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| 20/09/2024 | Actualizado 11:47 am
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Nidal (2021): Las toxinas de la urbanización

Fondo negro. Escuchamos el frío viento oceánico atravesar el borde costero conconino. Aparece la imagen, vemos un gran plano detalle de la arena siendo removida por la brisa, un plano general nos revela estos granos cayendo por el costado de una duna iluminada por el Sol de la tarde. Distintas especies de aves protagonizan este hábitat a medio despoblar, un ecosistema en decadencia que se ve abatido por la maquinaria pesada que aplana desniveles ocasionados por el tiempo, buscando el terreno para su próxima construcción.

Sea desde las ventanas de una red departamental de mediocre diseño, desde la mirada testigo que se gira tímidamente en las calles de una ciudad adornada por el decorado favorito de la revolución industrial o desde la pantalla del cine independiente más cercano; ésta película revela, desde la pasividad de su propuesta estética, las consecuencias de la explotación de los espacios naturales de los que el ser humano se ha apropiado y que ha terminado destruyendo con el paso del tiempo.

La mirada indiscriminada, pura, lejana, sin impulsos ni manipulaciones fotoquímicas. El equipo responsable de “Nidal” estimula el sensor de su cámara con la luz que vería cualquiera que se parase en donde fue puesto su trípode. Cualquier intención de manipular el material filmado, forma parte del más que inteligente montaje de la cinta, un proceso creativo que logra estructurar una narración abierta e interpretativa, que en su paciencia y calma asemeja más a los granos de arena deambulante de una duna milenaria que a la pintura descascarada de un edificio moderno.

Aún con lo anterior y con la dimensión interpretativa de la película, resulta evidente la intención de exponer, no solo la problemática misma de destrucción de un ecosistema que conlleva la eliminación de las dunas y la edificación de aquellos espacios, sino también las implicaciones de aquello en nuestra sociedad, así como la falta de hábitat para las especies que conviven en dicho espacio y con quienes, directa o indirectamente, compartimos y aprovechamos recursos de forma bilateral.

Este documental plantea un interesante relato de dominio, expansionismo e imperialismo, muy crítico del comportamiento de las grandes empresas y sus filiales respecto al entorno natural del que se aprovechan para expandir sus bienes comerciales, sin retribuir al ambiente que se ve afectado y sin considerar las consecuencias a largo plazo que pueda tener la expansión en la humanidad ni en el planeta.

Las relaciones de planos, guiados principalmente por la tecnología que ahora guía nuestras vidas o nos transporta hacia nuestros destinos, crean un mapa mental de los procesos que caracterizan a las grandes urbes del Chile industrializado. Cuando volvemos al calor de la arena de playa y el frío del océano Pacífico que baña nuestras costas, también volvemos a la mirada de las lechuzas que observan con curiosidad y cierto atisbo de indignación, vemos el vuelo de los pelícanos en busca de un alimento que pronto perderán para siempre.

Aludes de arena se escurren entre las garras de esas aves que reposan bajo el sol veraniego mientras observan las toxinas de la urbanización envenenar sus fuentes de alimento, pasar a llevar sus nidos y arrasar todo rastro de la comunidad que el tiempo había permitido desarrollar en aquella pequeña esquina del mundo.

“Nidal” de Felipe Sigala y Josefina Perez- García, se encuentra disponible en salas de cine nacionales desde el 22 de junio.

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