Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda y la visibilidad de historias en barrios populares
El cine de Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda (El Pejesapo, Mitómana, Vasnia) aborda temáticas insertas en personajes y barrios de clase baja, dándole un espacio íntimo a una cultura popular raramente tocada en el cine comercial local.
La particularidad de los autores de Il Siciliano, película que se estrenará el 5 de julio a través de Miradoc, es que lo que graban tiene que ver con el contexto en el que se realiza la película. Su lenguaje fílmico se relaciona directamente con la temática, relato y entorno en el cual realizan el filme, lo que permite tanto a los realizadores como al público adentrarse con autenticidad en la atmósfera de las historias que exponen.
A 11 años de la creación de Feciso, Festival internacional de Cine Social que se dedica a reunir realizaciones y acercar las obras con sus autores a distintos barrios, poblaciones y lugares en el que el cine independiente no está comúnmente presente. Adriazola y Sepúlveda abrieron la convocatoria con fecha de cierre el 15 de julio del 2018, para la 21° versión de su festival próximo a realizarse en agosto de este año.
– ¿Qué creen que ha ido cambiando en ustedes al ir haciendo películas con acercamiento a poblaciones y a distintos barrios con escasos recursos en Chile?
Jose Luis Sepúlveda: Más que ir cambiando es un proceso de generar expectativas mucho más honestas con respecto a lo que uno ve dentro de los propios barrios, o dentro del arte que es generado por una elite. Para nosotros nos parecía mucho más interesante mostrar la película a nuestros vecinos más que ir a un cine arte.
– ¿Y cómo es la relación de los vecinos con las películas que ven de ustedes?
J, S: Es interesante eso porque por ejemplo, hay un cortometraje que la Carolina dirigió, y que yo participaba en él que se llamaba Vasnia, y fue hecha en el Cerro Perdices, en Valparaíso. Entonces hicimos la película y después se mostró y la gente reclamaba, decían:” Oye, no entiendo” y cosas así.
Sin embargo, el día anterior estaban viendo El Secreto en la Montaña o películas de Michigan o de Ohio, y se sentían mucho más cercanos a ese tipo de película que lo que nosotros habíamos grabado a la vuelta del barrio. Le están quitando la casa a una vecina y es la protagonista y esto pasa acá, y Secreto en la Montaña pasa allá en California o Nevada y se sienten más cercanos a ese tipo de estructura de arte o política cultural, y no a la hueá que está pasando al lado? ¿Qué onda?
Carolina Adriazola: Pero igual en general cuando mostramos la película igual agarraba vuelo por sí sola, y la gente generaba reflexión, discusión. Era súper interesante lo que sucedía, de hecho hasta el día de hoy hay murallas grafiteadas con el nombre de la película. Hay un seguimiento con El Pejesapo, Vasnia, y otras, de un grupo de gente que hace arte en la calle.
– ¿Cómo sienten ustedes el haber llegado a la vida de los vecinos a través de sus películas?
C, A: No, la raja, yo creo que igual tiene que ver con la honestidad de nuestras películas, eso se traspasa sí o sí.
J, S: En cierta forma había una especie de tratamiento que representaba el pensamiento de nuestra generación. Simbolizábamos eso en las películas, y al principio la gente no entendía nada, decían:” era una película muy rara, está mal hecha”. Siempre teníamos critica del sector más cuico, de que nosotros hacíamos hueás al lote, pencas, pero después los hueones trataron de imitar, y no podían. Aburguesaban las imágenes y no tenían nuestros cuestionamientos po’. Había una película del Cristopher Murray, se llamaba Manuel de Ribera, y era una copia de El Pejesapo.
C, A: De hecho era una copia, la productora de él que después trabajó con nosotros nos dijo que era una copia.
J, S: Igual uno no está en desacuerdo que uno tome un estilo y lo vaya desarrollando, bacán igual. Uno no es quien pa’ decirlo. Pero igual se notaba que nosotros andábamos con una parada menos burguesa, como que los cabros querían embellecer, y hay un rollo con el tratamiento que nosotros tenemos pero embellecido, aburgesado, entonces esa hueá no tiene níun brillo.
