Noche de cortos en Sala CEINA

El pasado 23 de junio se realizó en la Sala CEINA (Centro de Extensión del Instituto Nacional), una muestra de tres cortometrajes chilenos, de los cuales uno ya tuvo presentaciones por distintos festivales de cine, y los otros dos que recién comienzan su periplo nacional e internacional.

El evento contó con más de 180 asistentes: actores, productores y directores de cada una de las obras, así como también invitados ligados al arte cinematográfico. Después de la proyección se realizó un cóctel de honor a cargo de la prestigiosa Viña Viu Manent, en conjunto con los amigos de Hasta Pronto Brewing Co. La música para la velada estuvo a cargo del Colectivo Furia Jazz y su Furia Band.

El primer turno fue para el cortometraje “Kinderträume” (2021), del realizador Benjamín Leiter, que cuenta la historia de un niño alemán (Felipe Rojas) que sueña con ser un soldado (Víctor Varela). Es una obra sin diálogos ni voz en off, solo sonido ambiente para la mayoría de las escenas que se desarrollan en la plenitud de un amplio paisaje de hierbas y arbustos, simulando ser un campo de batalla.

 

 

El énfasis del material está puesto en la fotografía y en las ganas de realizar un guion que el espectador lo vaya narrando en su propia mente. La cámara es un recurso increíblemente bien utilizado, otorgando potencia en la luz e imagen. La historia logra efectivamente contarse por sí sola en los 12 minutos de duración.

El segundo cortometraje fue “Marea muerta” (2021), de Fabián Pino, un drama sobre un hombre que trata de tomar medidas extremas por haber perdido a su mujer en la inmensidad del océano y quien constantemente trata de encontrar tanto consuelo como una explicación.

 

 

También sin diálogos ni voz en off, el cortometraje tiene una muy buena dirección en cuanto a secuencias en general, donde sobresalen los primeros planos sobre su protagonista (Erto Pantoja), adquiriendo un muy buen ritmo que mantiene al espectador atento a lo que se pueda descubrir. Otro de los puntos fuertes es la música incidental, la cual sobresale desde los créditos iniciales hasta el final, fundiéndose con las imágenes a lo largo del relato en perfecta armonía.

Por último, fue el turno de “Lo que queda entre nosotros” (2020), dirigido por Carlos Dittborn, que retrata la desesperada relación de un matrimonio ya disuelto a quienes solo une su pequeña hija y sus propios recuerdos.

 

 

Protagonizada por Eyal Meyer y María Gracia Omegna, es inútil evitar reconocer sensaciones e incluso colores (porque todo se vuelve absolutamente visual) para quienes han pasado por una situación similar. El cortometraje muestra tres instancias en las vidas de un matrimonio que se reúne en su antiguo hogar con el fin de recuperar algunas cosas, mientras los recuerdos se vienen a la mente. Se ahonda en lo que les ocurre a muchas parejas, en donde uno de ellos tiene cientos de proyectos y la otra mitad debe aterrizar para atender las necesidades familiares y postergar los propios sueños.

Crear un evento participativo en donde se muestren las nuevas realizaciones nacionales es un grato ejercicio que se agradece y que invita a seguir deseando más. En este caso, el organizador fue Cinemadicción a través de Carlos Dittborn, quien quiso contar dos cortometrajes más, y no porque las temáticas o corrientes narrativas fueran similares, sino por el solo hecho de hacer algo en conjunto, potente, para que el público se entere que se hacen cosas importantes.

Si bien en esta oportunidad los invitados fueron los propios creadores con sus equipos de producción, prensa y también la asistencia de algunos de sus pares, ¿por qué no en un futuro cercano ampliarlo a más público para poder cautivar a la audiencia con estas obras cortas que siempre dejan algo? Un lindo ejercicio que podría hacerse costumbre.