Comercial | Escríbenos a:  CONTACTO@BITACORADECINE.CL
21 noviembre 2024, 03:40 AM | Actualizado | Chile
Search
Estudiantes

Introspectiva y reflejo de las realidades: Analizamos los cortos de estudiantes exhibidos en el 31º FICValdivia

Desde el nacimiento de la Red Universitaria de Cine y Audiovisual (RUCA) en 2023, este año, diversos cortometrajes han tenido la oportunidad de participar en la Selección Oficial Cortometraje Chileno de Estudiantes de Cine y Audiovisual, estableciendo un espacio de conexión entre realizadores y realizadoras.

Los siguientes cortometrajes reflejan parte del espíritu de FICValdivia y resulta una instancia única para la visibilización de proyectos de futuros profesionales y comunicadores de la sociedad. En Bitácora de Cine quisimos analizar los trabajos, conectar sus puntos en común y apreciar sus particularidades.

 

“QUIMERA”: COMPLEJIDADES IDENTITARIAS

“Quimera”, cortometraje creado por Gael Jara y Martín André, fue el encargado de abrir esta nueva categoría, explorando las incongruencias de un sistema que no permite, o más bien, aletarga un proceso identitario, como si esta problemática individual no fuera lo suficientemente engorrosa, sin mencionar el estigma social que le transgrede.

Con tintes oscuros reflejados en su imagen, este proyecto de carácter experimental combina el género documental con la rotoscopia, una técnica de animación mediante la cual se calca, por cada fotograma, una secuencia de imágenes. En resumen, hablamos de un dibujo en movimiento. Además, a modo introductorio, mezcla imágenes de archivo televisivo que contextualizan el tema a relatar. Esta combinación se entrelaza con el relato de una persona no binarie, quien, tras enterarse de la entrega del primer carnet acorde a su género, se encuentra con la burocracia del proceso, prolongados tiempos de espera, entre un sinfín de obstáculos.

Cabe destacar un impecable diseño sonoro que complementa una propuesta reflexiva y, a la vez, de inquietud sobre nuestros cuerpos y nuestra intimidad. A través del stop motion, se representa con visceralidad la transformación, el hacer y deshacer, figuras que buscan adaptar formas sin definición clara y la libertad de transitar la plasticidad de la identidad.

Parte de su dirección recae en Gael Jara, quien se identifica como persona no binarie. Podríamos especular que este proyecto deriva de la introspección personal de su directore, pues contiene imágenes con datos personales. Este análisis acerca de su identidad puede ser de utilidad para quienes se encuentran en su misma situación, de modo que lo personal se vuelve colectivo y lo colectivo conlleva a cambios.

La particularidad de este proyecto radica en su originalidad para contar una nueva problemática que nace a raíz del reconocimiento legal de nuevas identidades. Si bien, su enfoque deriva en la complejidad del proceso legal, es importante resaltar esta clase de cortometrajes por el impacto que causan en sus espectadores y, por lo tanto, en las autoridades. El cine siempre ha sido una herramienta para generar cambios, denunciar o enseñar nuevas realidades. Por esto, su existencia instaura una nueva problemática a solucionar, en específico para quienes desean ser reconocides legalmente por una sociedad que día a día intenta mejorar y enmendar errores pasados.

Estudiantes

“LUGAR DE NADIE”: LA ESPERANZA DE RESURGIR

La nostalgia se une al respeto por la naturaleza en “Lugar de Nadie”, un documental sobre las secuelas de la erupción volcánica ocurrida en Chaitén el año 2008. Dirigido por Catalina Galindo Sánchez, narra, a un ritmo calmo, lo que alguna vez fue el pueblo de Chaitén mediante un relato que acude a la melancolía, pero también a la esperanza de resurgir entre las cenizas que aún decoran el paisaje.

La sutileza que emplea para capturar la esencia del entorno y su deterioro se evidencian en sus imágenes, que evocan una nostalgia entrañable y lo vuelven un ejercicio de empatía. Su ritmo contemplativo se mantiene durante todo el filme, permitiéndonos apreciar la belleza que rodea e integra al pueblo. Su fotografía, con tonos minimalistas, se enfoca en haz de luces, detalles de estructuras abandonadas, vegetación resurgiendo entre las cenizas y planos amplios de un paisaje que deja entrever su imponencia. Al igual que “Quimera”, la rotoscopia se hace presente en el metraje con el fin de recrear aquel fatídico día y contextualizar a su audiencia, así como imágenes de archivo de su relatora, una mujer que reflexiona acerca de sus memorias en Chaitén.

