“La pasión de Michelangelo” (2012): Depravación de la fe
En medio de la hostil época de dictadura en Chile, un joven huérfano parece iluminar con su divinidad a miles de fieles católicos y peregrinos de toda clase social, de todo color político. La fe popular, los supuestos avistamientos de la virgen, los milagros concebidos, la sospechosa intromisión de agentes de inteligencia del régimen de Augusto Pinochet en el caso, la controversial postura de la iglesia, y, la inocencia de un niño, que, no solo entró en conflicto con su sexo, si no que, vivió desamparado por el Estado y la sociedad, son parte de esta curiosa y dramática historia basada en hechos reales que removió los rincones de Villa Alemana entre los años 1983 y 1988, pero que, en esta ocasión viene condensada en una temporalidad de no más de cinco meses.
“La pasión de Michelangelo” (2012), dirigida por Esteban Larraín y protagonizada por Sebastián Ayala en su papel de Miguel Ángel, el vidente que se comunicaba con la Virgen María o “su mamita” en el cerro Membrillar de Peña Blanca, recrea y expone un contexto social donde la fe estaba por encima de todo. Una película incómoda que deja a la vista el fanatismo religioso y la extorsionadora mano del gobierno, que, junto al confuso y oscuro accionar de la iglesia, alimenta las ambiciones a través del aprovechamiento de, lo que se conocía en esos tiempos como un “huacho”, ello en el conservador entorno sociopolítico de Chile en los años ochenta.
Sin embargo, a pesar de tener una temática fuertemente religiosa, no es el conflicto, si no que, su lectura sociológica y política percibe cómo tanto las instituciones como los mismos testigos de aquellas rutinas milagrosas, son capaces de utilizar a su favor cualquier suceso para avivar su codicia y velar por su propio beneficio. Ello lo vemos en personajes como el vendedor Facundo (Luis Dubó) y el fotógrafo Modesto (Roberto Farías) que lucraban con las imágenes religiosas, el Párroco Lucero (Aníbal Reyna) que sacaba provecho gracias al manipulador actuar del Estado, y, en los miles de devotos que esperaban milagros de la virgen a través del autoproclamado Michelangelo, haciendo caso omiso de que Miguel era parte de una comunidad pobre, homosexual y marginada que requería de amparo, pues bien, eso a nadie le interesaba.
Este thriller religioso de 99 minutos va relatado desde el punto de vista del Padre Ruiz-Tagle (Patricio Conteras), quien con recelo viaja hacia Peña Blanca a investigar el caso y develar lo que se esconde detrás en nombre de la Iglesia. La ambigüedad del relato atiende a lo ambiguo de los acontecimientos, una situación decadente que comenzó con un gran apoyo popular y de los curas de la zona, y, que concluye con la cólera colectiva tras la manipulación desde el Estado que terminó por intervenir negativamente en lo que quizás fue real, otorgándole a la fe y al milagro el don de la duda. Es lo incierto lo que acoge a esta trama y sus giros, en donde vemos que los mismos religiosos que seguían a Miguel luego queman y apedrean una capilla en un desate de ira en masa, y, que, el padre Ruiz-Tagle, quien decide negar tales sucesos abandonando la sotana, divinamente vuelve a creer, mientras a su alrededor lo sucedido se pone en constante cuestionamiento.
“La pasión de Michelangelo” (Esteban Larraín, 2012) se estrenó en salas de cines chilenas el 18 de abril de 2013.
Pingback: Descubre las películas que llegan en junio de 2022 a OndaMedia - BITÁCORADECINE.CL