“Relatos salvajes” (2014): La satisfacción de perder el control
¿Cómo que ya pasaron 10 años desde que se estrenó “Relatos Salvajes” (2024)? La vida es un avión de la venganza a la juventud y me quiero bajar. Bueno, también me parece menos tiempo porque me tardé demasiados años en verla por primera vez. Pero cuando me senté en mi humilde habitación, me di cuenta de que estaba frente a una obra que es más grande que todo lo que se ubicaba en mi casa: un clásico latinoamericano hecho y derecho, una película que te revela qué es el cine una y otra vez.
La cinta se compone de seis historias sobre diferentes situaciones que sacan los lados más extremos de los protagonistas, quienes, ante el vértigo y la frustración titánica, descartan la lógica del accionar racional y aceptan de lleno sus impulsos instintivos.
Damián Szifron elabora cada historia cuidadosamente, con personajes variados y complejos, que atraviesan el vaivén de un relato que considera inicio, desarrollo, clímax y desenlace en un tiempo acotado. El director logra contar un mundo de múltiples dimensiones en cada corto, en diferentes escenarios y con temáticas muy distintas que a momentos, podrían ser hasta contrarias. Y pese a ello, no deja de ser una película por sí misma y muy completa, generando que las diferentes historias se unan por un hilo que cruza el centro de cada propuesta.
El guion es el avión de Pasternak, que sube y baja, que nos adentra rápidamente a los episodios, nos lleva hasta el límite y nos saca en el momento justo; nos calma por un momento en línea recta, para luego subir de a poco hasta el borde del abismo y lanzarnos a lo caótico, a lo impredecible; pero, por sobre todo, al placer de experimentar el camino que nunca tomamos.
Porque es un viaje en automóvil estruendoso y vertiginoso, mas es un viaje compartido: vernos en esos lugares, situaciones con las que empatizamos e incluso que podríamos vivir, momentos en los que actuamos como ciudadanos de bien para no detonar el caos; pero que este filme nos permite cambiar esa experiencia, nos da la oportunidad de vivir lo que nos prohibimos siquiera desear, nos sumerge en la satisfactoria sensación de perder el control, de asesinar por venganza, de estrellar a la amante en el espejo, de dejarse llevar por los salvajes instintos que todos los días mantenemos a raya.
“Relatos salvajes” usa las situaciones extremas para explorar ese lado de la humanidad que todos llevamos dentro, esa pulsación tan conocida como ajena, el oscuro deseo de desquitarse frente a las injusticias personales sin medir consecuencias. Dejarse llevar, saltar del precipicio y disfrutar en gracia la caída antes de golpear el piso.
Graciosa, oscura y profundamente placentera, definitivamente no hay que perderse el reestreno de “Relatos Salvajes” y así tener la oportunidad de vivir esta caótica experiencia en los cines. Disponible en salas nuevamente desde el 12 de septiembre.
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