Lucky: sonreírle a la muerte
La ópera prima de John Carroll Lynch y última película de Harry Dean Stanton ofrece una profunda reflexión sobre le vejez, la soledad y la muerte
‘’Porque el tiempo es buen amigo, buen amigo de verdad’’ suena mientras el nonagenario Lucky (Harry Dean Stanton) inicia su rutina matutina: peinarse, fumar, ejercicios de yoga, ponerse las botas y el sombrero y salir de su casa, situada en un pequeño pueblo en medio del desierto, para ir a la cafetería.
Habiendo sobrevivido a todos sus contemporáneos, pero lleno de vitalidad y una salud envidiable, el protagonista de esta película disfruta de una vida pacífica y libre de preocupaciones hasta que una caída repentina le hace acudir al médico, para que este le dé el simple diagnóstico de que se está haciendo viejo, y no hay nada que pueda hacer.
La vida de Lucky da entonces un vuelco, y el anciano empieza a adentrarse en un viaje espiritual a través de escenas simples pero cargadas de significado, interactuando con los curiosos personajes del pueblo, entre los que destaca el excéntrico amigo interpretado por David Lynch, que busca desesperado a su tortuga perdida.
Si bien ante la muerte inminente surge el dramatismo, la apatía y el miedo, el ‘’venimos solos y nos vamos solos’’ en boca de Lucky, su viaje acaba siendo un canto lleno de alegría ante el inevitable paso del tiempo y el único cierto destino humano.
Lucky es una película sencilla pero llena de profundidad, calidez y poesía, que reflexiona sobre los temas esenciales como son la soledad, la vejez y la muerte, y que sirve como una bonita despedida con un papel que le viene al dedo al que ha sido considerado uno de los mejores actores del cine norteamericano.