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23 noviembre 2024, 23:21 PM | Actualizado | Chile
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Che Sandoval, director de Dry Martina: “Mis películas no son moralistas”

Su nueva película “Dry Martina”, ha recibido críticas favorables a días de su estreno en Chile. El chileno radicado en Argentina, director de “Te creís la más linda (pero erís la más puta)” y “Soy mucho mejor que voh”, habla sobre su primera película con una protagonista mujer, su trayectoria, su proceso creativo, su visión sobre la vida, y el significado de un personaje como Martina en tiempos feministas.

A casi una década del estreno de su ópera prima, Te creís la más linda (pero erís la más puta), Che Sandoval parece saber muy bien dónde se encuentra parado frente al estreno de su nueva película, Dry Martina, una coproducción chileno-argentina, donde Antonella Costa encarna a una cantante a la baja que decide seguir a un chileno hasta Santiago con el fin de recuperar su excitación sexual. Se trata de un film desprejuiciado, que contrasta con sus dos obras anteriores, donde reinaba el deambular, el bajo presupuesto, los coloquialismos locales, y una estética hazlo tú mismo. Con su última obra, el director intenta conquistar el mercado hispanoparlante con un lenguaje más claro y una imagen más cuidada.

Tus películas nacen desde el lenguaje. ¿Cómo fue el cambio en ese sentido a un papel protagónico femenino, y además argentina con Dry Martina?

Efectivamente, todas mis películas nacen y mueren desde el lenguaje. En algún momento del rodaje dije “creo que puedo dirigir con los ojos cerrados”. Solo escuchando la musicalidad de las palabras puedo saber si está bien actuado, si me gusta o no. En esta película en particular había un cambio respecto del lenguaje al cual yo le temía un poco, que era trabajar con actores profesionales, y que ya no fuera tan coloquial. Y por otro lado estaba uno de los postulados de producción, que yo hoy día agradezco, que era hacer una película que fuera más fácil de comprender en el mercado hispanoparlante. Yo creo que el hecho de que sea mujer respecto al habla no cambia mucho, en ningún sentido. Siempre he escrito igual de suelto un personaje femenino como uno masculino, solo que ahora me tocó una protagonista. Si te acuerdas de la primera escena de Soy mucho mejor que voh, son dos mujeres hablando muy desprejuiciadamente, también. Yo vivo hace mucho tiempo en Argentina, entonces me terminó siendo bastante natural, y con el tiempo fui entendiendo ciertas cosas de la lengua argentina que quería instalar, pero al mismo tiempo decidí empezar a hacer juegos de palabras sobre cómo se dice una cosa acá y allá, que tenía que ver con mi experiencia allá, también.

¿Entonces fue un proceso más consciente en esta película?

Fue más consciente de un miedo de que quizás el habla no iba a tener tanta importancia como en mis películas anteriores. Quise aprovecharme de las diferencias entre los chilenos y los argentinos. Pero al mismo tiempo, el habla, más allá de esos juegos de palabras, está totalmente presente en la musicalidad de los diálogos. La gente que la ve me dice “yo veo esta película y sé que es tuya por los diálogos”.

Tus dos primeras películas se basan mucho en la idea de deambular. Hay diferentes lugares y muchos quiebres, los personajes van de un lado a otro. ¿Piensas que se pierde un poco eso en Dry Martina?

No, yo creo que hay una diferencia bien grande. Todas las películas parten de carencias o traumas o disfunciones sexuales. El Naza (protagonista de Soy mucho mejor que voh) quizás no la tiene, pero la tiene… Su problema es creer que él es mejor que el resto porque tiene la pija más grande. Eso es un punto de partida que está presente en las tres películas. Lo otro es que esta película también es una road movie, donde de hecho el viaje es más concreto. En las películas anteriores la ola abandonaba todo, y en ésta la ola agarra todo, y se van sumando los elementos a medida que avanza. Eso fue todo un desafío, porque en mis otros trabajos no era tan consciente de las estructuras de guión. En una road movie clásica de etapas, eso no importa tanto; uno agrega una escena o la saca, y no se cae ningún bloque, y en Dry Martina, donde cada escena tiene una misión narrativa, a veces uno corre el riesgo de que si se cae una escena, falle mucho la película.

Tus películas dialogan entre sí. Hay intertextualidad. ¿Lo decidiste desde el principio o se fue dando solo?

