Jael Valdivia, realizador audiovisual: “Desde la vereda del arte y la cultura podemos colaborar para esta elección”
Hasta el próximo sábado 23 de julio se realizará la 10ª edición del Festival Internacional BioBioCine, un proyecto gestado desde la región del BioBío y que, luego de dos años de exhibiciones netamente virtuales, apostó por una programación presencial para el público de Concepción y alrededores, y una serie de funciones online para todo Chile. Este año, el certamen contempla 65 películas de 21 países del mundo. Sin embargo, más de la mitad de la programación total del Festival corresponde a producciones nacionales.
La inauguración del evento se realizó el pasado lunes 18 y contó con la proyección de la película “Canta y no llores, corazón (o el precio de una honra)”, largometraje chileno dirigido por Juan Pérez Berrocal en 1925 y restaurado por primera vez durante 2002. Este año, la clausura del Festival se realizará el sábado 23 de julio y contará con una exhibición de “Zurita y los Asistentes” (Jael Valdivia, 2021), una producción enfocada en documentar la fusión de rock experimental de González y los Asistentes, y la poesía de Raúl Zurita.
Con el fin de ahondar en “Zurita y los Asistentes”, el acercamiento documental a la intimidad de una banda, y aquellas secuencias de la obra que hacen eco al proceso constituyente y el Chile actual, conversamos con el hombre encargado de documentar este relato: Jael Valdivia. “Personalmente, yo desconocía la colaboración entre la poesía de Zurita y la música de González y los asistentes”, admite el realizador audiovisual. Según él, el seguimiento al poeta y a la banda ocurrió “porque ellos llevaban varios años tocando y no tenían registro”. Sin embargo, la película terminó siendo mucho más que una simple historia de música y letras.
Hace un par de años, Raúl fue el núcleo de “Zurita: Verás no ver” (2018), un documental de Alejandra Carmona enfocado en diversas acciones de arte del poeta, que varían desde el papel, la geografía chilena, hasta su propio cuerpo. En comparación a dicha producción, ¿qué te llevó a registrar la faceta musical del poeta?
En FIDOCS vi “Zurita: Verás no ver”. Me gustó mucho y también quedé más tranquilo: ambos documentales tienen al mismo protagonista, pero con enfoques distintos. Creo que en el documental de Alejandra Carmona se trata la obra completa, mientras que en “Zurita y los Asistentes” se profundiza en la faceta rockera del poeta y a partir de eso conocer una vida que también es parte de la historia de Chile. El plan era grabar un concierto el año 2014 y luego subirlo a YouTube. Gonzalo Henríquez le comentó la idea a Boris Quercia y él me recomendó. Al principio fue un encargo, pero un encargo interesante, podría conocer a un poeta que admiro y además explorar un mundo que desconocía: los escenarios. Gran sorpresa fue para mi asistir esa noche del concierto y darme cuenta que esto era más grande de lo que imaginaba. La música era totalmente coherente con la poesía; Zurita se convertía en otro, las palabras estaban más vivas. Le propuse a Gonzalo hacer un documental sobre esta experiencia, él aceptó y nos lanzamos a la aventura.
La unión de Zurita a González y los Asistentes es descrita en el documental como un hecho bastante orgánico. Sin embargo, me llama profundamente la atención la manera en que las cámaras se acercaron a las sensibilidades e intimidad de la banda. ¿Cómo fue el proceso de comenzar a grabar los ensayos y presentaciones del poeta y compañía?
El proceso fue lento, no porque quisiéramos. Siempre estuvimos esperando ganar algún fondo para comenzar las grabaciones “oficiales”. Como eso no sucedía y los acontecimientos seguían ocurriendo, la mayoría de las veces iba yo con una cámara e invitaba a amigos con las suyas para que me acompañaran a las distintas tocatas. Poco a poco, se va ganando familiaridad y también el paso de los años hace que los protagonistas pierdan el pudor ante las cámaras y se logre captar esa intimidad tan necesaria. El objetivo era poder captar los momentos que humanicen a los personajes, sentirlos cercanos, no todo tiene que ser tan solemne. Las interacciones entre la banda y Zurita son el aire entre canción y canción. Hubo grabaciones en teatros, universidades, centros culturales; mucho backstage. Yo rara vez hacía preguntas, prefería observar. No quería que la banda ni que Zurita actuaran para la cámara. Llevó tiempo llegar a eso, pero el tiempo era lo único que teníamos.
Tengo entendido que la realización del documental —que abarca presentaciones de Zurita y Los Asistentes entre 2014 y 2018— duró siete años en total. Su filmación, según lo que has contado, fue mayormente intuitiva. ¿En qué momento de la producción comenzaste a definir la historia y decir “ya, estamos listos”? ¿Fue en base a algún momento en específico?
