Tan inmunda y tan feliz (2022): Memoria disidente, patrimonio travesti
¿Quién fue “Hija de perra”? Una pregunta que no se responde con simples datos biográficos. ¿Un personaje? ¿Una performance? ¿Una declaración? Probablemente, cada aproximación sea insuficiente y equivocada. Es que su mera existencia queda fuera de toda norma.
Dirigido por su amigo y cómplice Wincy Oyarce (La última vedette – 2017, Empaná de pino, 2008), el último estreno del programa MIRADOC, es un collage de imágenes y registros audiovisuales que funcionan como rito de despedida ¿Homenaje? y memoria de Hija de Perra.
Un recorrido por recuerdos, anécdotas y emociones, acompañado por la voz en off del propio director, quien interrumpe y reflexiona en la memoria. Un elemento clásico y tradicional de este tipo de documentales, pero que curiosamente en este caso logra, un efecto emotivo y afectivo, de los vestigios audiovisuales que se rememoran. Porque el archivo de su amigo, va más allá de grabaciones de presentaciones o ensayo, incluye registros únicos repletos de intimidad y espontaneidad, coherentes con lo que conocemos desde la puesta en escena.
El documental aporta capas de realidad y evidencia que más que performance, “Hija de perra” era una auténtica grosería sexual y un pintoresco personaje bizarro. Aunque cada intento por encasillarla, nos aleja más de su personalidad.
Es que Hija de Perra no solo es revolucionaria, sino que inclasificable, como señala en sus propias palabras:
“Soy para otros de una raza sospechosa, de difícil clasificación: repugnante, obscena, ofensiva, deshonesta, nauseabunda, viciosa, inmoral. De características muy confusas para quien me aprecia en plenitud”.
Contestataria incluso ante lo queer: “Sabemos que cualquier etiqueta es provisoria y responde a una complicada e indudable estrategia. Vamos desflorando palabras para tocar lo que nos rebasa y se nos adelanta”.
Ahora bien, en este viaje por la memoria y los recuerdos, se nos ofrece una última performance, donde encontramos un rito – homenaje, una especie de asunción de la santa liberadora de las represiones sexuales. Este toque de ficción, aporta lo inédito y se valora en el contexto de duelo del director ante la ausencia de su cómplice audiovisual.
Patrimonio disidente y memoria travesti, “Tan inmunda y tan feliz” es una carta al pasado vivo hoy, para descubrir y re-descubrir no solo una amistad, sino que una complicidad audiovisual. Pero por, sobre todo, es el regalo de un amigo que nos comparte una nueva, pero última, aventura contestaría de agitación de horror ante la norma.
“Tan inmunda y tan feliz” de Wincy Oyarce fue estrenado en salas de cine el 20 de julio.
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