Punto de encuentro (2022): Entre la memoria y lo real
Este 2023 se cumplen 50 años del Golpe de Estado. Un hito para seguir reflexionando y donde el cine documental de posdictadura con foco en la memoria y los Derechos Humanos, ha desempeñado un rol clave en la justicia y reflexión del quiebre democrático de 1973. Un recorrido que inicia con “La Batalla de Chile” (Patricio Guzmán, 1975) y que ofrece un largo listado de obras notables, y al que el documental “Punto de encuentro” (Roberto Baeza, 2022), creo se sumará.
“Punto de encuentro” narra la historia de Luis y Alfredo, ambos torturados en Villa Grimaldi. El primero sobrevivió. El segundo es un detenido desaparecido. En la actualidad, sus hijos (Paulina y Alfredo), amigos y cineastas, conservan ese lazo con sus familias. Así, deciden reconstruir los últimos días de Alfredo, buscando rescatar su memoria mediante la ficción.
“Punto de encuentro” sigue la tendencia de obras como “Venían a buscarme” (Álvaro de la Barra, 2016) o “El Pacto de Adriana” (Lissette Orozco, 2017), en que una historia familiar es puesta en foco en la pantalla por los mismos realizadores. Un ejercicio terapéutico personal, pero también colectivo, que evidencia el modo en que ha impactado el golpe de estado en nuestros espacios más íntimos y con consecuencias hasta el día de hoy.
Aunque en un comienzo la idea original era realizar una cinta de ficción, el trabajo de investigación y grabaciones impacta de tal modo a la familia (quienes son también parte del proceso creativo, asesorando y acompañando a los actores), que produce una mutación en el guion, llevando a la cámara a registrar lo que ocurre detrás de ella. Una transformación que origina un documental mixto, trenzando la ficción y no ficción.
El choque emocional ocurre, por ejemplo, en escenas en que aparece la persona ausente en pantalla. Un impecable trabajo en la dirección de arte, logra que la representación sea un viaje en el tiempo desbordante. Generando sensaciones que superan totalmente a la película y al cine, una última oportunidad para escuchar y abrazar a ese ser querido.
Este nivel de impacto, logra que la cinta se tensione e increpe así misma, gatillando reflexiones poderosas: ¿El cine sana? ¿La memoria puede sanar? Incluso llevando a los protagonistas (simultáneamente realizadores) a preguntarse si lo que hacen es correcto “¿Qué le estoy haciendo a mi papá?” Se escucha cuando cae el peso de las emociones que se están desentrañando.
De este modo, el documental realiza un ejercicio de memoria que desdibuja los límites de la ficción y no ficción. Y utiliza los recursos cinematográficos para realizar una puesta en escena que se propone reconstruir y recuperar la ausencia. Otorgando un cierre a un duelo que se ha imaginado, soñado y anhelado. Un diseño o simulación que busca sanar, reparar o tal vez resignificar, pero que también abre heridas cicatrizadas, o enfrenta con emociones o discusiones que se han evitado o derechamente enterrado. Es una apuesta, una invitación que sale de la zona de confort y nos posiciona frente a conversaciones complejas y dolorosas. Algo que se ha evidenciado en la respuesta del público en los festivales en que se ha proyectado, puesto que, es un visionado que no deja indiferente.
Es un documental que lleva a otro nivel de profundidad la frase “Basado en hechos reales”, que podría haber acompañado la ficción originalmente pensada. Además, ofrece un diálogo transgeneracional e incluso interdimensional cuando vemos a actores en ficción dialogar con el personaje real que deben interpretar. Esta reciprocidad aporta nueva evidencia para comprender el modo en que, hasta el día de hoy, se pueden encontrar costos y daños causados por el golpe de estado de 1973. Por lo mismo, es una obra que revitaliza con más fuerza el “Nunca más”.
“Punto de encuentro” no deja indiferente. Tan íntimo como colectivo. Tan personal como social. Tan necesario como doloroso. Tan emocionante, conmovedor como interpelador. Es documental de memoria, cine político, cine de ficción, cine de no ficción, es cine experimental, es una puesta en escena. Un ejercicio de memoria reflexivo, inmersivo emocionalmente y que, en lo personal, ofrece un visionado donde el cine logra aproximarse a lo que hoy no está, y que pesará en nuestra alma por siempre.
Disponible en salas de cine nacionales desde el 20 de abril.