Cine en línea: Tres historias tenebrosas de Roger Corman para conmemorar su natalicio
Un día como hoy, en 1926, nació en Detroit (Michigan) el director, productor y actor estadounidense Roger Corman. Debido a su gran impacto en el cine independiente norteamericano del siglo pasado y sus diversas incursiones en el cine “de género”, Corman actuó como mentor para diversos cineastas —en ese entonces principiantes— como Francis Ford Coppola, Ron Howard, Martin Scorsese, Jonathan Demme, Peter Bogdanovich, entre otros. Además, ayudó a lanzar la carrera de actores como Peter Fonda, Jack Nicholson, Bruce Dern, Sylvester Stallone, William Shatner, y muchos más. No por nada se ganó el título de “El Papa del cine pop”. Con motivo de celebrar los 95 años desde su nacimiento, en Bitácora de Cine —y con la ayuda de Eyelet Media— les presentamos tres largometrajes de terror que funcionan tanto como una introducción a la filmografía de Corman, como un repaso a algunas de las obras más representativas de su extensa carrera.
“The Little Shop of Horrors” (Roger Corman, Estados Unidos, 1960)
Una secuencia animada de créditos iniciales nos presenta a Skid Row, una zona que, de acuerdo al narrador de turno, “todos conocen pero nadie quiere pasar a ver”. Ahí podemos encontrar a personajes como Gravis Mushnick (Mel Welles), el dueño de una florería al que ni siquiera le gustan las flores; Audrey Fulquard (Jackie Joseph), una dulce mujer que peca de inocente; y Seymour Krelboined (Jonathan Haze), cuyo proyecto de vida es cuidar a una planta carnívora llamada Audrey Jr. (Charles B. Griffith) que sólo se alimenta de sangre humana. En poco más de 70 minutos, “The Little Shop of Horrors” despliega una serie de artilugios cómicos para desarrollar su relato —desde pequeños chistes que revelan la personalidad de cada personaje o gags visuales enfocados en el humor físico tipo slapstick—, sin rehuir del terror correspondiente que acompaña al apetito de Audrey Jr; terror y comedia se unen para develar una fábula en torno a personajes cuyos proyectos no pueden florecer. A pesar de lo arriesgada y experimental de la propuesta narrativa, la película resultó un éxito, al punto que fue la base de un musical homónimo estrenado en Broadway a mediados de 1982, que cuatro años más tarde fue adaptado a la pantalla grande por Frank Oz. A estas alturas, un clásico.
“The Intruder” (Roger Corman, Estados Unidos, 1962)
Si bien es conocido por sus diversas incursiones en el terror más ligado a lo fantástico, “The Intruder” es una historia que aborda el horror proveniente del racismo rampante en una pequeña comunidad estadounidense. A comienzos de la década del ’60, el pueblo sureño de Caxton se enfrenta a una medida progresista: una escuela “sólo para blancos” ahora recibirá estudiantes afrodescendientes. Tras la llegada del carismático Adam Cramer (William Shatner), la representación viva de la —supuesta— hospitalidad del sur, los habitantes de Caxton comienzan a seguir sus ideales racistas, usándolo como una especie de líder en la lucha contra la desegregación racial y en pos de una ciudad “libre, blanca y americana”. Sin embargo, no todo el pueblo está del lado de Cramer. Si bien la película no resultó ser el éxito de taquilla que Roger Corman esperaba, resultó ser muy bienvenida por la crítica especializada, quienes resaltaron la manera en que la historia problematiza las tensiones raciales en el sur de Estados Unidos, visibilizando las diferencias de clases entre quienes cometían actos racistas y quienes eran víctima de ello, las arengas violentas en plazas públicas —destacando de paso lo convincente del papel de William Shatner— y la crudeza que caracterizaba a los infundamentados linchamientos públicos de la época. A pesar de haber sido estrenada hace casi 60 años, algunas de las opiniones presentes en la película no difieren mucho de los ideales trumpistas que aún permanecen en el Estados Unidos de hoy en día. Tristemente relevante.
“The Terror” (Roger Corman, Estados Unidos, 1963)
“The Terror” nos remonta a principios del siglo XIX, en donde Andre Duvalier (Jack Nicholson), un joven soldado del ejército napoleónico, es salvado de la muerte por Helene (Sandra Knight), una misteriosa mujer que, tras ayudarlo, desaparece. Obsesionado con el suceso, Duvalier sigue sus pasos hasta llegar al castillo del Barón Von Leppe (Boris Karloff), un lugar que esconde un terrible misterio y, al parecer, el secreto de la verdadera identidad de Helene. La producción de este largometraje no fue nada fácil, al punto que calificarla de “problemática” sería hacerle un favor. El rodaje comenzó sin un guión definido, Boris Karloff grabó sus escenas en dos días —sin saber muy bien de qué iba la historia— y, ante diversos problemas de financiamiento y coordinación, el largometraje terminó siendo co-dirigido por Francis Ford Coppola, Dennis Jacob, Monte Hellman, Jack Hill, e incluso por su protagonista: Jack Nicholson. Todos ellos sin participación en los créditos finales, ya que el corte público destaca la producción y dirección de Roger Corman en solitario. A pesar de esto, el resultado final termina siendo una historia de apariciones fantasmales, rituales de magia negra, y cambios de cuerpos que deleitarán tanto al espectador casual como al fanático de los dramas góticos inspirados por Edgar Allan Poe.