Géminis: El Planeta Oscuro (2022): Un alien criado entre dos culturas
Parecerá extraño, pero uno de los blockbusters espaciales más pretenciosos y caros del 2022 (Géminis: El Planeta Oscuro) no fue producido en Estados Unidos, la cuna del cine multimillonario y comercial, sino que en una nación con una cultura y visión del séptimo arte muy alejada a la del país norteamericano: Rusia. El país europeo, por su pasado como integrante de la Unión Soviética, a lo largo de la historia ha tenido roces y choques culturales muy marcados con el país del Tío Sam, tanto en lo político y económico como también en lo cultural. Por eso es llamativo que, tras competir en la Guerra Fría por esparcir sus ideologías en el mundo y siendo dos culturas tan opuestas, ahora hayan sido ellos quienes hicieron una de las producciones más “estadounidenses” que se puedan imaginar, un filme con una clara apelación al público occidental, un elevado presupuesto y la presencia de lugares comunes típicos del cine espacial norteamericano.
Esto llama especialmente la atención considerando lo diferente que es el cine ruso tradicional del estadounidense. Rusia ha tenido grandes referentes en el cine, aunque por la Guerra Fría y la configuración de la cultura occidental (en la que no se consume mucho contenido de países de Oriente) y su influencia en Latinoamérica, el catálogo de películas del país europeo no se haya dado a conocer en Chile. El director ruso más reconocido internacionalmente es Andréi Tarkovski, quien es considerado uno de los más grandes escritores y directores de cine de la historia, gracias a filmes como “Stalker: La Zona” (1979), “El espejo” (1975), “Solaris” (1972), entre otros. Sin embargo, las películas de Tarkovski destacaban por ser sutiles, ambiguas y complejas en su guion y estructura narrativa, lo que discrepa mucho del clásico estilo de cine norteamericano, más estrambótico, visualmente espectacular y conciso en su guion. Aquí, marcando totalmente la diferencia con las demás películas rusas, aparece “Project Gemini”, un blockbuster multimillonario espacial claramente influenciado por los estándares cinematográficos estadounidenses.
“Géminis: El Planeta Oscuro” (2022) de título original “Project Gemini” es una película rusa, aunque hablada en inglés, de ciencia ficción, terror y suspenso, y del subgénero de películas espaciales. Dirigida por Serik Beyseu, producida por KD Studios y realizada con un millonario presupuesto de 65 millones de dólares (USD), la película fue estrenada en enero de 2022 en Rusia, pero el conflicto bélico del país con Ucrania había dificultado su visionado. Ante esto, la solución (y apuesta) del estudio fue distribuir internacionalmente el filme y exhibirlo en el extranjero, lo que en Chile fue posible gracias a BF Distribution.
La historia transcurre en un futuro trágico para el planeta Tierra, en el que un virus está acabando con la vida vegetal y animal, lo que vuelve imposible la supervivencia en el planeta a largo plazo. Para enfrentar esto, una misión espacial, liderada por el doctor Stephen Ross (interpretado por Egor Koreshkov), es enviada para conquistar y terraformar un planeta distante, con el objetivo de volverlo apto para que los humanos puedan habitar en él. Sin embargo, la misión se encuentra en el interior de su nave con un organismo desconocido, al que llaman “troyano”, que busca acabar con ellos y que tiene su propio plan para el futuro de la humanidad.
“Project Gemini” es un intento de emular la fórmula norteamericana que hizo exitosos a los blockbusters espaciales, tanto desde la espectacularidad de sus efectos visuales como también desde los recursos narrativos que utiliza para contar su historia, sumados a una puesta en escena evidentemente inspirada en el cine espacial norteamericano. La épica espacial es un subgénero que ya lleva establecido muchos años como uno de los más populares y taquilleros de Hollywood, por lo que uno no se extraña del hecho de que KD Studios haya escogido este género para hacer su superproducción. Además de normalmente ser éxitos en taquilla, hay varias películas consideradas de culto que son épicas espaciales, lo que le ha dado al subgénero respeto y credibilidad por la crítica (destacan aquí filmes como “El Planeta de los Simios” (1968) o “2001: Odisea del espacio” (1968), entre otros).
