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03 diciembre 2024, 14:32 PM | Actualizado | Chile
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“White noise” (2022): La norteamérica existencialista

Siempre he pensado, ¿cómo reaccionaría el director de esta cinta si le contara a qué películas me evoca su obra?, cuando me lo pregunto fantaseo con haber dado en el clavo. Noah Baumbach se instala por cortesía de Netflix en una discusión con “White Noise” (2022) una cinta que, en términos de recepción, se encontrará con grupos disconformes, confundidas y frustradas que no se darán el tiempo (de manera más que válida) de ver la película hasta el final.

Para efectos de esta reseña, ignoraré la novela en que se basa el guion adaptado de Baumbach, para entregarle lugar a mi propia percepción y sensibilidad. Por supuesto, aquel origen literario de la historia no está oculto y es, acaso, pomposo y evidente en la prosa tanto visual como escrita, en la expresión ingeniosa y elegantemente atropelladora de cada personaje. Aquella cualidad la transforma de entrada en una película desafiante, pero que, en su distinción, te invita por una cerveza a través de su acidez, sarcasmo e intención satírica desde sus primeros minutos. La artesanía y delicadeza visual que despliega, ya nos hace sentir en buenas manos y nos inscribe para el largo aliento. Y vaya que el aliento es largo, porque tenemos una historia contada en tres partes.

En primer punto, un análisis con tanto sentido del humor como profundidad de los paralelos entre la vida de Elvis y Hitler y la relación con sus prosélitos, expulsado de las vísceras del teatro neoyorquino con excelencia por parte de Don Cheadle y Adam Driver. Para luego entrar en una segunda parte donde una nube tóxica obliga a la caótica evacuación de nuestro protagonista con su esposa e hijos de distintos matrimonios por ambos lados. Con las primeras gotas más densas y visibles de existencialismo, transformando la histeria y el desinterés en una pelota que los personajes se pasan de un lado a otro de manera lúdica y significativa. Además de incluir una declaración de principios o quizás una x en el calendario o de manera más esperanzadora, la fundación de una nueva corriente de ideas creativas pospandémicas, por medio del discurso de un señor de aspecto deteriorado y de salud mental aparentemente decadente que se gana los aplausos de las personas escuchándolo en el albergue gritar: “Estamos en cuarentena”.

Concluimos la tríada de co-relatos con el desenlace de uno de los misterios presentes a lo largo de la trama, además del vehículo principal de surrealismo en la historia, la adicción a un medicamento desconocido de la esposa del protagonista, llevada a la vida por la esposa y musa de Baumbach, la escritora y directora, Greta Gerwig. En su rol, secuestra la historia y sus matices para hundirla en profundidades de las que no saldremos hasta el final.

La cinta nos pone sobre la mesa de forma explícita, el miedo a la muerte (el agua en los ojos que tanto anhelábamos desde el principio), el capitalismo maquillado de payaso de mal gusto, la violencia, la cualidad asesina del hombre como género y la surrealidad iluminada. Al igual que Blade Runner, para darnos un clímax que desemboque a modo de epílogo en la escena del hospital/iglesia, donde la acidez del relato termina de deshacer la tela y nos muestra a una monja/enfermera, burlándose de la credulidad del cielo como paraíso post mortem y admitiendo su lugar en la sociedad como los que “tienen la tarea de creer en lo que nadie más toma en serio”.

Ese quizás sea el momento en el que Noah Baumbach con su guion literario y sus texturas visuales análogas, está hablando a través de su película y defendiendo su labor de autor, oficio que por medio de expresiones rebeldes y honestas seguirá a salvo por un año más.

Si lo encuentro en la calle, le diré que me hizo pensar mucho en Charlie Kaufmann, haciendo del calvario interno de su protagonista, una catástrofe mundial, y esperaré sorprenderlo con la confirmación de que nos contó la historia que él quería contarnos, aunque ni yo, ni el mundo, ni imdb, ni el usuario de netflix lo entendamos, su ruido blanco es una señal de los tiempos.

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