Elvis (2022): Agobiante fama
Una de las gracias que tienen las biopics acerca de grandes artistas musicales en general es el que, aparte de observar una historia medianamente bien contada teniendo o no el visto bueno de la celebridad en cuestión, se puede jugar abierta y efectivamente con la espectacularidad que nos da el personaje. Y no se necesita una estrella que de por sí sea extrovertida para poder jugar con las mismas herramientas en una película, solo se requiere tener un buen director y una historia que contar. Acá nos encontramos con una de esas películas sobre un artista que nos faltaba, una de las estrellas más rimbombantes que ha tenido la música universal, la vida de Elvis Aaron Presley.
Dirigida por Baz Luhrmann (Moulin Rouge!, 2001 – The Great Gatsby, 2013), cuenta con todos los elementos técnicos, visuales y sonoros que ya hemos podido ver en otras biopics (Bohemian Rhapsody, 2018 o Rocketman, 2019), por solo nombrar algunas, porque la ganancia está en como acomodar una secuencia de escenas en algo que explote, que prenda fuego, que cobre vida y que emocione a quien quiera que la vea. Y Luhrmann lo logra, porque aprovecha de jugar con la emocionalidad utilizando al protagonista que ya cautiva por sí mismo con solo pararse en el escenario. También jugó con la ansiedad del espectador, al no mostrar el rostro de Presley en sus inicios de joven cantante hasta alrededor de los primeros 15 minutos del filme.
Elvis Presley está personificado por el actor estadounidense Austin Butler (Había una vez en Hollywood, 2019), quien canta la totalidad de las canciones que aparecen en el filme, lo que le significó tiempo de ensayo no solo en lo actoral para moverse y hacer el shake de Elvis, sino que también para lograr el timbre de voz tan característico del cantante. Su trabajo es uno de los pilares de la película, especialmente al recrear escenas icónicas. Y como en toda buena historia debe existir un antagonista, este rol recae en Tom Hanks como el famoso Coronel Tom Parker, representante del artista, y que quien como él mismo indica al inicio de la película, lo culpan de “matar” a Presley.
Como no todo es solo escenario, el papel de Priscilla Presley es interpretado por una impecable Olivia DeJonge, quien se encarga de poner la luz y la sombra en la vida íntima del artista, y es donde se desarrolla la parte más dramática del filme. Sin excesos ni violencia, podemos presenciar como es el interior de la familia Presley, como lidian con la fama y con la posterior adicción de cantante, aportando un ritmo íntimo y familiar, que dialoga con el espectáculo del personaje en el escenario.
Exponer los inicios de Elvis hace que, para los que nunca nos interiorizamos demasiado en la vida del cantante, comprendamos muchas cosas acerca de sus influencias musicales y como se fue forjando la imagen que todos conocemos. También sabemos quiénes lo rodearon, quiénes fueron buenas y malas personas, cuanto influenció el círculo íntimo en la vida de Presley. Estos elementos forjan un recorrido biográfico y musical con el sello Luhrmann, por momentos de ritmo avasallador.
¿La película adolece de algo? Si bien los 160 minutos condensan muchas cosas que se deben contar, quizás faltó ahondar en algunos episodios del cantante, pero habría extendido en demasía la duración de la cinta. Técnicamente es una película que cumple en todos los aspectos, fotografía, montaje, edición, efectos especiales, todo está ahí.
Una entretenida biopic la cual se recomienda ver en cines por todo el despliegue luminoso, escénico y auditivo que posee. Si hasta el logo de Warner Bros se engalanó de oro para tal exclusivo evento.
Aunque se trata de una cinta estrenada lejos de la temporada de premios (inicios de 2022), ha retornado a salas puesto que se encuentra nominada a 8 premios de la Academia, incluyendo Mejor Actor, Mejor Sonido y Mejor Película. Es la cinta que puede dar la sorpresa en la noche de la ceremonia.
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