Ha sido super forzado, pero random. Es como que he tomado la decisión antes de saber qué historia voy a contar. Cuando hice al Naza, fue porque iba a postular a Lastarria 90. El día anterior me doy cuenta de que había que hacer un teaser, y yo no tenía cómo filmar uno. Y me acordé de algo que yo hacía en esa época, que era tratar que mis secundarios tuvieran historia tan importante como la del protagónico. Entonces pensé en cuál era el mejor secundario de Te creís la más linda, y elegí al Naza. Con Dry Martina decidí desligarme más de esa historia. En Soy mucho mejor que voh estaba muy pendiente de que [el protagonista] usara la misma ropa, que fuera la misma noche, que fuera la misma chica. Era una cuestión media obsesiva, y acá me tomé otras libertades, como que no sucediera en una sola noche. Y eso lo agradezco, porque lo otro me apretaba a contar una historia muy similar una de otra.

Uno podría pensar superficialmente que “Dry Martina” tiene algo romántico. Pero cuando uno ve tus películas, se da cuenta de que tratan de desromantizar la juventud y el amor.

Yo era super inconsciente de lo que hacía, sobre todo en ese momento. Yo emparento Te creís la más linda con Dry Martina en términos del optimismo de mi visión sobre la vida. Donde los personajes no terminan saltando sobre las flores, pero aprenden algo, y ambas cierran con los dos protagonistas sentados. La siguiente oportunidad que les trae la vida vienen en la siguiente película. Viven experiencias, y en el fondo ambos terminan mejor a como empezaron. Pero el Naza, no. El Naza termina para atrás.

¿Por qué?

Fue un final que me propusieron, de una retoma. [El Naza] se terminaba yendo con la chica que le ofrecía irse a la playa. Y después la abandonaba también. Quedaba medio ambiguo. Pero se me comentaba mucho que ese desenlace era muy liviano para una película con un personaje tan pesado. A mi me gusta el final para el personaje, creo que es consecuente con él, pero no es mi visión del mundo. La mía es más optimista que ese final.

Y eso está en Dry Martina

Para mí, en Dry Martina y Te creís la más linda está eso. No son películas que sean ultra luminosas, pero tienen una luz al final. Aunque los protagonistas terminan solos y sin conseguir sus objetivos, acaban mejor para lo que viene después. Y sobre desromantizar, no sé. A mi me gusta “desdramatizar”. Una de las cosas que pensaba en Te creís la más linda… es que no quiero ver más películas como Kids; adultos haciendo películas de jóvenes, donde te dicen que a los 20 años uno decide todo: su sexualidad, su futuro. Cuando yo tenía 20 años, decía “no estoy decidiendo nada en este minuto”. Entonces quería instalar esa visión más desdramatizada de la juventud. Mañana será otro día; no es que acá se acaba o empieza nada. [Te creís la más linda…] es una película de un amor bien fugaz. Pero a mí igual me parece un amor romántico. Yo creo que es sobre un personaje que cree que el amor es bobo, y entonces le da miedo hacer cosas, pero es un enamoradizo por dentro. Y en Dry Martina, más allá de términos conceptuales, Martina empieza mucho más dramática de lo que termina. Al final está más abierta a la recepción de experiencias, del amor. Para mí, comienza sola y vacía, y termina sola y llena.

Decías que tu visión de mundo está en esas dos películas. En la primera y en la última. Cuando hiciste tu primera película tenías 22, y esta la hiciste a los 30. ¿No ha cambiado eso en 8 años?

Siento que las películas igual reflejan los momentos de la vida. Para mí, Te creís la más linda es lo más genuino que he hecho. Yo creo que mi visión se puede haber oscurecido un poco; esto de ser irreverente. Hubo algo [en Soy mucho mejor que voh], que no tiene nada que ver con que yo tenga actitudes como las del Naza, pero sí es una película más oscura y más densa.

En “Te creís la más linda…” no hay una escena como la de “Dry Martina”, cuando los protagonistas tienen sexo y Martina le confiesa sus traumas a César. Eso no está en tus primeras dos películas.

Yo siento que la gracia de esa escena es que no es un dramón para ella. Al final la rechazan, y sufre un segundo. Una de las gracias de Martina es que nunca anda llorando por la vida. Creo que mis personajes anteriores eran más llorones. A Martina le pasa algo y sigue, nunca se anda juzgando. Y no, no está esa escena en ninguna de mis otras películas porque Martina es un personaje más construido, no desde el punto de vista del director, sino desde del de la persona: es un personaje-persona. Está más armado, y se desarma en la película. Quizás el Naza y Javier (protagonista de Te creís la más linda) son más inmaduros; en el fondo están tratando de armarse y no se arman. Martina parte arisca y todo, pero siempre es autosuficiente.