Teniendo esto en cuenta, uno puede percibir claramente en la cinta rusa las influencias norteamericanas que tuvieron los guionistas y el director para el armado del metraje. Hay muchas, desde el mismo idioma en que está grabada la película (inglés, a pesar de que el filme fue rodado en Rusia y sólo con actores rusos), hasta lugares comunes y estructuras narrativas características del cine espacial estadounidense.
“Project Gemini” busca impresionar con su fotografía y sus espectaculares efectos especiales, en los cuales se vuelve evidente el millonario presupuesto del filme, ya que son de alta calidad. Los efectos visuales (desde las naves espaciales hasta el diseño del troyano) son inmersivos y bien trabajados. Es un filme impresionante en casi todos los aspectos técnicos, aunque, por otro lado, deficiencias y americanismos aparecen en el guion y en la estructura narrativa. Esta última es occidentalmente tradicional y cuenta con elementos del cine de suspenso y terror, además de contar con temas que buscan emocionar y/o hacer reflexionar a la audiencia (claramente pensada como un público occidental también).
Tópicos como el amor, la religión, la muerte, el poder y cómo este puede corromper a las personas, entre otros, han sido tratados en muchas épicas espaciales (y, en general, en muchos blockbusters norteamericanos), y “Project Gemini” usa exactamente estos mismos temas para tratar de aportar humanidad y profundidad a su relato. A veces da la sensación de que, en vez de utilizar estos temas para crear una narrativa envolvente y desarrollos de personaje auténticos, el filme busca utilizar estos tópicos más como excusas narrativas para llegar a lugares comunes que ya se han visto en otras cintas norteamericanas, pero al menos la intención de reflexión está ahí. De hecho, se reconocen similitudes con películas clásicas del subgénero: la observación sobre la creación y la religión de “2001: Odisea del espacio” (1968), el amor poderoso que puede cruzar el espacio-tiempo en “Interestelar” (2014), el terror y suspenso del alienígena persiguiendo a los integrantes de una misión espacial de “Alien: El Octavo Pasajero” (1979), y así uno puede seguir buscando y ejemplificando.
Lamentablemente, el filme no logra hacer mucho más que mantener enganchado al espectador a ratos, principalmente durante las partes de tensión y suspenso, y es una lástima, porque claramente su objetivo era crear una narrativa y atmósfera interesante que atrajera al público durante todo el metraje. A pesar de tener tópicos similares, “Project Gemini” carece de la sutileza que hizo brillar a los filmes de Tarkovski, de la complejidad de “2001”, del suspenso y terror de “Alien” o la emotividad de “Interestelar”. La película trata de ser y hacer muchas cosas distintas y, si bien no es un fracaso en todas, se queda a medias y sin impactar al público. Esto, sumado a algunas evidentes deficiencias en las actuaciones (causadas muy probablemente porque el inglés no es el idioma nativo de ninguno de los actores) y a un guion que a veces peca de ser soso, sobre explicativo, redundante y enrevesado, vuelve a “Project Gemini” una idea interesante, pero que se queda sólo en eso. Es una película a ratos entretenida, sobre todo si eres fan del género de películas espaciales y de alienígenas, pero que no cumple con todo su potencial.
A pesar de las imperfecciones de la cinta, veo importante destacar que la mera existencia de “Project Gemini” representa una revolución en la exportación de cine ruso y, en general, internacional. ¿Rusia se sometió a exportar cine con fórmulas norteamericanas para apelar a más público? Un país que ya contaba con una épica espacial clásica para tomar como ejemplo (la “Solaris” de Tarkovski) en su cine, ahora se encuentra con una producción realizada en sus suelos y que se opone totalmente a la historia y legado de su séptimo arte. El tiempo dirá si esta película hace historia o no por esto, pero es ciertamente un suceso curioso, sobre todo considerando la historia entre Estados Unidos y Rusia.
“Project Gemini” es una película defectuosa, pero es un ejercicio interesante para analizar la estructura y los tópicos recurrentes del blockbuster norteamericano y su influencia en el mercado internacional, junto a su impacto en la forma contemporánea de hacer cine y apelar al público. ¿Qué es lo que queremos como espectadores en las historias que nos cuentan? ¿Queremos innovación o caer en el conformismo?
“Géminis: El Planeta Oscuro” ya está disponible en salas de cine chilenas, tras su estreno el jueves 29 de diciembre.
Alejandra Farias
Excelente reseña sobre uns excelente película! Gracias