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“Mis hermanos sueñan despiertos” (2021): Una juventud al margen

Apartado de la sociedad, entre los bosques y cerros de Puerto Montt, dos hermanos, Ángel (Iván Cáceres) y Franco (César Herrera), tras a un año de ser detenidos en un intento de robo encabezado por un adulto son recluidos en un centro SENAME de amplias murallas que encierra no solo a menores de edad, si no que sueños, historias, esperanzas y una violenta realidad que no se deja ver hacia el exterior. Entre la hostilidad de un sistema amenazante que ha abandonado por completo a miles de niños y adolescentes brota las ansias de una incierta libertad que parece nunca llegar, dejando dolores y muertes insanables en su paso. Ambos jóvenes, en espera de su sentencia, conviven con otros reclusos y reclusas en un largo camino que no encuentra un fin.

“Mis hermanos sueñan despiertos” (2021), el segundo filme de Claudia Huaiquimilla, es una obra dedicada los 1796 jóvenes de la red SENAME fallecidos entre los años 2005 y 2020, que, si bien refleja las oscuras historias de unos adolescentes encerrados en un centro de detención juvenil, lo hace desde un punto de vista inocente e intranquilo que no apaga la llama de fraternidad e ilusión, alimentando de ello los íntimos diálogos entre chicos y chicas que pasan sus días soñando con traspasar los agresivos y castigadores muros de hormigón imponentes del Estado que los aleja cada vez más de la felicidad. Así, retrata con crudeza, pero de forma conmovedora la juventud marginada y presa de un sistema precario que les opaca toda oportunidad de superación.

El largometraje aborda, desde un cine social interesado en las problemáticas actuales e históricas, diversos temas que recorren el abandono institucional y relaciones familiares hasta la amistad y la búsqueda de identidad de unos jóvenes que anhelan poner ambos pies fuera de lo que debería reconocerse como nada menos una prisión desalentadora que está lejos de proteger. Sin embargo, no todo parece perdido cuando ante el caos latente que ronda los pasillos y salas del recinto se presenta esa gota de humanidad que entrega completa confianza y cariño avivando los sueños de estos niños que entre tanto abuso y vulneración se desvían. En este caso, esa gota la representa una funcionaria que está ahí porque con su empatía logra ver a través de los ojos de cada uno de ellos un espíritu sin suerte, despojándose de los prejuicios sociales e invitándonos a concientizarnos y a cuestionar sobre lo importante que es atender estos conflictos que afectan principalmente a la infancia chilena.

El vaivén entre distensión y tensión entre lo onírico y la realidad, explora y enfatiza el lado humano de unos niños que a la vista de una sociedad adultocentrista parecen no ser más que delincuentes. A la vez que muestra el horror que viven, lo hace con un toque de dulzura reconociendo esa inocencia que suele ser olvidada porque alguna vez se equivocaron, proponiendo su mirada desde una adolescencia que impone códigos de convivencia para sobrevivir. El dramatismo ahonda en toda esta trama sin dejar de lado el jugueteo, interviene como un filme de denuncia, que es a su vez es poético, y como siempre político. Los puntos fuertes del filme es la actuación que hace al espectador empatizar con cada situación, recuerdo, miedo y vulneración; una ficción para nada alejada de la realidad.

 

 

“Mis hermanos sueñan despiertos” (Claudia Huaiquimilla, 2021) tuvo su premiere nacional en el 28º Festival Internacional de Cine de Valdivia. Ya se encuentra disponible en salas.

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