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Disco de Oro (2023): testarudez más locura es igual a éxito

“Spinning Gold” es el nombre original de la biopic acerca de la vida de Neil Bogan, quien fue en la década de los ’70, el fundador y dueño de la compañía discográfica Casablanca Records, responsable de poner en los ojos y oídos del planeta a artistas como Bill Whiters, Village People, Kiss y Donna Summer, entre otros. La cinta está escrita y dirigida por su hijo Timothy Scott Bogart.

La cinta, ambientada en la época de nacimiento de la onda disco, muestra una vida de sueños cumplidos, otros frustrados, amores incompletos, ajuste de cuentas, competencia desleal y mucho sexo, drogas y, por supuesto, Rock ‘n Roll.

Aunque “Disco de oro” no logra ser tan abrumadora como lo fueron “Elvis” (2022) o “Rocketman” (2019), puesto que es distinto retratar la vida del dueño de una casa discográfica comparada a la de un músico. De todos modos, el relato de la película ofrece un ritmo dinámico. Aunque al tener una variedad nada despreciable de artistas a mostrar, se podría haber hecho, tal vez, algo más. Es así como desfilan artistas de la talla de Bill Whiters e Isley Brothers, poniendo el toque soul “de color”. También aparece en escena la mítica banda Kiss, con ellos ocurren por lo menos, dos situaciones que desconozco, si son de conocimiento general, quizás sí lo son para los fanáticos más duros de la banda. Village People y “LaDonna” son la guinda de la torta para narrar los momentos en que la compañía iba a la quiebra. En todo ese intertanto, se hacen comunes las disputas con el otro sello imperante de la época, Motown Town, por más de una levantada de artistas y otras acusaciones.

En cuanto a la vida personal de Bogan es poco lo que se cuenta, más que su matrimonio y su segunda pareja no aparecen mayores detalles. El fuerte está en la música, en los artistas, en su relación con sus pares, colaboradores y músicos en sí. Algunas escenas tienen mucho de surrealista, por lo que el espectador debe decidir si esos hechos ocurrieron realmente o son una pomposa exageración para resaltar algún importante episodio.

Otro punto interesante es que el protagonista está constantemente rompiendo la cuarta pared, es decir, le habla directamente al público tras la pantalla. Este recurso lo utiliza para reforzar o explicar alguna que otra situación que acabamos de ver o que en ese momento comenzaremos a presenciar. Elemento diferenciador con otras biopic.

El largometraje, de más de 120 minutos, goza de una buena producción técnica y actuaciones dentro de lo normal. Aporta una buena fotografía, logrando que el espectador esté inmerso en la década de los ’70, empleando paletas de colores y recursos propios para recrear la ambientación. Sin embargo, y como era de esperar, es la vasta y rica banda sonora que se lleva todos los aplausos. Con una excelente calidad de sonido, las canciones y las melodías de varios estilos musicales inundan la sala y nuestros oídos para un deleite que pocas veces podemos experimentar en sala.

“Disco de Oro” habla de un tipo prácticamente desconocido en estas latitudes, por lo que con seguridad cada situación que plantea la película es algo que desconocemos, por lo que se hace impredecible conforme pasan los minutos. Sin ser una gran película, teniendo algunos baches en ritmo en la mitad del filme, sin duda es una buena experiencia cinematográfica que vale la pena disfrutar. Especialmente para amantes de la música de los ’70.

“Disco de oro” se encuentra disponible en salas de cine desde el 1 de junio.

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