Su título sostiene la premisa principal y nos recuerda que somos tan frágiles como la misma naturaleza. Habitamos territorios sin saber su fecha de caducidad y, muchas veces, imponiendo un sistema que contrasta abruptamente las formas de vida de los ecosistemas que nos rodean. Olvidamos que somos pasajeros en esta tierra que fácilmente puede deshacerse de nosotros. El dolor de perder a un ser querido o el hogar que habitamos es igual de relevante que la conciencia ecológica y el respeto por el medio ambiente. Construir ciudades resilientes resulta necesario ante el peligro inminente de desaparecer y, es aquí, donde radica la importancia del filme, desde una mirada sensible, emocional, pero sobre todo consecuente.

De manera significativa, gran cantidad de proyectos de nuevos y nuevas cineastas están tomando la decisión de cambiar su enfoque a un estilo de cine que prevalece nuestras necesidades emocionales. La empatía y la sensibilidad con que abordan una temática son fiel reflejo de una nueva generación que entiende y escucha las necesidades de los demás. Buscan generar cambios, progresar socialmente y dar voz a lo que alguna vez se consideró irrelevante, a fin de resaltar la importancia de conocer otras realidades.

Estudiantes

“LA FAENA”: Y EL SENTIDO QUE LE DAMOS A NUESTRAS VIDAS

La constante búsqueda de la identidad vuelve a ser tema en “La Faena”, cortometraje dirigido por Fiona Kemper, que explora la falta de oportunidades y la juventud en un contexto social de clase media. Relata la cotidianidad de Bastián, un joven que vive junto a su familia en una población de Santiago y, entre sus actividades diarias, piensa en el futuro. Su día comienza trabajando junto a familiares, luego ayuda en el hogar para facilitarle trabajo a su madre y, a mediodía, pasa el rato con a sus amigos, un grupo de jóvenes que se dedican a disfrutar y beber en una plaza cercana. Al anochecer, visita al mecánico de la esquina, quien le enseña a reparar autos.

Este cortometraje puede ser entendido como un coming-of-age en desarrollo, pues nos sitúa en la cotidianidad de un personaje que reflexiona acerca de su entorno, pero sin la presencia de un gran acontecimiento que le dé otra perspectiva de vida. Si bien, no sabemos claramente lo que piensa, queda expresado en sus acciones, contrarias al estilo de vida de sus amigos.

A pesar de la existencia de un vínculo entre ellos, Bastián prefiere distribuir su tiempo con el mecánico, porque entiende que especializarse en algo que le guste y, a futuro le pueda dar trabajo, es el camino que quiere seguir. Sin enjuiciar a este grupo de jóvenes, Bastián elige no ser como ellos, ya que es fácil caer en algún vicio en un contexto donde escasean las oportunidades de surgir. También, existe una reflexión hacia la conformidad, entre aceptar con lo que ya se tiene y lo que se puede llegar a aspirar.

La simpleza caracteriza este cortometraje que, incluso, podría llegar a pensarse como largometraje o el inicio de una buena historia. La construcción del entorno de Bastián es impecable, así como su fotografía, compuesta, en su mayoría, por planos amplios que permiten identificar el tipo de vestimenta de los personajes y los lugares donde se desarrollan, que además son adornados por tonalidades cálidas que dan sentido a lo que busca transmitir, una oportunidad para Bastián y, quizá, para jóvenes que se encuentran en su misma situación.

No es el primer ni será el último proyecto de esta índole, pero el sentido esperanzador que sostiene puede ser de gran utilidad, principalmente, en adolescentes cuyo contexto social se asemeja al de Bastián, siendo un aporte para quienes crean haber perdido el sentido de sus vidas, así como un motivante para perseguir nuestros sueños pese a la adversidad.

Estudiantes

 

“BUSCANDO AL FANTASMA ENTRE LOS RIELES”: RE IMAGINAR DESDE LO AMBIGUO

Teo Díaz de Valdés, director y poeta chileno, dirige “Buscando al Fantasma Entre los Rieles”, ópera prima que podría catalogarse como una búsqueda de inspiración para escribir luego de volver a su país. En vista de su desesperación, se encamina a Lautaro, pueblo natal de su poeta favorito, Jorge Teillier, donde documenta parte de su indagación, dando origen a un ejercicio de exploración autoral posiblemente inspirado por “Los Trenes de la Noche”, escrito por el poeta durante un viaje a Lautaro. Esta sinapsis entre los trenes, el pueblo y la poesía conforman un cortometraje que resalta por su ambigüedad.

