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21 noviembre 2024, 10:01 AM | Actualizado | Chile
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Aftersun (2022): Dolor desbordante

¿Qué más se puede decir de una película multipremiada y alabada en el mundo entero? ¿Cómo aportar con una reseña más sobre ella? Ante estas interrogantes, recurro a la cita de Martin Scorsese con que Bong Joon Ho agradeció los premios Oscar ganados con “Parasite”: “Lo personal es lo más creativo”. Y es que esta película puede tocar nuestras fibras más íntimas. Por lo mismo, declaro que escribo esta reseña como persona que se ve reflejada en la historia.

“Aftersun” (2022) es la ópera prima de la directora Charlotte Wells y es un drama que nos presenta a Calum y Sophie, padre e hija. En particular, el recuerdo de sus últimas vacaciones juntos. Su memoria en el presente, son piezas de un puzzle emocional con vacíos que continúan sin encajar.

La cinta por momentos se percibe como una historia estilo “coming of age”, en que vemos la incipiente adolescencia de Sophie y la construcción de su identidad. En paralelo, seguimos un drama familiar en la relación padre – hija, especialmente en el arco que se realiza entre los recuerdos y el presente de Sophie. Ambas líneas se cruzan y enriquecen mutuamente.

En los aspectos técnicos, la cinta ofrece un delicado y hermoso trabajo de fotografía y sonido. En la primera dimensión, los recuerdos en formato handycam ofrecen un sentido de realidad, tal cual miramos nostálgicamente nuestras propias grabaciones caseras. Del mismo modo, existen tomas en que se ve a los protagonistas en reflejos o donde lo relevante ocurre en los bordes de la cámara. Una sutileza que nos recuerda que aquellos márgenes o lo que nos cuesta mirar o enfocar, es también parte de nuestra identidad.

La directora logra expresar en lenguaje cinematográfico el proceso de construcción de la memoria. Muy similar al proceso de revelado de una pequeña fotografía instantánea: lenta, progresiva, sin necesidad de una gran calidad en su definición, pero inseparable en su valor. Una imagen incompleta, que con el paso del tiempo incluso se vuelve difusa, puede perturbar o dar paz.

En el plano sonoro, sin duda lo magistral es el uso estratégico de la banda sonora, con dos temas icónicos en la cultura popular como son “Losing my religion” (REM) y “Under pressure” (Queen con David Bowie). Ambos instantes son hitos claves en el desarrollo de los personajes. Letras que hablan por ellos y que indican que lo que sienten en esos momentos resonarán a lo largo de su vida. Una fusión entre realidad, memoria, melancolía y dolor. Una apuesta audiovisual, que en lo personal, ofrece una de las experiencias más emotivas que he presenciado en una sala de cine: conmovedora en su belleza y desbordante en la angustia. Un abrazo y último baile que aprieta el corazón hasta el llanto, y a la vez es reconfortante y esperanzador.

“Aftersun” es una película de indicios. Aunque puede resultar simple la historia si vemos solo los eventos que suceden, en realidad cada nueva escena aporta capas de profundidad, especialmente en el plano emocional de los protagonistas. Y esto queda en evidencia con el arco pasado – presente, con que Sophie recuerda esas vacaciones al llegar a la edad que (sospecho) tenía su padre en ese entonces.

La cinta es acompañada en todo momento por una sensación de peligro que alerta al espectador. Es la invitación para reflexionar sobre nuestras heridas. Y no hablo del yeso que Calum usa en su muñeca. Esa es probablemente la menos importante. Su incredulidad por llegar a los 30, el no verse a los 40. Los libros de meditación que lo acompañan en sus vacaciones, el modo en que escapa a caminar o lo que le cuesta hablar de sus emociones ante una entrevista de su hija, es lo que permite entender saltos tan duros, como el que ocurre desde un canto espontáneo de feliz cumpleaños repleto de cariño, a una escena de llanto desbordado que inunda la pantalla de dolor. Esa es probablemente la escena que confirma lo que sucede sin necesidad de mostrarlo.

En muchas ocasiones, vemos películas para evadir la realidad, “Aftersun”, es una de esas cintas que pone en pantalla, aquello que nos cuesta mirar, sentir y explicar. Algo que en lo personal, agradezco. Y no quiero caer en frases vacías de lo triste y horrible que es vivir en ocasiones. Hablo de la excesiva confianza que depositamos en que todo va a estar bien. La vida no es un cuento de hadas con finales felices. Y el dolor es desbordante, real y los recuerdos desoladores.

Charlotte Wells derrota el voyerismo de nuestros días y a su vez evade los clichés sobre la salud mental, elaborando un relato emotivo sin el morbo de lo explícito. El dedicado trabajo de indicios, es contundente ante lo implícito.

“Aftersun” está disponible en MUBI desde el 6 de enero.

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