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22 noviembre 2024, 06:22 AM | Actualizado | Chile
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Triangle of Sadness (2022): la desproporción moral de la riqueza en la sociedad de las apariencias

Dentro de las grandes expectativas que hay de cara a los Premios Oscar 2023 y sus nominadas a Mejor Película, hay varios nombres que asoman como candidatos a quedarse con esa estatuilla que asoma al final de la noche. Una de las cintas que no ha tenido tantas luces dentro de esa categoría a diferencia de sus rivales -y que personalmente me llamó la atención por ser la ganadora de la Palma de Oro del 2022- es Triangle of Sadness, película del director sueco Ruben Östlund.

Esta es su primera obra de habla inglesa, siendo la sucesora de su aclamada The Square (2017), también premiada con el máximo galardón de Cannes. Es uno de los directores predilectos del último tiempo en los circuitos europeos, haciendo su debut en un idioma universal con un elenco internacional para el crucero de alta gama que es el “Triángulo de la Tristeza”, nombre con el que el filme llegó al mercado latinoamericano.

La cinta se divide en tres partes, en su primera mitad destaca por ser una brillante sátira sobre la decadencia de la clase alta y la obsesión por la belleza y las apariencias. Desde el primer momento, Östlund nos sumerge en un mundo de opulencia y exceso, presentando a una joven pareja de modelos, Carl y Yaya (Harris Dickinson y Charlbi Dean), que se embarcan en un crucero de lujo en busca de unas vacaciones que le den energía a su relación.

La narración pausada y la presentación coral de los personajes permiten que la historia se desarrolle de forma intrigante, mostrando la superficialidad y la estupidez de los personajes de la clase alta. El uso de la belleza como herramienta para mostrar las obscenidades de la riqueza es un recurso utilizado de forma acertada por Östlund, quien nos regala imágenes impactantes e incómodas como por ejemplo lo es la secuencia de la cena con el capitán interpretado por Woody Harrelson (la mejor en mi opinión).

La última parte de la película sin embargo me parece un desaprovechamiento de la profundidad del mensaje que intenta maquillar el director sueco. Tratando de hacer hincapié en la lucha de clases, la venganza como medio de la justicia social y la necesidad de conservar el status, el doble ganador de la Palma de Oro se queda corto con la narrativa para llevarla más allá de lo que a simple vista se aprecia, donde termina nadando en una especie de cinta al estilo de Monty Python, pero sin brillar tanto en el humor. ¿Por qué el rico y el pobre terminan bajo el mismo juicio de valor en la película cuando siempre fue desproporcionada la forma de vivir de los primeros?, no sé si seré el único que se lo pregunte.

No quiero desvalorizar el enorme trabajo cinematográfico que logra “Triangle of Sadness”, que para mí contiene elementos fotográficos de alta talla, con una visual estética algo plástica que me recuerda un poco a Yorgos Lanthimos, atributo acertado si pensamos en el tópico que se basa. Me causaba mucha intriga ver esta película por su premisa tan actual, viendo por ejemplo cómo los influencers hoy en día se preocupan más de evidenciar su estatus frente al resto, como la escena en la que Yaya se fotografiaba con tallarines en su plato para finalmente no comérselos.

Todo esto se ve excelente y entretiene de buena forma durante las dos primeras partes, pero en el momento en que llegan a la isla (no diré cómo) para mí se desvirtúa la esencia de la película. En una especie de visión social como Parasite (2019) pero sin tomar en cuenta a grandes rasgos las diferencias sociales y morales que construyeron el filme, Östlund pierde las riendas del gran setting que formó en el crucero, con un elenco que nunca terminó de presentarse de buena manera frente a la audiencia a la que intenta convencer de que el rico y el pobre son iguales cuando el poder se les presenta en bandeja.

En definitiva, Triangle of Sadness (2022) es una película que para los amantes del cine resulta interesante por su temática, pero puede generar opiniones cruzadas que no aseguran una valoración estándar. Una buena sátira, con una fotografía impecable, una narración inteligente pero poco jugada que termina empujando una obra que pretende generar reflexiones sobre la plasticidad del privilegio en un mundo aturdido por la lujuria y la necesidad de aprobación estética.

Triangle of Sadness (2022) compite en 3 categorías de los Premios Oscar, destacando sus nominaciones a Mejor Dirección y Mejor Película.

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