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21 noviembre 2024, 15:20 PM | Actualizado | Chile
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“El niño y la garza” (2023): Madurar y sentir en la abstracción

El cine de animación no habría sido lo mismo sin Hayao Miyazaki. El aclamado director japonés ha dado cátedra y ha impactado en el mundo con películas como “Mi vecino Totoro” (1988), “La princesa Mononoke” (1997) o “El viaje de Chihiro” (2001). Cintas que le han permitido ganarse el prestigio y reconocimiento de las industrias cinematográficas de Oriente y Occidente. Por lo mismo, no es sorpresa que “El niño y la garza” (2023), el regreso de Miyazaki a la silla de director tras su retiro en 2013, se haya vuelto un fenómeno mediático y una de las películas más galardonadas en esta temporada de premios. ¿El regreso de Miyazaki se encuentra a la altura de sus obras anteriores?

La cinta narra la historia de Mahito, un joven de 12 años que, tras la muerte de su madre, trata de acomodarse en su nuevo hogar, viviendo con su padre y su tía en un pequeño pueblo lejos de Tokio tras huir de allí en plena Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su vida cambia cuando una garza parlante le informa que su madre sigue viva, forzándolo a entrar a una torre abandonada en su búsqueda. Esto transporta a Mahito y a la garza a un mundo alternativo, mágico y misterioso.

“El niño y la garza” (2023) es una adaptación de la novela “¿Cómo vives?”, escrita por Genzaburo Yoshino. Manteniendo la costumbre de las anteriores adaptaciones de Studio Ghibli, la cinta trata con bastante libertad creativa los tópicos y la trama del material original. En la cinta se desarrolla la premisa de la novela mientras se entrelaza con el mundo colorido e imaginativo creado por Miyazaki, repleto de criaturas mágicas, metáforas y simbolismos.

La última cinta del director japonés mantiene el encanto y los rasgos de sus clásicos: un mundo amplio, imaginativo e intrigante, acompañado de una historia profunda y emotiva. Lo que hace destacar a “El niño y la garza” (2023) es que logra profundizar de una manera aún más aguda de lo que nos tenía acostumbrado Miyazaki en sus demás cintas, creando una narrativa abstracta y con muchos focos, pero que en ningún momento se percibe tediosa, repetitiva o pretenciosa. Sin embargo, la historia no es lo único destacable, también lo son las reflexiones derivadas del visionado, puesto que la película si en algo no falla, es en emocionar y conmover al público.

La atmósfera que crea es atrapante e intensa, sostenida principalmente por un apartado técnico bello y pulcro. La animación es trazada y delineada con cariño y fluidez, lo que, acompañada por unos fondos que parecen sacados de fotografías, hace que el mero hecho de observar la cinta ya sea un deleite visual. El placer se vuelve audiovisual cuando se tiene en cuenta la hermosa banda sonora, compuesta e implementada con sensibilidad por Joe Hisaishi.

El apartado técnico llama a los ojos y los oídos del público, pero es el relato lo que llama al corazón. La historia se enfoca en tópicos como la pérdida de la inocencia, la madurez, la muerte y la coexistencia del bien y el mal en el mundo, temas relevantes para todas las generaciones. La cinta desarrolla estos temas de una forma fluida y atrapante, aunque no a través de una narrativa convencional. De hecho, la película se toma su tiempo antes de introducirnos a la aventura trepidante y mágica que vive Mahito, y durante todo su metraje se centra en detalles que parecen pequeños, pero que finalmente son significativos.

Cada paso, cada mirada, cada paisaje y cada contacto es un mundo propio, incluso más complejo y profundo que el lleno de criaturas mágicas que se nos presenta. Miyazaki no escatima en mostrar sus simbolismos y metáforas a través de abstracciones inteligentes, llenas de emotividad y significado.

Lo único que podría alejar a parte del público de “El niño y la garza” (2023) es precisamente esta narrativa abstracta, que puede llegar a ser confusa si no se está en el ánimo correcto para disfrutar la experiencia. No es una cinta simple ni explícita, y cualquier reflexión vendrá desde la subjetividad y la experiencia individual. Pero ¿realmente esto es un problema? Con la belleza de su apartado técnico y la emotividad de su historia, me parece difícil que esta cinta resulte tediosa. Su corazón y trasfondo sostienen su narrativa, y esta última, junto a su belleza técnica, sostienen la experiencia del público.

“El niño y la garza” de Hayao Miyazaki es un visionado profundo, complejo y hasta divertido. Es un broche de oro para lo que parece el retiro del director, de quien se puede decir que cerró su carrera en lo alto, creando otro clásico a la altura de sus mejores cintas, que divertirá a jóvenes e impactará de sobremanera a los adultos.

“El niño y la garza” (2023) se encuentra disponible en cines desde el 11 de enero y está nominada a Mejor Película Animada en los Premios Oscar.

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