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Dawson Isla 10

“Dawson, Isla 10” (2009): Reconciliar lo irreconciliable

“Dawson, Isla 10” (2009), es una película dirigida por Miguel Littin, inspirada en las memorias de Sergio Bitar, uno de los 400 detenidos en una isla al sur de Chile después del Golpe Militar, entre los cuales se encontraban ministros y colaboradores del Presidente Salvador Allende. Centrada en estos últimos, la propuesta del director consiste en una ficcionalización del libro ya mencionado, aunque difuminando el protagonismo en pos de una narración más colectiva.

Esta decisión resulta en una experiencia de visionado extenuante (tiene sentido, considerando la temática) aunque algo plana. Si bien las imágenes son registradas de manera bastante interesante —la variedad de texturas, la cámara en mano y alternancia entre el blanco y negro y color sugieren una cierta historicidad a través de la alusión a una estética propia del registro documental— al optar por una aproximación coral, las figuras históricas representadas se ven despersonalizadas y carentes de profundidad. Uno de los únicos recursos que remiten a una interioridad es la voz en off esporádica de Bitar, interpretado por Benjamín Vicuña. Este dispositivo es insertado para proponer una serie de reflexiones sueltas en torno al cautiverio y el estado de la izquierda como coalición política tras el 11 de septiembre.

Por otro lado, la representación de los militares, particularmente el Sargento Figueroa, como un alivio cómico y figura compasiva resulta problemática debido a la manera en que simplifica el conflicto histórico representado. Considerando que el mismo Littin ha descrito su filme como “reconciliador”, al no ahondar en la complejidad de las dinámicas entre los detenidos y los militares, el filme sugiere una horizontalidad que minimiza la desigualdad de condiciones entre ambos, culminando en la escena en que él y Miguel Lawner comparten un pedazo de pan con mermelada. Corresponde a una interacción breve en el marco general de la película, pero la carga emocional que se le atribuye hacia el final del relato se lee como una especie de tregua entre el prisionero y un personaje aparentemente inofensivo, entrañable incluso.

A 50 años del Golpe y en un clima político que aún avala y protege al negacionismo, es relevante preguntarnos cómo representar un período histórico cuyo trauma aún se mantiene fresco en la memoria. Por supuesto, Littin, quien fue exiliado a México y posteriormente España durante la dictadura, es uno de los grandes exponentes del Nuevo Cine Chileno y un director cuya obra se ha caracterizado por la denuncia social; El Chacal de Nahueltoro (1969) constituyendo una de las cintas más referenciadas y emblemáticas del cine nacional. Sin embargo, con una duración de casi dos horas, Dawson, Isla 10, aunque formalmente prometedora, no logra ahondar en las líneas narrativas que se propone.

Hay gente que opina que ya se ha hecho suficiente cine sobre la dictadura. Yo no estoy de acuerdo. El cine es y ha sido un reflejo de sus contextos sociales, culturales y políticos. Por otro lado, hemos visto que el lenguaje cinematográfico ofrece un amplio espacio de exploración artística y discursiva, permitiendo abordar el periodo de dictadura a partir de diversos géneros y tratamientos formales, desde el documental tradicional al cine experimental, desde la animación al melodrama, de la épica al cotidiano. En un país aún profundamente malherido por los eventos desencadenados aquel 11 de septiembre, el cine es y sigue siendo memoria.

“Dawson, Isla 10” (2009) está disponible en MUBI y de manera gratuita en el archivo de la Cineteca Nacional.

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