“Piola” (2020): Radiografía
Por un lado, conocemos a Martín (Max Salgado), un joven de la pobla. Vive en Santiago, en una comuna sin grandes recursos y una de las tantas que han sido estigmatizadas debido a la delincuencia y a la drogadicción. Ama el rap y el hip-hop y, de hecho, de eso quiere vivir. Va al colegio, y aunque se ve un alumno “piola” —como el nombre de la película lo indica—, es un joven problemático. Su núcleo más cercano son sus amigos más que su propia familia, y no tiene mayor conexión ni con ellos ni con la realidad. Por otro lado, está Sol (Ignacia Uribe), una escolar ajena a los malos hábitos, teniendo la marihuana como su único vicio. Sol se pelea con su madre porque está en la edad en que los jóvenes se creen los dueños del universo; momento en donde se produce esa irremediable separación del seno materno, en donde cada uno sólo cree en sí mismo y está muy lejos de confiar los problemas con sus padres.
En alrededor de 100 minutos, “Piola” (Luis Alejandro Pérez, 2020) toma una foto de lo que pasa en las vidas de nuestros protagonistas, concretamente en un par de días. No es un filme en donde haya un objetivo que lograr, una misión que cumplir o algo indispensable que realizar; nos muestra la vida de estos jóvenes y de cómo inevitablemente se cruzan, lo que hacen, lo que conversan, lo que sienten y lo que organizan esos muchachos que están en la plaza, en la esquina, en la calle, riendo, fumando, bebiendo, cantando y/o peleando. La radiografía es esa, una realidad como todas, que existe día a día, y que puede ser muy invisible a los ojos de nuestra sociedad. Tampoco descifra algún mensaje secreto o nos da una solución al problema de la pobreza y la delincuencia en el entorno que presenta, pero sí nos dice que hay vida y existen sueños como en todas partes, como en todas las ciudades, como en todos los países; también en las poblas.
La película es el primer largometraje de Luis Alejandro Pérez. Anteriormente, el realizador chileno dirigió algunos cortometrajes que, claramente, lo ayudaron a preparar este filme. Si bien posee algunos planos débiles dado a secuencias que carecen de importancia dentro de la línea argumental, logra salir airoso, sustentándose en imágenes limpias y buen tratamiento de la cámara, captando la importancia de cada situación en los planos de forma general. Si bien no destaca en la fotografía, la música hace lo suyo: un hip-hop bien elaborado y ejecutado por bandas de la zona en donde se filmó el largometraje —y donde también vive el director— acompaña la vida de nuestros protagonistas a lo largo del filme.
“Piola” es un relato social. En una sola secuencia de la obra, el director realiza la comparación contra otra extensión de realidad nacional, pero de seguro no es la tónica ni menos marca la suerte de los personajes. Si bien no es una radiografía exacta de un grupo de jóvenes —dado que los matices entre costumbres, edades y valores familiares pueden marcar más de alguna diferencia—, tiene una mirada que para muchos puede llegar a ser sorpresiva, mientras que para otros resulta muy familiar. Demasiado familiar.
Tras su estreno virtual el 21 de noviembre de 2020, “Piola” se encontrará disponible desde el próximo viernes 12 de marzo en Netflix.
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