Pasajes (2023): Caprichos, caos y crop tops

Pasajes (2023) es la historia de un antagonista. Escrita por Mauricio Zacharias e Ira Sachs y dirigida por este último, la película decide adoptar el punto de vista de Tomas (el hipnotizante Franz Rogowski), un director de cine caprichoso e inmaduro, cuya confusión e individualismo es la principal causa de la disfuncionalidad que lo rodea y acompleja.

La trama es bastante simple y funciona como telón de fondo para el estudio de los personajes y sus respectivos nexos: tras un par de años casados, el matrimonio de Tomas y Martin pasa por un mal momento. El último día de rodaje de una película de Tomas, este se acuesta con Agathe, a quien conoce esa misma noche. Naturalmente, esta infidelidad desencadena una serie de encuentros y desencuentros, tanto afectivos como sexuales.

Enmarcado en el pequeño mundillo burgués de las artes parisinas, el filme propone una experiencia de visionado extremadamente interesante y alejada de la tradición cinematográfica hegemónica: Sachs exige al público el ejercicio intelectual de confrontar el caos que Tomas continuamente desata en este triángulo amoroso. En sus 91 minutos de duración, como espectadores oscilamos entre la curiosidad, la expectativa, la desaprobación y una irresistible admiración por el impecable trabajo de vestuario y dirección de arte.

El carácter errático e impredecible del protagonista es exacerbado a través del lenguaje audiovisual, pues rara vez tenemos acceso (visual o dialógico) a su interioridad y por ello, su razonamiento. Ya sea en discusiones o encuentros sexuales, el rostro de Tomas es ocultado de forma bastante radical; encuadrando su nuca durante escenas completas, haciendo imposible leer sus reacciones o seguir el hilo de sus pensamientos. En una película donde la tensión sexual se desborda, esta decisión de proveer acceso limitado al personaje principal no solo enfatiza la impulsividad de sus decisiones (a ratos cuestionables), sino también expande la distancia entre este y el público.

A pesar de este alineamiento, un aspecto refrescante de la película es su aproximación naturalista y poco paternalista a los eventos que se van desencadenando, entregándose por completo al desorden, a diferencia de numerosas películas con temática lgbtq+ del último tiempo. El director se aleja de la representación monolítica, reduccionista y sanitizada propia de las obras realizadas con la intención de acomodarse a las sensibilidades de un público heterosexual. Se nota que Sachs, como realizador abiertamente homosexual, confía en la inteligencia y capacidad crítica del espectador, un elemento trascendental en su obra, evidenciado en películas como Love is Strange (2014) y Frankie (2019), donde la trama se desenvuelve sin emitir un mayor juicio moral sobre el devenir de sus personajes. En ese sentido, a Sachs no parece interesarle tanto la moraleja como la ilación entre actos aparentemente irreflexivos. Tomas, un narcisista empedernido, es la mayor encarnación de esta propuesta narrativa.

Existe la posibilidad de que los personajes configuren su propia versión de una familia, optando en contra de la monogamia y la heteronorma. Incluso en la misma película se presenta el caso exitoso de un núcleo familiar no tradicional, pero el gran obstáculo, el gran elemento desequilibrante, es el mismo protagonista.

Con actuaciones estelares de Franz Rogowski, Ben Whishaw y Adèle Exarchopoulos, “Pasajes” es una película cautivadora, frustrante, corporal, íntima, pero sobre todo confiada; un interesante retrato de un personaje indeciso del cual, a pesar de sus defectos, no podemos desviar la mirada.

“Pasajes” se encuentra disponible en salas de cine desde el 10 de agosto y prontamente en la plataforma de streaming MUBI.