Fue realmente complicado dejar de grabar; siempre está la tentación de estar perdiéndose de algo. En la práctica, la última grabación de una presentación fue en septiembre de 2019, en el Teatro Victor Jara. Lamentablemente, no quedó en el corte final, pero lo menciono porque creo que el estallido social permitió definir la historia y pasar al montaje de ella. Para ese entonces, yo tenía muchas horas de grabación en mi disco duro y variadas posibilidades de contar la historia. ¿Se trataría de músicos que se juntan con un poeta? ¿De un poeta que quiere ser rockero y tiene Parkinson? ¿Una biografía musical de Raúl Zurita? Fue solo cuando experimenté por primera vez lo que es vivir un toque de queda, caminar por una ciudad militarizada, a final de cuentas “estar en guerra”, que entendí los versos de otra manera; no hablando del pasado sino terriblemente actuales. Aparecían los mismos agresores y los mismos cuerpos, dañados, mutilados, a través de los tiempos. El documental también tendría que estructurarse de esa manera, 1973-2019, y los temas musicales ayudarían a contar la historia de Zurita, que es también la historia de toda una generación que mira con esperanza los últimos años de su vida.
Dentro de los momentos clave del documental, se detalla la lucha de Raúl Zurita contra las declaraciones de Mauricio Rojas, ex-Ministro de Cultura, quien afirmó que el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos “es algo para que la gente no piense, para atontarte”. Hoy en día, Julieta Brodsky, actual Ministra de Cultura, es parte de un proyecto de Gobierno enfocado en la verdad, justicia, reparación, memoria y garantías de no-repetición. ¿Cómo has sentido los cambios gubernamentales que ha vivido el país, desde la grabación del largometraje, hasta su concepción y actual distribución?
En 2014, cuando recién empezamos a grabar, en un documental hablar del 11 de septiembre y las violaciones a los derechos humanos creo que en algunos ambientes era visto como algo ya trasnochado, repetitivo. En pocos años creo que el escenario cambió. Las declaraciones de Mauricio Rojas, “el breve”, provocaron que 15.000 personas se reunieran en el Museo de la Memoria e hicieron que fuera intolerable cualquier atisbo de negacionismo en el Ministerio de Cultura. Las reiteradas violaciones a los derechos humanos en los años 2019-2020 nos devuelven al mismo tema: horrores que nunca debieron ocurrir y solo nos recuerdan lo frágil de esta democracia donde un presidente puede sin contrapesos ocupar la fuerza del estado en contra de sus propios ciudadanos. Sin embargo, creo que esta situación también le da la oportunidad a esta generación de no repetir los mismos errores del pasado, juzgar los crímenes e intentar reparar el daño. Llevamos solo cinco meses de este gobierno, los avances no son tantos como uno quisiera, entiendo la frase “vamos lento porque vamos lejos” pero también hay otra que dice “justicia que llega tarde no es justicia”. Espero que en estos cuatro años podamos sanar heridas e iniciar nuevas conversaciones sin olvidar nuestro pasado reciente. Creo que los documentalistas, al trabajar con la realidad, podemos ayudar con eso.
“Zurita y Los Asistentes” finaliza con imágenes de movilizaciones cercanas al 18 de octubre de 2019, en donde una de las principales demandas fue la realización de una nueva Carta Magna para Chile. Actualmente, estamos a menos de 50 días de votar a favor o en contra de la propuesta de nueva Constitución realizada por la Convención Constitucional. ¿Has conversado con Zurita y compañía sobre el proceso constituyente?
No he conversado con Zurita sobre el proceso constituyente. Públicamente, ha declarado que tiene “una gran esperanza”, ya que ve “una sensibilidad nueva y la nueva Constitución es un gran marco para que esta nueva sensibilidad florezca” y “apruebo con todo”. Personalmente, espero que gane el apruebo. Hasta ahora no ha sido fácil. Desde el día 1, los medios de comunicación dominantes se han encargado de enfatizar los errores en el proceso constituyente, apenas nombrar los aciertos, e instalar la idea de que esta constitución “está mal hecha” y lo más sensato sería votar rechazo. Es agotador bailar al ritmo de la derecha, gastando energías, rebatiendo el bombardeo de noticias falsas. Me parece una maravilla que 154 convencionales elegidos democráticamente se hayan puesto de acuerdo por 2/3 y que en un año hayan escrito una constitución, algo inédito en la historia de Chile. A veces olvidamos que la calle se estaba incendiando en 2019, que existía la posibilidad de que solo sangre y muerte quedaran de esos días. Una nueva carta magna con más derechos daría sentido a todo ese sacrificio.
Desde la vereda del arte y la cultura, ¿qué expectativas tienes con respecto a lo que pueda ocurrir después del 4 de septiembre?
Espero que sea el inicio de un nuevo ciclo y la discusión sea otra: cómo materializar los anhelos que están en la nueva constitución. Si gana el rechazo, probablemente tendremos que iniciar otro proceso constituyente con la incertidumbre que eso genera y quedaremos entrampados quizás cuanto tiempo en los mecanismos, elección de nuevos convencionales, y entremedio rebatir sueños húmedos de la derecha como “los paneles de expertos”, etc. Desde la vereda del arte y la cultura podemos colaborar para esta elección, que es la más importante de la historia. Toda obra siempre es un otro, un intento de conectar mis experiencias con las tuyas. Lo que necesitamos es hablarles a todas esas personas que están asustadas y convencerlas de que un futuro distinto es posible, colectiva y solidariamente las invitamos a dar un paso adelante.
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