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21 noviembre 2024, 07:22 AM | Actualizado | Chile
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Estudiantes de Cine y Audiovisual intercambian visiones sobre la formación académica y la profesión

La Selección Oficial Cortometraje Chileno de Estudiantes de Cine y Audiovisual fue una de las novedades del 31º Festival Internacional de Cine de Valdivia. Durante la realización del certamen, la sección integró seis cortometrajes de estudiantes de cine y audiovisual de distintas partes del país, exhibiéndose durante dos jornadas del festival.

“Buscando al fantasma entre los rieles”, de Teo Díaz de Valdés; “Entre el cielo y la tierra”, de Pedro García Gallardo; “La Faena”, de Fiona Kemper; “Lugar de nadie”, de Catalina Galindo; “Opacidad”, de David Díaz; y “Quimera”, de Gael Jara y Martín André, son los cortometrajes que compiten en esta selección.

Todos habitan y se conciben bajo una característica común: ser creaciones realizadas en un contexto de formación y proyección profesional. Como equipo de Bitácora de Cine tuvimos la oportunidad de conversar con el grupo de cineastas, a excepción de Pedro García Gallardo, quien no pudo estar presente durante la quinta jornada de FICValdivia.

La influencia de la formación académica

En la dinámica establecida con rondas de preguntas, se consultó a Teo y Fiona por la manera en que su formación influyó en sus cortometrajes. A su vez, se preguntó a ambos por cuáles elementos de los procesos de aprendizaje consideran esenciales.

Teo: “En mi caso no hubo un vínculo tan directo. Estaba en un curso con Ignacio Agüero, quien pedía varias entregas constantemente, pero yo no entregué nada. Pedían mucho desde una etapa muy temprana pero a mí no me interesaba tener todo tan claro, mientras fuese filmando quería que fuera tomando forma”.

Fiona: “Este cortometraje lo trabajé en segundo año en un taller de ficción con Ignacio Juricic. En mi caso, siento que la Universidad de Chile (alma máter de la realizadora) te hace ir un poco más sola, me ayudaron a generar elementos necesarios para realizar el corto, pero hubo mucho que aprendí por mi cuenta. La universidad me guió por dónde tenía que ir, pero era más el autoaprendizaje lo principal”.

Teo Díaz de Valdés (izquierda) y Fiona Kemper (derecha), realizadores de “Buscando al fantasma entre los rieles” y “La faena”.

Siguiendo un poco lo último que mencionaba Fiona sobre la aparición de limitantes u obstáculos, David, Gael y Martín fueron consultados por cómo enfrentan esos desafíos durante los procesos creativos.

David: “En general tuve un buen desarrollo desde el área teórica de mi universidad, el cortometraje es el resultado a su vez de un proceso de investigación de encontrar otras formas de contar historias. Creo que eso era en mi caso lo que podía ser un desafío, entendiendo distintas maneras de relatar para acercarme a una especie de nuevos actos”.

Gael: “En nuestra carrera cada cortometraje se hacía en un semestre, entonces siempre estuvimos contra el tiempo. Pero también tuvimos la suerte que nuestras profesoras que guiaron el corto, Tana Gilbert y Francina Carbonell, nos dieron una libertad total”.

“Esa libertad y confianza que pusieron en nosotres y en la idea fue vital para que el corto existiera tal y como es, porque es abstracto y experimental para lo que se tiende a hacer en documental para la universidad. Con respecto a bloqueos creativos, era tanta la presión que tenía que salir algo, aunque fuese algo malo”, añadió.

Martín: “El desarrollo del cortometraje fue difícil, hicimos todo en rotoscopía, imprimimos todo en papel, entonces eso tomó muchísimo tiempo, pero al final igualmente lo logramos”.

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Martín André (Izquierda) y Gael Jara (Derecha), realizadores de “Quimera”.

Aprendizajes y proyecciones para el futuro

Teo y Fiona coinciden en un mismo tipo de aprendizaje para sus próximos trabajos: un método de trabajo. Sin embargo, la directora de “La faena” va un poco más allá en su apreciación y profundiza en la relevancia del tiempo en la creación de una producción.

