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21 noviembre 2024, 06:49 AM | Actualizado | Chile
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“Tesoros” de Flavia Furtado: Ontología del cachureo

¿Cuál es la diferencia entre un artículo de colección y un cachureo? Resulta que soy una experta en el tema, y en mi humilde opinión, la distinción se reduce meramente a una cuestión de estatus. En “Tesoros” (2023), Flavia Furtado se embarca en un recorrido caleidoscópico por distintas ferias de Latinoamérica, revalorizando el acto de cachurear, otorgando protagonismo a los objetos y teorizando en torno a la memoria de las cosas.

Con una handycam adquirida en la feria, Furtado hace de arqueóloga e historiadora, fragmentando el relato en tres voces: la suya, el testimonio colectivo de los feriantes y la de una mujer maga (Lucía Furtado) que narrativiza el origen de los objetos. Con una curiosidad que sólo puede ser descrita como vardiana, el filme aborda la práctica de cachurear, (o espigar, como lo definiría la directora belga). Si bien el “cachureo” y sus derivados corresponden a una chilenización de la palabra “cachivache”, el acto en sí constituye una práctica universal y hereditaria, una que en gran parte se transmite de abuelas a madres y de madres a hijas. Es idiosincrático y ecuménico, una tradición que, como plantea la directora, siempre existió y siempre existirá.

Con su estética casera y cámara copuchenta, el documental se plantea como una mímesis sensorial de una ida a la feria. El ejercicio audiovisual de posar los ojos inquietos en aquel mosaico de cachivaches remite a los evocativos Precarios de Cecilia Vicuña, una serie de pequeñas esculturas elaboradas con objetos abandonados en la playa. De manera similar, a través del registro de una praxis cotidiana, Furtado deviene en un asunto existencial: ¿Qué constituye un tesoro? ¿Qué características determinan que un objeto es basura? ¿De dónde vienen los cachureos? ¿A dónde se van?

La respuesta es compleja y nos obliga a enfrentarnos a una cruda realidad: como mencionan los entrevistados, la feria es un oficio sumamente precarizado, un reflejo (y consecuencia) de un sistema económico que todo lo descarta. En el documental se menciona reiteradas veces que los artículos a la venta provienen de la basura de los ricos. Por consiguiente, este espacio se entiende bajo la lógica de una economía circular, no gracias al capitalismo, sino a la apropiación de un oficio que ofrece una nueva vida útil a los objetos y alimenta a un porcentaje considerable de la población. La feria es un submundo, una máquina del tiempo; lo que está a la venta es el pasado, lo aparentemente obsoleto. Visto de esta manera, cachurear es resistir. Es rechazar la obsolescencia programada, el consumo voraz, las tendencias, lo inmediato, lo fácil, lo desechable y lo insostenible.

Si bien la cinta se aventura en un complejo tejido social, prácticamente no hay presencia de rostros humanos. En su lugar, objetos inanimados cobran vida. Los cachureos, entendidos como valiosos artefactos históricos, ejercen también como dispositivos simbólicos, los cuales sólo se desbloquean a través de una búsqueda activa de una mitología de cada territorio, tanto a nivel local como continental.

Quizás suena ingenuo, pero es verdad que los cachureos son portadores de una cierta magia. Furtado señala que al ir a la feria “siempre encuentras lo que buscas o a veces los objetos te encuentran a ti”. Estos poseen agencia y memoria; peso y valor arqueológico. Por ello, cachurear no es un simple capricho o señal de inmadurez. Por el contrario, es una forma de acceder, apreciar y atesorar siglos de historia, un espacio liminal entre pasado, presente y futuro.

“Tesoros” es la ópera prima de Flavia Furtado y tuvo su estreno en el Festival de Cine Documental Docket en Ecuador.

¡Revisa el trailer de “Tesoros”!

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