“Deadpool y Wolverine” (2024): De crisis en crisis
La entrada de Deadpool al MCU debería plantear varias interrogantes, no solo con la franquicia del personaje o su futuro rol dentro de un universo enlazado y condicionado por otras producciones, si no con Disney, Marvel y el modelo productivo en general; sus distintos esquemas, e incluso, algunas prohibiciones morales e inhibiciones.
Esto no viene solo por el hecho de incluir a alguien tan incorrecto como Deadpool, sino por la “crisis” que parece resentir todo el multiverso cinematográfico que, a estas alturas, presenta un agotamiento evidente desde los fracasos comerciales de “Ant-Man and the Wasp: Quantumania” (2023) y “The Marvels” (2023). De igual forma, Wade Wilson (Ryan Reynolds) se enfrenta a una “crisis” y un “fracaso”.
Tras ser rechazado por los Avengers, ha optado por dejar a un lado la vida de superhéroe; ahora es un individuo común, con un trabajo que odia y separado de su antiguo amor, Vanessa (Morena Baccarin). Nada parece que vaya a cambiar en su vida, pero Wilson tiene una oportunidad para redimirse. La organización AVT (Autoridad de Variación Temporal) ha solicitado su ayuda, sin embargo, sus condiciones no resultan de su agrado. Ahora debe formar un equipo con Wolverine (Hugh Jackman), alcohólico y deprimido por su pasado, para atravesar una dimensión conocida como El Vacío y salvar a su universo de la destrucción.
Habiendo establecido la trama, parece una coincidencia que la temática y el conflicto interior de Wilson refleje, en cierta forma, la situación de Disney, pero el diálogo entre diégesis y realidad es más afincado.
El juego es el siguiente; Wade es consciente de su realidad. Se sabe personaje, conoce su historia y sus elementos más definitorios, al tiempo que hace referencia a aquello que circunda una película, no en tanto ficción, sino como producto y fenómeno: la historia del comic, los personajes que se encuentra y la situación comercial y crítica de sus películas. Por ende, sabe que no debería formar parte de Disney, pues la empresa del ratón no “produce” ni “permite” hechos violentos guiados por una moral laxa y un estilo gráfico y visceral; no emplea groserías ni insultos, ni los más leves, ni los más fuertes. Pero Deadpool se mantiene, e incluso, es capaz de reírse de las distintas restricciones que los productivos le han impuesto.
Deadpool es un personaje que está afuera, adentro y en medio de la imagen que separa al espectador de la película. Nos mira a la cámara para decir lo que pensamos. Al interpelarnos con sus bromas y referencias, nos vuelve cómplices de la trama y conscientes de nuestras reacciones. Tras decenas de películas, hemos adoptado los esquemas de las adaptaciones de Marvel. Sabemos que el tercer acto llegara cerca de la última media hora. Que a lo largo de la película tendremos una serie de flashbacks que expliquen las tragedias de Wolverine. De alguna manera, el héroe encontrará fuerzas para un último sacrificio, antes, durante o después de una batalla, con cámara lenta, música licenciada y explosiones. Además de los recuerdos con diálogos cargados de eco y una iluminación sobreexpuesta que intensifica la luz para una evocación emotiva.
Deadpool lo sabe. Nosotros también. A partir de esto, resulta difícil no suponer que estamos ante una ficción que estira al máximo las similitudes (quizá inconscientes) que tienen con el propio mundo empresarial.
La AVT aparece como la representación de una empresa: Disney, con su organización, su división de trabajo, la presencia invisible de una junta de directivos, jefes, empleados, bloques de oficina, ambiciones personales y un vestuario de camisa y corbata que confunde a sus trabajadores con oficinistas o corporativos. La sola idea de “secuestrar” héroes para llevarlos a una “Sagrada línea temporal” parece la manifestación expresa de las decisiones de Disney con la compra de diferentes héroes, y en este caso, Deadpool nos hace explícito que se trata de su adquisición. Por otro lado, ¿El Vacío no puede ser una broma perversa sobre el destino de ciertos proyectos en esta maquinaría? ¿Actores, personajes e historias cuya vida ya fue explotada y cuyas ideas nunca convencieron del todo?
Da para pensar que esta película existe para que Disney se mire a sí misma, o más bien, para que Deadpool mire junto a nosotros, riéndonos y señalando nuestras expectativas. La empresa del ratón se permite reír y burlarse de su forma estética, de su manera de contar historia, pero ello no evita que reproduzca sus convenciones sin demasiada culpa.
Puede que Deadpool, como personaje, entregue un estilo diferente a lo que, de otra manera, sería tan solo otra película de Marvel, y en este sentido, la presencia de Wolverine nos sujeta a esa manera de proceder, ya típica en este multiverso de estructuras repetidas y sorpresas-que-todos-esperan. Esta es su crisis, pero a diferencia de Wade Wilson, no sabemos si alguna vez la llegará a superar.
“Deadpool y Wolverine” (2024) se encuentra disponible en salas de cine desde el 25 de julio.
¡Revisa el tráiler de “Deadpool y Wolverine”!