“Nosotros lo hicimos en un semestre, teníamos que entregar algo y las ideas no salían. Yo aprendí que necesito al menos el doble de tiempo, sino termino produciendo por entregar simplemente”, añadió Fiona.

Continuando en la conversación, se consultó por los posibles desafíos que tiene hoy en día la industria chilena. “Creo que lo primero es lograr llegar efectivamente al público a través de mecanismos. Es un problema que las películas chilenas tengan que estar sujetas a la venta de entradas en salas comerciales. Es un desafío como cineastas como también para el Estado”, comenta Gael.

El futuro en la profesión es un pensamiento que surge al finalizar una carrera, y una de las principales expectativas es mantenerse en la realización de forma constante. “Me gustaría estar siempre filmando cosas nuevas, aunque pueda ser poco posible, lograr complementarlo con trabajos como el corto que pude realizar ahora”, señala Teo Díaz de Valdés.

La experiencia de proyectar ante un público

David: “Pude estar por primera vez en la exhibición del corto, ya se había mostrado en otros lugares pero ahora se sintió como el estreno. Es entretenido, pero al principio puede ser vergonzoso”.

Gael: “El hecho de enviar el cortometraje a festivales ya es una forma de soltar un poco el trabajo, ahí ya queda esperar lo que piensa el trabajo. Hay que aprender a soltar y absorber la media estrella en Letterboxd”, comenta entre risas.

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David Díaz, director de “Opacidad”.

Pensando en esa expectativa con los públicos, se les consultó por la manera en que interpretan el impacto de los festivales de cine en las audiencias.

David: “Aquí al menos en FICValdivia, destaco esas nuevas formas de producción, aquí uno se encuentra con un cine que es distinto, algo que no llega a lo comercial muchas veces. Te muestra que es posible hacer otro cine dentro del país”.

“Yo soy de Valdivia y he podido venir al Festival desde que estaba en el liceo, siento que eso cambió mucho mi relación con el cine, pero también con la industria nacional, comprobando que aquí se pueden hacer cosas buenas e incluso a nivel regional”, añadió.

Catalina: “Los últimos años el cine chileno ha tenido mayores oportunidades para ir creciendo, entonces como que hemos tenido más capacidades para conectar mejor nuestras narrativas y lo que queremos contar”.

“Espero que el público pueda seguir viendo cine chileno y que haya un espacio para que el arte y el cine sea valorizado como una profesión, que no se nos vea como que estamos simplemente pasándola bien, sino que se valore como que es nuestro trabajo”, añadió.

¿El cine chileno refleja a su sociedad?

Teo: “Creo que hoy en día el cine chileno creo que no es un buen reflejo de la sociedad chilena. Desde ahí, como que hay una barrera grande entre la producción cinematográfica y la gente. Las personas no se ven reflejadas en pantalla, no hablan como chileno, no viven en una casa típica. Se ve un Chile falso”.

Fiona: “No sé si el cine debe ser un reflejo de la sociedad, pero termina sucediendo igual. Siento que el cine chileno se está haciendo en general desde una sola clase social, lo cual genera una desconexión para generar un reflejo más completo”.

David: “El cine chileno de industria se apega a un realismo “bonito”, retratando las vidas en las poblaciones de forma caricaturesca en cierta forma. No tenemos tanta comedia, tanta música, estamos atorados en la imitación de la realidad y no permite tantos espacios para la imaginación, aunque de a poco se ve que eso va cambiando”.

Gael: “Cada película habla más de la persona que la está haciendo que de la sociedad en general. Partir de la base en que el cine chileno es un reflejo de la sociedad nos puede ayudar a pensar en si estamos representando correctamente al país o si aún existen traumas que abordar. Creo que al final eso es lo lindo del cine, como que hay tanta representación y tantas formas de representarlo”.

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Catalina Galindo, directora de “Lugar de nadie”.

 

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