“Los Martínez”: la familia que recorre Chile proyectando en celuloide
Hay oficios que no se aprenden en todos lados, más si son aquellos que hoy en día se ven cada vez menos. La proyección de películas en 16 mm, 35 mm o 70 mm es algo que ya ha quedado en el pasado en gran parte del mundo con las facilidades que brinda la tecnología en estos tiempos, sin embargo, hay algunos que se rehúsan a dejar morir este formato.
La familia Martínez es una de las historias más llamativas que existen al respecto en Chile, quienes de generación en generación han ido heredando este trabajo por amor al cine. Desde Manuel a Rodrigo, de abuelo a nieto, la empresa familiar ha llegado a distintos puntos de lo largo y ancho de nuestro país exhibiendo películas en celuloide, manteniéndose en la actualidad como la más longeva que ejecuta estas labores.
Han contribuido en festivales, en actividades de Gobierno, en eventos privados de alta envergadura, además de otros hitos que nutren su cariño por lo que han forjado. Con una trayectoria de más de 50 años sin pausas en el negocio, el camino de los Martínez representa un trabajo que en el presente se valora con otros ojos, con una pasión que trasciende épocas y mantiene vivo un arte que de a poco parece más extravagante en el Chile actual.
Los inicios de don Manuel Martínez: el proyeccionista más longevo del país
Todo comienza en San Francisco de Mostazal con un joven Manuel Martínez de unos 14 años de edad, quien disfrutaba mucho del cine gracias a que su papá lo llevaba a ver películas, lo cual lo llevó a desarrollar una curiosidad por saber cómo funcionaba la imágen.
Ese impulso por averiguar más sobre el funcionamiento de la proyección lo llevó a conocer al encargado de esa tarea en el cine de su pueblo, donde a vista y consejos, fue tomando nota para entender la magia detrás de la cinematografía. Un día en que Manuel asistió a una función se enteró que el operador no había podido ir a trabajar, es entonces que la dueña del cine le consulta si se atreve a dar la película, a lo que el joven de 14 años afirma que sí.
Manuel se subió a un cajón para alcanzar el crono del proyector, enhebró la película y consiguió realizar su primera proyección. Este amor inesperado lo mantuvo perfeccionando sus aptitudes, viajando hasta Rancagua para proyectar hasta que el destino lo llevó a Santiago, donde fue papá joven.
En la capital trabajó primero en el desaparecido Cine Manuel Rodríguez, para luego establecerse en cines tales como el Normandie, Regina, Windsor, entre otros. Ya en tiempos de dictadura su trabajo se vio truncado, ya que la actividad en cines tenía mucha mayor potencia en horarios de tarde-noche en aquella época.
Su hijo mayor, Víctor Martínez, quien en aquellos años se encontraba estudiando Ingeniería Textil en la Universidad Técnica del Estado, le propuso la idea de formar una empresa en torno a la proyección de películas. Así, el proyectista Manuel pasó a ser arrendatario del Cine de Paine, donde empujó aún más su pasión por llevar las películas a distintas comunidades cercanas a través de su empresa familiar Martínez Martínez Producciones Limitada.
“La Bicicleta”: la máquina que pedalea por todo Chile
Hace muchas décadas, los proyectores cinematográficos solían funcionar a dos rollos: uno por donde pasaba el carrete par y otro con el impar. Eran unas máquinas bastante grandes en aquellos tiempos, por lo que para acelerar el proceso de trabajo, a don Manuel se le ocurrió una idea: adaptó una máquina para que fuera portátil.
Este proyector cinematográfico fue catalogado de forma cariñosa por él y su familia como “La Bicicleta”, por la forma grande de su cuerpo y sus dos cronos. A raíz de este provechoso ajuste para el traslado, la empresa comenzó a vender servicios a colegios para proyectar cintas en los establecimientos.
La idea del negocio era hacer llegar las películas la mayor cantidad de lugares por un precio justo, ya que el valor de una entrada para el cine solía ser bastante elevado para el ciudadano común.
En el año 1986 se da un suceso vital para “La Bicicleta” en lo que es su historia particular. Según cuenta el nieto de Manuel, Rodrigo Martínez, la empresa familiar tuvo la gran oportunidad de realizar una avant premiere de “Top Gun”.
“Mi papá ya estaba introducido en el mercado del cine y tenía contacto con distribuidoras cinematográficas. Carlos Velasco, quien era de Fox, le propuso realizar una avant premiere a la empresa, lo que era un salto enorme de dar películas en colegios a dar un estreno en un hotel. Era nuestra primera vez en una instancia como esta y le abrió una perspectiva de negocio tremenda a mi familia”, señala.
Desde ese punto todo cambió, se abrieron oportunidades para lograr encontrar mayor rentabilidad, consiguiendo así entrar en un negocio más institucional. Proyectaron películas en los principales hoteles a lo largo del país, llegando al punto clave que fue el retorno a la democracia, donde los festivales de cine empezaron a hacer su aparición.
“La Bicicleta” de los Martínez llegó a la segunda edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia, donde han sido fieles colaboradores en proyección de filmes en 35 mm. La máquina pedaleó por diversos certámenes en Chile igualmente, tales como el Festival de Cine Mudo, el Festival de Cine de Antofagasta, el Festival de Cine de Lebu, entre otros.
Incluso, Manuel pudo viajar hasta Portugal para proyectar “El húsar de la muerte” (1925) con su máquina. El Ministerio de Educación contrató a la empresa para llevarla a la Expo Lisboa en 1998, trascendiendo desde el territorio nacional al extranjero. Por si fuera poco, la empresa Martínez Martínez estrenó en Rapa Nui la película “Ogú y Mampato en Rapa Nui” (2005), siendo de los primeros en lograr exhibir cine en la isla
El presente de los 35 mm
Don Manuel Martínez tiene hoy 99 años, por su edad ya no puede trabajar como proyeccionista, lo cual era su gran pasión. Él permaneció en la labor por más de 80 años, teniendo un amor incondicional por lo que construyó a base de esfuerzo y perspicacia. Es por ello que este cariño se preserva tal cual como un rollo de 35 mm, en las manos de su nieto Rodrigo quien dirige la empresa familiar.
Él señala que si bien en el presente ya no sale a cuenta proyectar en este formato, existen factores que permiten mantenerlo vivo en la sombra de lo digital. Es la textura, el color, el ruido de la máquina que proyecta, son distintos puntos que hacen del filme en celuloide una experiencia única al visualizar cine, y Rodrigo lo manifiesta.
“Algunos dicen “el cine como 35 milímetros murió”. No, no ha muerto aún. Si hay amantes del cine que les gusta el cine de 35 milímetros y que lo apoyan y están, eso no está en el control de lo digital”, asegura.
Lo más gratificante para Rodrigo es el saber que la gente llena salas en donde proyectan filmes, y que “La Bicicleta” se mantiene recorriendo espacios. “Mi abuelito puede estar alegre sabiendo que todavía su máquina sigue atrayendo gente y permanece proyectando películas”.
La labor que don Manuel Martínez ejecutó por años sigue vigente a través de sus aprendices y familiares, en un oficio que de a poco se ve menos. El cariño por el cine no es solo el crear o visualizar con pasión, también es enseñar y generar espacios para que cada persona pueda ilusionarse con la magia que se exhibe en la pantalla. Los Martínez mantienen viva una alternativa clásica a esa ilusión.