
“Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas” (2024): La maravilla del movimiento
No es sorprendente afirmar que el stop-motion es una técnica compleja. Aunque ampliamente conocida, esto no implica necesariamente una conciencia profunda sobre sus exponentes o la diversidad de materiales empleados. El cine de animación checo, por ejemplo, la dominó mediante el uso de marionetas, como puede apreciarse en el trabajo de algunos de sus máximos representantes: Jiří Trnka y Jan Švankmajer. Aun así, lo cierto es que el stop-motion parece más concentrado en la arcilla o la plastilina, con lo que devino en un término concreto: claymation. Co Hoedeman lo emplea en «The Sand Castle» (1977) y el mismo Švankmajer experimenta con la técnica en «Dimensions of Dialogue» (1982) o «Darkness, Light, Darkness» (1989). Más allá, el estudio británico Aardman Animations, se ha especializado por completo en esta forma, dando pie a trabajos como «Shaun el cordero», «Pollitos en Fuga» o «Wallace y Gromit», esta última con un reciente estreno.
Contrario a lo que podría esperarse, esta nueva entrega no es una historia independiente, sino una secuela directa del cortometraje «Los pantalones equivocados» (1993) la segunda aventura de la dupla. En ella, se establecen los peligros derivados de las invenciones de Wallace, ese torpe bonachón, así como los ingenios y padecimientos de Gromit, su leal compañero. También introduce a Feathers McGraw, un pingüino ladrón que se ha convertido en uno de los villanos más emblemáticos de la saga.
En “La venganza se sirve con plumas” (2024), aquel enemigo vuelve buscando venganza tras pasar años encerrado. La dupla tiene que hacerle frente siguiendo la misma estructura de todas sus antiguas apariciones: Wallace ignorará el peligro hasta que sea demasiado tarde, y Gromit pasará de un lado a otro resolviendo los misterios y enfrentándose a los peligros que acechan su tranquila vida. Al mismo tiempo, darán cabida a otra dupla, formada por el policía Albert Mackintosh (quien ya apareció en “La batalla de los vegetales” de 2005) y la novata Mukherjee, que investigan un crimen aparentemente relacionado con Wallace y una de sus invenciones: los Norbots, unos robots hiper avanzados que se convierten en la piedra angular del plan de Feathers McGraw.
Así, un inventor superdotado, un perro mudo e inteligente, un policía inepto y su entusiasta protegida, se ven en el centro de una conspiración formada por un pingüino ladrón especialmente creativo. No hay forma de colocar estas cuestiones sin que suene a una alucinación lisérgica o un sueño desbocado, pero es que justamente en ello reside la gracia de esta película y de gran parte de la animación en general.

«Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas» (2024) marca el regreso del icónico villano Feathers McGraw, quien apareció por primera y última vez en la cinta «Los pantalones equivocados» de 1993.
Ante la ausencia de una lógica realista, podemos centrarnos en las escenas con la expectativa de la mayor creatividad. En este sentido, las historias de Aardman evitan los caminos convencionales: un obstáculo puede dar lugar a una invención improvisada, un peligro puede resolverse con un gag y un enigma puede hallar su solución en un error, el azar o un calculado gesto de torpeza. Lo importante no es el qué, sino el cómo, lo que nos lleva a una pregunta clave: ¿cómo pueden los personajes escapar de la situación que el guionista ha creado para ellos? Es ahí donde las aventuras de la dupla brillan con mayor intensidad, impulsando la imaginación y la sorpresa, sumergiéndonos en una locura progresiva que alcanza cuotas de ironía y dramatismo especialmente ridículas.
Solo hay que fijarse en su antagonista. Feathers McGraw se presenta como un antónimo del perro Gromit. Ambos se comportan de manera silenciosa, eficiente y desbordando creatividad. Sus acciones continuamente nos cuestionan la credulidad y nos obligan a esperar una sorpresa para la que nunca estamos preparados. A su vez, se tornan los personajes más icónicos de la saga porque consiguen personificar su humor y su ausencia de lógica al mismo tiempo, ironizando estas cuestiones. Las exageraciones y ridiculeces pasan por el filtro británico del deadpan, adquiriendo una seriedad impostada y autoconsciente. Un pingüino se convierte en un peligro para la seguridad de toda una ciudad; uno que encima usa un guante a modo de disfraz para hacerse pasar por una gallina; que además no habla, y que se muestra especialmente villanesco cuando la situación lo requiere. Tornando la vida de Wallace y Gromit en un infierno.
Sin embargo, este villano se apoya en una amenaza aún mayor. Resulta curioso que en este caso la invención adquiera una naturaleza agresiva y antagónica tan directa, al punto que pareciera existir un diálogo subyacente con nuestra adhesión y dependencia de la tecnología al presentarse un robot que puede facilitar nuestra vida, pero que también, se convierte en la perdición de sus personajes. La película presenta un robot que puede facilitarnos la vida, pero que, al mismo tiempo, se convierte en la perdición de sus protagonistas. Una clara alusión a los temores y proyecciones que rodean a la inteligencia artificial, representada de forma sencilla y divertida en una de las secuencias del filme.
Y ello no sería del todo sorpresivo. Uno siempre puede (intentar) encontrar un mensaje en las tramas y personajes. El cine de animación no es ajeno a las realidades políticas o existenciales que asolan el espíritu humano, a pesar del calificativo impuesto por el dominio Disney como “infantil”. No hay más que ver los trabajos de Chris Landreth, Amanda Forbis, Wendy Tilby o Theodore Ushev para notarlo. Pero en el caso de Wallace y Gromit regresamos a algo más primordial: al deleite del ingenio y al sentimiento maravilloso que despierta en nosotros cuando nos encontramos con lo extraño y lo diferente. Eso que ilustra, y que tal vez solo puede ilustrar, de la manera más bella, la animación.
«Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas» (2024) fue nominada a Mejor Película Animada en la última versión de los Premios Oscar. La cinta se encuentra disponible para su visionado en la plataforma Netflix desde el pasado 4 de enero.