Claudia Huaiquimilla: “Mala Junta es una invitación a dejar los prejuicios, a vivir una amistad honesta”
Claudia Huaquimilla, cineasta chilena, comenzó su relación con el cine de una manera particular. Su profesor de Filosofía en un colegio católico le mostró películas que invitaban a reflexionar, mientras su familia y su entorno también fueron incorporando el cine a su vida. Su madre le regalaba películas fijándose en los palmarés de las carátulas. Luego tomó la cámara de un tío y comenzó a grabar, dándose cuenta de lo poderoso que puede ser el cine de Ficción, Claudia dirigió su primera obra. Así nació su cortometraje de título, San Juan, la noche más larga (2012), una sorpresiva apuesta premiada en diversos festivales. Ahora, la cineasta vuelve a sorprender con su largometraje Mala Junta, una historia de amistad entre Tano (Andrew Bargsted) y Cheo (Eliseo Fernández), “un delincuente de Santiago y un introvertido joven mapuche. Los traumas que cada uno vivió los invitan a reconocer en el otro a un aliado para enfrentar la violencia que hasta ahora los ha criado. Esto, mientras se ven envueltos en la tensa relación existente entre el sector y la comunidad mapuche”. La película ha sido ganadora de más de 20 premios a nivel internacional y cuenta además con un elenco destacado, compuesto por Francisco Pérez-Bannen, Ariel Mateluna y Francisca Gavilán. Actualmente la cinta está en cartelera desde el 11 de mayo en salas de cine comerciales y alternativas.
¿Cómo comenzó tu relación con el cine chileno?
El cine chileno fui conociéndolo en la universidad. Recuerdo a algunos cineastas de los años 60, pero cuando conocí a Raúl Ruiz como director fue increíble, me gustó mucho su trabajo en la puesta en escena. Lo que más recuerdo es haber visto la serie Cofralandes, Chilean Rhapsody un documental que funcionaba como una especie de radiografía de Chile, con una ironía y sentido del humor genial.
¿Cómo fue trabajar con tu familia en la película y cómo desarrollaste el trabajo de personajes?
Llegué a mi familia porque era lo que tenía. Pensé: “¿qué hago si no tengo plata? Tengo una gran locación, tengo a mi familia, tengo a un personaje”. Desde ahí nació San Juan, la noche más larga, el cortometraje de título que fue parte de una investigación de trabajo con actores no profesionales. Me planteé trabajar, entonces, con personas naturales, generando y guiando situaciones. Poder construir una historia narrativa a través de esta experimentación. Ya después, mi productora lo envío a festivales, pensando en que se exhibiría una vez, pero ¡ganó muchos premios! Fue un proceso de aprendizaje muy grande, porque en el fondo tengo una confianza especial, porque es mi familia.
Respecto a los actores, más allá de que hayan estudiado o no actuación, mi trabajo con ellos tiene que ver con ponerse en el lugar, con vivir una situación como cualquier ser humano. Siento que haber trabajado con mi familia del sur hizo que el lenguaje y las ideas que yo quería mostrar se aterrizaran para que todo el mundo las entendiera, fue una herramienta de experimentación y de estrategia. En Mala Junta se aplicó mucho de eso, con actores naturales como protagonistas, y los actores profesionales en equilibrio con esa naturalidad.
¿Qué te interesa retratar de Chile?
Me encanta Chile y su idiosincrasia, me gusta mucho como hablamos. Ahora que he viajado me he dado cuenta de eso. Hablamos con metáforas sobre las cosas, medio cantado, y siento que dentro de eso hay una poética del lenguaje muy linda, donde una misma palabra puede significar mil cosas. Me parece súper particular como jerga y por eso nos cuesta tanto traducirla para el resto. Siento que hay una magia, algo especial en la forma de relacionarnos y también en cómo nos reímos de cosas crueles, pero con humor. Esas mismas situaciones tan ridículas como las que retrataba Ruiz me gustan mucho. Me fascina el retrato de lo chileno.
¿Cómo fue el desarrollo de la idea y tu proceso como directora para generar la puesta en escena de Mala Junta?
Yo coescribí este guión con Pablo Greene, basándome en muchas cosas que viví y trabajando mucho en los diálogos y en las situaciones. A medida que íbamos escribiendo el guión, yo iba pensando en cómo generar las escenas. El lenguaje audiovisual tiene muchos canales de información y todo está comunicando al mismo tiempo, entonces no es necesario ser redundante y por eso sólo trato de usar las palabras cuando no hay otra forma de decir lo que está pasando. En ese sentido, fui sacando mucho texto del guión en el camino, pensando en el total de la obra.
En Mala Junta, ¿cuál es la relación entre los personajes y la naturaleza?
Para mí los personajes son el eje de todo. Lo que marcó la historia es el nivel de intimidad que tuve con los actores y la libertad que tuvieron ellos para desarrollar sus personajes. Entonces, en las escenas donde estuve más cerca tuve mayor acceso a cómo son realmente. Como en estas escenas donde se relacionan con la naturaleza, con el manzano, por ejemplo. O en los planos más estáticos o lejanos, como cuando están con los padres; probablemente el espectador no lo note, pero hay una distancia consciente en la ubicación de los personajes. Lo que más trabajé es que hubiese un espacio de intimidad entre el espectador y lo que estaban viviendo estos jóvenes. Y lo hice a través de la puesta en escena y a través de los paisajes, que fueron dando cuenta de este viaje del espectador hacia el personaje, a medida que avanzaba la película. La naturaleza está súper conectada con las cosas que van pasando en la historia. De hecho, cuando hay un clímax en algún personaje, la naturaleza también se hace presente, en un rayo, en los árboles, en la lluvia. A veces la gente cree que el paisaje es un contexto y no, el plano debe comunicar lo que está sucediendo en la historia. No es el Sur típico de postal, sino un Sur que se transforma en un tercer personaje que acompaña a los personajes.
¿Cuáles son tus proyecciones y qué te gustaría manifestarle al público que vaya a ver la película?
Me gustaría seguir haciendo cosas que me apasionen. Si te vas a demorar tanto tiempo en una película, hay que hacerla con mucha pasión, más allá del financiamiento. Tampoco quiero volver esto un patrón, ojalá pueda cuestionarme eso en el futuro y “no casarme” siempre con este modelo de película. Que si tengo el instinto de hacer una cosa distinta no me acobarde y vuelva a tener la valentía de decir: ¡vamos! Ahora estamos escribiendo una nueva historia y estoy en proceso de pensarla e imaginarla.
Respecto al público, yo quería que desde mis amigos de La Florida, pasando por mi familia del campo, hasta un intelectual entendieran la película. Traté de desarrollar un lenguaje universal, para todas las edades, y creo que eso es el viaje conectado con las emociones de los personajes. Mala Junta es una invitación a los espectadores a dejar todos los prejuicios, a vivir una amistad honesta, legítima y llena de matices. Es mirarse al espejo, una película que no invita a juzgar, sino a reconocernos imperfectos, pero felices. Espero que el público después de verla pueda reflexionar cosas importantes que pasan en la película.
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