Su proceso es más de desarmarse que de buscar armarse. La gente piensa que uno empieza a escribir un guión y tiene el personaje armado. Todo lo que yo pude haber pensado del personaje no existe, y es lo que se ve en la pantalla. Yo creo que tú puedes tener una visión del personaje tan compleja como yo hoy, y que tenemos la misma autoridad para hablar de él. Pero en el proceso de construcción de un personaje, sobre todo para mí, que trabajo tanto con los actores y sus diálogos, primero aparece el actor, que empieza a darle ideas al guión y también ayuda a construirlo. Después pone su cuerpo y su tono de voz, pone mucho. Aparece el director de fotografía, que te dice desde dónde filmarlo; el vestuarista, que también incide.

Che Sandoval en rodaje “Dry Martina”

¿No sientes que se te va un poco de las manos?

Es que se me va un poco de las manos, pero para mí dirigir es ser muy permeable a las opiniones del resto. Obviamente sé decir “esto no, pero ¿tú crees que el director está ahí diciendo probando objeto por objeto la ambientación de una casa? Uno habla conceptualmente, y después el lugar existe. Entonces se van sumando elementos. Y después aparece el montajista, que te dice “no, este gesto no es de martina”, y después el músico. Entonces es una construcción entre muchas personas. Y finalmente está el azar, que también existe. Y todo eso hace un personaje. No es una cuestión donde uno empiece a escribir el guión y diga “ésta es Dry Martina”. Eso me gusta.

¿Cómo te sientes con que la película se pueda interpretar como parte del movimiento feminista? ¿Piensas que tiene alguna relevancia?

Para mí la película tiene cero oportunismo. Yo empecé a escribirla en 2013, cuando el Me too todavía no había aparecido. Yo no dije “voy a hacer un personaje feminista”. Martina es un personaje totalmente autosuficiente. Yo siempre he confiado en los personajes que hago, en el sentido que los quiero y sé que se van a defender siempre. Siento que es una mujer totalmente empoderada de sus acciones y fiel a sus deseos. Está hipersexualizada, sí, pero la película no lo deja como un valor negativo. Deja a elección del espectador desde dónde ponerse. No te voy a decir en ningún caso que la película es feminista, pero es una película con dos personajes femeninos muy poderosos, que se construyeron con las actrices también; y con personajes masculinos bastante más básicos, como objetos de deseo. No fue algo tan consciente, pero quedó así. Obviamente quizás salta alguien y dice algo en contra, pero las películas tienen que correr riesgos. Es parte de hacer arte instalar temas de la sociedad, saliéndose de la agenda. Que la conversación sobre el feminismo vaya a otro lugar. Esta película pone el punto en otro lugar, y si genera debates entre mujeres, maravilloso. A mi me pasa que incluso Soy mucho mejor que voh, que es una película complicada, en el fondo se trata un personaje más chileno que la cresta. Entonces a veces alguien me dice Soy mucho mejor que voh es machista, pero el Naza es un ser que nadie quiere ser. No puedo hacer personajes con todos los valores 10 puntos, sin fallas, sin carencias. Es parte de la vida.

Van 9 años desde que estrenaste Erís la más linda… ¿Crees que ha envejecido bien?

Yo creo que el título no envejeció bien, porque sería complicado para estos días. No se lo cambiaría nunca, porque se lo puse en un contexto donde yo pensaba ser provocativo con la generación de mis padres. Pero hoy, yo sé que si pusiera ese título, sería provocación para las mujeres. El otro día la mostré en la Cineteca Nacional, y la cantidad de risas que había era increíble. No soy quien tiene que decirlo, pero creo que es una película que envejece bien. El cine es nuestro imaginario, y ojalá que cuando quieran saber de nosotros en 50 años más, vean Te creís la más linda, o Tony Manero.

¿Y cómo ves el futuro de Dry Martina?

Yo confío en las cosas que he hecho. Y en ese sentido espero que se mantenga bien. Mis películas no son moralistas. El moralismo siempre está empaquetado en un momento explícito y funciona desde una mirada explícita. Y yo confío en que cuando [las películas] no son moralistas ni morales, instalan personajes que humanamente podrían existir en cualquier momento. Creo que debiera envejecer bien, pero no te aseguro ni que Te creís la más linda va a seguir envejeciendo bien… ni que Dry Martina. Ojalá que sí.

Para más información sobre la cartelera de este estreno visita: storyboardmedia.cl/dry-martina/

 

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