“The Fall” (2006): Baile exquisito entre realidad y fantasía
Situados en la California de los años 20, dos extraños que confluyen en un hospital crean, sin saberlo, la historia de sus vidas. Roy Walker (Lee Pace), un audaz doble de riesgo que tras saltar de un puente, pierde la movilidad en sus piernas, se cruza con Alexandria (Catinca Untaru), una niña inmigrante que se fracturó el brazo al caerse de un árbol. A través de esta conexión, Tarsem Singh nos propone indagar en un cuento que entrecruza el bien y el mal, dos fuerzas opuestas que coexisten en una delicada dualidad.
La niña, guiada por su curiosidad, investiga el hospital y accidentalmente, se cruza con la habitación de Roy, quien comienza a relatarle una historia centrada en cinco personajes que buscan venganza. A medida que Roy narra, Alexandria imagina los acontecimientos y mientras la relación entre ambos se estrecha, la película comienza a entrecruzar realidad y fantasía de manera fluida e intercalada.
La dualidad implícita en la historia de “The Fall” se ve reflejada en la fotografía: la realidad, en un hospital, presenta colores apagados, bajo contraste y un tono solemne; en cambio, la fantasía se desarrolla en lugares con colores vibrantes y un alto contraste en las escenas, despertando emociones intensas y desviando la atención del espectador hacia el cuento que está siendo narrado. El director crea una atmósfera subjetiva y onírica, donde se resalta que la historia transcurre por fuera de la realidad, en un mundo que puede manipularse a gusto y piacere.
A medida que avanza la historia y atrapado en su desesperación, Roy comienza a aprovecharse de la inocencia de la niña en busca de su propio beneficio, priorizando su egoísmo sobre la relación. Lo que al principio parecía una conexión desinteresada se transforma en algo mucho más complejo, y la fantasía que Alexandria crea a su alrededor comienza a alterarse. En este punto, “The Fall” suma nuevos elementos que profundizan aún más la dualidad presente en la trama, donde la depresión empieza a jugar un papel fundamental en el desarrollo del personaje de Lee Pace, enfrentando la inocencia absoluta.
La niña con su visión pura del mundo, refleja la sorpresa de la vida, pero también es un espejo de las sombras que atormentan a Roy, recordando el compromiso que conlleva la existencia. Esta responsabilidad se manifiesta en la urgencia de finalizar la historia que él está narrando, tanto por ella como por él mismo. La película resalta la necesidad mutua existente entre los personajes para confrontar sus realidades: por un lado, Roy tiene en sus manos el poder del relato; por otro, Alexandria busca en la fantasía un medio de escape. Mucho se habla del poder de la imaginación, pero en pocos lugares se ve reflejado como en esta película. La creación de una historia se convierte en una forma de redención para los personajes, donde la ficción les ofrece la oportunidad de sanar.
La caída evoca dualidad, puede ser un elemento opresor o liberador. Para Roy, la caída simbolizó el fin de su mundo, desembocando en una crisis de sentido; en cambio, para Alexandria, implicó el inicio de uno nuevo. Si bien existe una caída real, la película aborda esta acción como una oportunidad y no como una inseguridad, utilizándola como un elemento simbólico, que trasciende a la trama desde lo subjetivo hacia lo objetivo. Caerse implica la pérdida de control y estabilidad, pero esto es necesario para desestabilizar nuestras creencias y abrir paso a nuevas experiencias.
Tarsem nos guía en una fábula conmovedora que nos hará reflexionar sobre nuestras responsabilidades afectivo-morales con los demás y, sobre todo, con nosotros mismos.
“The Fall” (2006) se encuentra disponible en una versión remasterizada en el servicio de streaming MUBI.