C, A: Es que lo que no se entiende acá, es que tanto la forma como el contenido van juntos. El Pejesapo no hubiese sido El Pejesapo si no hubiésemos tenido esa cámara jamás. (Sony formato HDV).
– En ese sentido ¿Qué piensan ustedes de los cineastas que tienden a disociar el tratamiento con la temática?
J, S: Tomar ese tipo de tratamiento que es más visceral, y construirlo en base a esta belleza burguesa es espectaculizar la hueá. Es como cuando decís por ejemplo que los temas trans son importantes y visibles porque los hueones de la clase alta lo tienen. Ya fue tanto el show y va pa’ allá, que en realidad se transformó en lo visible o la voz consciente ante la gente, ¿pero cuando lo tocan los Larraín? Ándate a la chucha, nosotros tocábamos esos temas del 2003, 2004.
C, A: De vuelta veníamos en el Uber y el gallo que manejaba dijo oye, qué bueno que hicieron una película así porque se puede hablar del tema de los trans y todo, así que saltamos y le dijimos: oye pero no, no es así. Esto está visibilizado hace tiempo, ahora que lo hayan hecho un show es otra cosa.
– Al no tener un guión estructurado o definido, el proceso de montaje es clave para la realización de sus películas ¿Cómo lo van desarrollando y cómo es este trabajo para ustedes?
C, A: Cada película nos ha costado un montón, son procesos largos, a veces es medio tedioso y frustrante, tiene de todo. La mejor parte es cuando ya tenís todo cortado y sólo tenís que ir mezclando, pero pa’ llegar a eso cuesta un montón. Es un estado, cuando nos ponemos a hacer montaje no pescamos nada, no respondemos mail, nada.
J, S: Hay algo ahí en el proceso de edición que es muy relevante que es el tema de tú decidís y transforma eso en una especie de realidad. Pero hay un montón de otras decisiones que pudiste haber tomado y es otra película. Son infinitas películas, pero tú tomaste la decisión de una sola. Nunca sabemos si en realidad fue la mejor decisión.
C, A: De hecho Mitómana tiene dos versiones, o sea, tiene más, pero así más oficiales son dos. Y hay mucha gente que se queda con una versión más que con la otra.
– Hasta el propio archivo es mitómano.
J, S: Jajaja, sí, es verdad.
C, A: Hay otra en que el personaje se prepara para poner una bomba en la Universidad Católica. Era bien elaborado. Muchas veces hay cosas en el montaje que son muy buenas, pero no caben en la película.
J, S: Yo me acuerdo que había gente de la Juventud Comunista que reclamaba decían: “oye pero nada que ver que ustedes coloquen que hay que poner una bomba en la Universidad Católica, cómo ustedes pueden generalizarla de esa forma, hay gente que está estudiando y es del partido”. Y yo decía: ¿!Qué hace el partido comunista reclamando respecto a esa hueá!?, lo encontraba la cuestión más absurda que existe, pero es muy interesante.
– ¿Es la única película que tiene más versiones?
C, A: Sí, es la única.
J, S: De hecho, nos invitaban a lugares a mostrarlas y en cada lugar hacíamos versiones distintas.
– ¿Qué le dirían al público que prefiere ir más a ver cine comercial y que puede descubrir quizá otro tipo de cine en Chile?
C, A: No podemos obligar tampoco a ver cine, pero por ese tema también ponemos una pantalla en la calle y vemos las películas con los vecinos, Feciso tiene que ver con eso.
J, S: Igual es interesante que haya una motivación, más que hablar por quienes no vengan. En el cine chileno hay un boom, eso igual es bueno porque en cierta forma la gente se va acercando mucho más. Hay un tema también respecto a eso de que el cine chileno tiene que valorarse afuera primero, como que necesitamos un espaldarazo medio colonialista de los países dominantes, y eso lo encuentro una verdadera mierda. Yo creo que pa’ un realizador de cine, le interesa mucho más que su película se vea en el Festival de Cannes a que la vean en su barrio.