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21 noviembre 2024, 14:25 PM | Actualizado | Chile
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La Casa Lobo de Joaquín Cociña y Cristóbal León: el medio es la historia

El universo del primer largometraje animado de Joaquín Cociña y Cristóbal León es una gran pesadilla lisérgica. El film realizado con la técnica stop motion está basado en Colonia Dignidad narra la historia de María, una joven criada que decide escapar de este lugar, para encontrar una casa donde reconstruirá su vida desde cero. Se trata de un cuento de hadas embrollado y retorcido, donde el peso simbólico y narrativo recae principalmente en el medio.

La Casa Lobo (2018) cumple con muchas de las características de una narrativa posmoderna. Una de ellas es el evidente pastiche que Cociña y León intentan crear a través de un particular uso del stop motion; hay ecos de expresionismo alemán, surrealismo, fantasía, e incluso documental, lo que hace que la historia fluctúe caóticamente entre la realidad, la candidez y el más patente horror.

Otro aspecto que se asoma bajo un análisis posmodernista es la paranoia. La protagonista no es una narradora fiable. Cuando María encuentra la casa donde viven dos cerdos, a quién cría y termina por convertir en humanos, a su imagen y semejanza, aparecen dudas sobre sus motivos. Por otro lado, La Casa Lobo se presenta como un film dentro de otro film. El Lobo, regidor de la “Colonia”, es quien comienza relatando la historia de este doppelgänger de Colonia Dignidad, en una especie de infomercial sobre ésta, donde también está inserta la historia de María, que, como toda fábula, tiene un fin moral: La Colonia es siempre el mejor lugar. Los puntos de vista del Lobo y el de María son moralmente ambiguos.

Pero más que su intertextualidad de géneros o su punto de vista, es el medio en sí lo que eleva a La Casa Lobo como una obra de complejidad mayor bajo el prisma ya mencionado. No es sino el medio el portador del discurso más relevante. Cociña y León proponen la historia como un plano constante, sin “cortes” (aunque paradójicamente, el stop motion se basa en ellos). Se trata, al menos, de un simulacro más que efectivo. A diferencia de otras animaciones realizadas con esta técnica, acá no se intenta mimetizar ni mucho menos representar la realidad. Los materiales aparecen y desaparecen. Los personajes se transforman evidenciando su materialidad. La misma María parece nunca tener el mismo aspecto, y se funde en la casa y sus componentes.

Esta transparencia de la técnica -y por lo tanto, del medio- funciona como metáfora sobre la construcción del relato: al llegar a la casa, María la transforma y moldea a su gusto con el fin de crear un paraíso opuesto al infierno de la “Colonia”. Es en esta autorreferencia del medio a través de la animación y de la puesta en evidencia de los materiales, que funcionan enlazando a personajes y lugares, a veces sin distinción alguna; que la cinta propone la imposibilidad de dejar atrás el trauma del adoctrinamiento: María no puede desprenderse de aquello que trajo desde la “Colonia”, y acaba por reproducirlo desde lo que ya inevitablemente posee.

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