La poesía se entrelaza con tomas de rieles en formato análogo -o simulan serlo-, dando vida a un rompecabezas que puede ser armado de múltiples maneras, algo que incluso su director comenta. Imágenes aleatorias se combinan con la re imaginación de la vida y obra de antiguos habitantes de Lautaro, desde su ilustre poeta a personas comunes. El cruce entre la muerte y las reflexiones de su director narran un proceso de búsqueda personal decorado con poesía, trenes que van y vienen y el acompañamiento sonoro de Carlos Gardel.

Actualmente, el cine nacional cambia de forma constantemente. Proyectos que antiguamente hubieran pasado desapercibidos, hoy tienen la oportunidad de estrenarse en salas y llegar a nuevos públicos interesados en sus propuestas. Diversas perspectivas se unen a la necesidad creativa de representar nuevas visiones y experimentar con las formas de realización. Si bien, la poesía siempre se ha ligado al cine, hoy destacan auténticas maneras de integrarlo, desde lo experimental a lo convencional, pero más que por su naturaleza, por el atrevimiento de innovar y ser un motivante para nuevos proyectos.

Estudiantes

 

“ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA”: UN EJERCICIO DE CONSUELO

Tras dos años desde el fallecimiento de su madre, Pedro García Gallardo, decide dar vida a “Entre el Cielo y la Tierra”, un conmovedor cortometraje que nace desde la nostalgia, provocando nuevas emociones que lo harán volver al hogar donde recibió la noticia.

La obra se siente como la caricia a una herida cicatrizada. Volver a rememorar la muerte de un familiar y alguien tan esencial como lo es una madre requiere de valentía. Quizá, como práctica emocional, Pedro García Gallardo decide realizar este relato enternecedor acerca de sus memorias y el paso del tiempo, pero desde una mirada distante que, por contradictorio que suene, carece de olvido e implora cariño. El mar como recurso narrativo nos invita a relacionar la pérdida con el vaivén de las olas. Cuando el dolor llega, se impregna, pero en algún momento debe cesar. Lo rutinario se vuelve pasajero y lo pasajero se vuelve indoloro, pero permanece una marca imborrable que acompaña hasta la muerte.

La imagen maternal se reconstruye en base a archivos del director, como fotografías y videos que se aprecian entre una opacidad que transita como niebla. El hogar familiar ya no tiene la calidez de antes, pues sólo queda un silencio constante que acompaña objetos y pertenencias que evitan el olvido. De igual manera, la dirección de fotografía encapsula a la perfección las emociones que su director busca transmitir, desde la oscuridad que emite el dolor a la luz que irradia lo familiar, lo confortante.

Es un homenaje a nuestros seres queridos, pero también, un ejercicio de superación que puede ayudar a quienes aún no asumen una pérdida. En ocasiones, sirve de consuelo expresarnos a través del arte. Por eso, este cortometraje se convierte en una invitación a abrirnos emocionalmente y plasmar nuestros anhelos, deseos y penurias por medio del cine.

Estudiantes

“OPACIDAD”: LA ABRUMADORA SOMBRA DE LA INCERTIDUMBRE

Citando palabras de su director, David Díaz, “Opacidad” encuentra su inspiración en el budismo, reflejado en la forma de contar la historia de Seba, un joven que posiblemente contrajo VIH. La incertidumbre lo abruma hasta que decide confesarlo con su pareja, terminando su relación. Lo efímero se vuelve su consuelo y la noche su abrigo.

Compuesto principalmente por planos de larga duración, “Opacidad” advierte su ritmo desde su introducción. Árboles secos reflejan el desvanecimiento de algo, o alguien. El aumento del viento luego de una conversación difusa se lleva las palabras. El ruido interno ensordece voces exteriores y podríamos seguir interpretando este drama lleno de metáforas que dan sentido al relato.

La comedia se integra sutilmente a la densidad de su trama, en específico cuando la tía del protagonista lo visita, haciendo guiño a las diferencias generacionales que identificaron a gran parte de la audiencia. A mitad del cortometraje, Seba decide contar su situación a su pareja, quien reacciona negativamente y desencadena las consecuencias de no tener una red de apoyo, pues el único pilar en su vida se ha ido. Así, comienza una búsqueda de placer efímero y fugaz, como un método de escapatoria e ignorando todo pronóstico que le abrume.

Asumir nuestros problemas y afrontarlos es parte del proceso natural de la vida, cargada de altibajos que nos permiten crecer y reaccionar ante una eventual tragedia. “Opacidad” reflexiona sobre el ciclo natural de la vida y las relaciones, junto con la importancia de una red de apoyo, especialmente para quienes padecen de VIH. Resulta primordial visibilizar proyectos que mantengan un enfoque hacia este grupo de riesgo, de modo que evitemos la exclusión social y personal de quienes viven con el virus, así como la desinformación que aún ronda equívocamente.

Estudiantes

Post a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.