06/08/2021

“El otro” (2020): La dicotomía del ser

En la costa del océano pacífico, entre medio del bosque y del mar, de los libros y de la música, dos hombres adultos mayores habitan una cabaña aislada, lejos de la sociedad hace cuarenta y cinco años. Una convivencia envuelta en soledades que se ven perturbadas por profundas, y, a ratos tensas conversaciones mantenidas a lo largo del día y la noche, las que reflejan vivamente sus diferencias. Uno de ellos es un pescador y cazador que trata de reparar todo lo que está a su alcance; El otro, un lector de literatura clásica que busca respuestas y vaguea entre los recuerdos y el vino tinto. Una dicotomía del ser que escala y se hace más notable en la medida que interactúan. Buscando alejarse el uno del otro, resulta completamente imposible, ya que ambos son una misma persona, Oscar Garrido (Oscar Garrido Bastías), quien se interpreta a sí mismo.

“El Otro” (Francisco Bermejo, 2020) es un documental chileno, que, lejos de ser una biografía de aquel interesante personaje, es una obra que explora la “soledad” con los intensos diálogos que Oscar mantiene consigo mismo en una incansable lucha por encontrar el bienestar propio, el cual muchas veces se ve opacado por sus propios actos. Una especie de encuentro con nuestras propias diferencias que anhelan en algún momento la reconciliación, y digo “nuestras” porque difícil es no sentirse identificada con esta curiosa historia que indaga en la psicología y el caótico universo que vive dentro de Oscar, plasmando los recónditos lugares del ser y sus particulares personalidades que cohabitan día a día en un mismo espacio. Una forma de sobrevivir a nosotros mismos cuando solo nos tenemos a nosotros. Sin embargo, no solo a ello se resumen las conversaciones, el uso de esos diálogos —en tanto intercambio de palabras y puntos de vistas— favorecen al crecimiento de este personaje y a las tantas conclusiones que de ello saca con su íntimo y fiel compañero.

El filme es una producción atractiva. Con un largo recorrido, “El Otro” es una obra que se ha ido construyendo y reconstruyendo de a poco, con el paso del tiempo. Tan real como los paisajes y como Oscar, el documentalismo toma la magia a través de un montaje que explícitamente separa sus personalidades como si fuesen personas diferentes, un juego exquisito de escenas, acciones y múltiples personajes que crean una historia que podría confundirse con una ficción. Incluso, en cuanto a lo visual, el recurso se asimila a la leyenda del doppelgänger; el doble. La obra acciona el juego de la doble personificación del personaje a través de los planos contraplano, el fuera de campo, y el uso insistente de su reflejo en el espejo, viéndose completamente como Otro, tal cual el título de esta maravillosa obra lo evidencia, con una indudable distancia que les mantiene lejanos pero comunicados, siempre interpelándose el uno al otro. Así, mientras uno se mantiene en la puerta de la cabaña, entrando y saliendo activamente, el otro se mantiene sentado en la cama.

La poética obra de aproximadamente setenta y siete minutos está creada con un sinfín de alegorías que apuntan a Oscar y a sus costumbres cotidianas desplazadas entre sus libros y el mar, con una atmosfera fantástica. No es casual que mientras Oscar lea el libro “Moby Dick” (1851) de Herman Melville y recite algunos pasajes de la obra literaria en la oscuridad de su habitación, también visite con frecuencia a una ballena blanca varada en la orilla de la playa, navegando entre las curiosidades de este enorme animal y acompañado con el canto de las ballenas. Hecho significativo tanto para Oscar lector como Oscar buceador, un punto de encuentro apacible en donde ambos conviven en armonía y contemplan de forma unánime la riqueza en las situaciones que le da la vida.