08/10/2021

“Folil” (2020): Explorando la tierra sagrada

En el sur de Chile, entremedio de los bosques esclerófilos ancestrales y sagrados para la comunidad mapuche, residen los resultados de lo que fueron y son las manos colonizadoras de los winkas. Nahuel (Andrew Bargsted) y Malen (Rallén Montenegro), jóvenes recolectores de hongos pertenecientes de las comunidades de Pukura y Traitraico, se sumergen en los verdes parajes de sus tierras hermanas con las enseñanzas que las ñañas van tejiendo en su camino. Encontrándose con una dura realidad y anhelando la recuperación de los bosques usurpados, consolidan su alma, su sangre y la memoria para seguir con una lucha que no se detendrá hasta alcanzar la libertad.

“Folil” (Ignacio Montenegro, 2020) cuenta con actores no profesionales y dibuja una ficción que ahonda en lo documental y el registro de testimonios de una comunidad que se ve constantemente amenazada por las deforestación y la violencia estatal. Volviendo a las raíces, como apunta el título “Folil” (“Raíz” en Mapunzungun), las generaciones vivas recuerdan con ímpetu lo que fueron terrenos fértiles para la siembra y cosecha de hongos, y que no solo fueron dañados por las forestales, sino que también por la ignorancia del forastero que extraía los hongos lesionando la tierra y las raíces imposibilitando su reproducción.

Son los hongos de estas tierras el hilo conductor de esta maravillosa narrativa, la cual además resulta educativa ya que vamos —junto a Malen y Nahuel— conociendo y aprendiendo historias, significados y las propiedades del mundo fungi para las comunidades mapuches, un recorrido por la naturaleza y la sabiduría ancestral que motiva a cada personaje en su desarrollo. La película trata por sobre todo la forma de habitar la tierra en un sentido profundo que abarca a toda la cosmovisión mapuche que le concibe a esta como un espíritu que le trasciende, y que por ende, merece respeto y agradecimiento.

Uno de los recursos que más destaca en este filme de ochenta minutos es el trabajo actoral en cuanto a la naturalidad de los personajes, los cuales en varias ocasiones se representan así mismo encarnando sus historias. Las conversaciones que se dan entre los personajes logran crear una atmósfera que se percibe tan real como si estuviésemos viendo su cotidianidad, logrando transmitir cada sentimiento a través de los dialogo que mezclan el castellano con el mapunzungun. Por otro lado, la banda sonora es acompañada por los cantos ritualistas e instrumentos de la comunidad mapuche, los cuales perpetúan los ritmos y los mensajes de sus antiguos como oda a la naturaleza y a la paz. Sin dudas, una película mayormente construida —desde el discurso hasta su estética— por una comunidad histórica que merece ser vista y reconocida.