trailer de “Caminos cruzados”!

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