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21 noviembre 2024, 06:18 AM | Actualizado | Chile
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¿Cuánto cuesta comprar una entrada para el cine en Chile?

A dos años de superar la pandemia, el regreso a los cines ha transformado la planificación de los fines de semana con familia, amigos o pareja. La cartelera y las salas están llenas, y los puestos de confitería funcionan a diario para brindar una auténtica experiencia cinematográfica. Sin embargo, esta ansiada vuelta se ha tornado incómoda debido a un incremento generalizado en los precios de las entradas a lo largo del país. En esta inquietante situación, nos replanteamos las sagradas salidas de los viernes o sábados.

En base a esto surge la pregunta de cuánto cuesta ir al cine y cuáles son las mejores opciones en un panorama nacional cada vez más costoso. 

En primer lugar, es importante mencionar la situación de las salas chilenas. Las tres principales marcas que dominan la cartelera de estrenos internacionales más populares son CineHoyts, también conocido como Cinépolis (con 32 sedes), Cinemark (con 20 sedes) y Cineplanet (con 11 sedes), presentes en todo el territorio chileno. Después de estas, encontramos multisalas más pequeñas como Cine Star (con 3 sedes), Cine Sol (ubicado en Quilpué) o Muvix Cinema, que se limita a la zona de Santiago.

La capital cuenta con 41 cines cuyos precios varían según la marca. En CineHoyts (Cinépolis), que tiene 19 sedes en la ciudad, el promedio de precios para el formato 3D es de $8.175 pesos, mientras que para el formato 2D el valor es de $5.950 pesos, ambos destinados a consumidores adultos. En términos generales, este es el cine más caro de las grandes multisalas y salas comerciales. En el caso de Cinemark, a pesar de tener menos sedes (7 en total), tiene precios bastante cuantiosos que muchas veces llegan a superar o igualar a los de CineHoyts. El promedio para adultos en formato 3D es de $7.550 pesos, y de $5.900 pesos en formato 2D. Cineplanet, con una sede menos, tiene un promedio de $6.150 pesos para el formato 3D y $5.200 pesos para el formato 2D, ambos para adultos. 

Estos precios varían dependiendo de la ubicación, formato, día y hora, los que tienden a reducirse si el comprador es un niño o una persona de la tercera edad. De igual manera, pueden ser modificados en el plazo de los meses o incluso semanas, con pequeñas variaciones o algunas más notables con $400 pesos de diferencia del expresado en boletería online como en el caso de Cineplanet, cuyos montos aparecen fijados pero pueden subir, bajar o mantenerse. El caso más flagrante es el de CineHoyts, con una política de precios enormemente desajustada del costo virtual por más de $1000 pesos de diferencia.

A nivel general, los días más costosos para ir al cine son los del fin de semana: de jueves a domingo en el horario tarde. Por el contrario, los precios más bajos son los miércoles, a menos que haya un estreno importante en cartelera o un proceso de preventa, en cuyo caso se aplicarían los mismos costes que tenemos los días de jueves a domingo.

En cuanto a las promociones, las tres principales marcas ofrecen diferentes ventajas a través de sus programas de membresía. CineHoyts (Cinépolis) ofrece descuentos en las entradas, en compras en línea y regalos de cumpleaños en forma de tickets, entre otras. Por otro lado, Cinemark tiene asociaciones con Entel y CMR para ofrecer reducciones y beneficios acumulando puntos, así como oportunas ofertas que aparecen en distintas semanas y regiones. Cineplanet, por su parte, ofrece rebajas, promociones 2×1 y precios reducidos para estudiantes (solo si es socio de sala, por supuesto).

Si se buscan opciones más económicas en la Región Metropolitana, las sedes de Cineplanet Independencia y Alameda son una alternativa. Su costo es de $3.700 pesos de lunes a miércoles en su formato 2D tradicional. Igualmente, son las sedes cuyo valor 3D es bastante inferior en comparación a la competencia con un coste de $5.200 pesos desde el lunes hasta el domingo. 

Aparte del universo de las multisalas o salas comerciales, existen los espacios independientes cuyos precios suelen ser invariables a lo largo de la semana, ofreciendo películas clásicas, cine europeo-independiente y exhibiciones especiales dedicadas a cineastas o movimientos. Espacios como el Cine Arte Normandie o el Centro de Cine y Creación, mejor conocido como Sala CCC, ofrece una nutrida cartelera a precios considerablemente más accesibles. Está última sala en particular ofrece una promoción a los vecinos del sector y a los estudiantes.

Lamentablemente, estas alternativas se reducen si cambiamos de territorio. Santiago, a pesar de las impresiones que puede causar, es una de las ciudades (y regiones) que ostentan un mejor promedio en comparación con el resto del país. 

Esto se debe a la variada oferta que tiene la capital (con 40 cines hemos mencionado anteriormente). En ella conviven marcas de gran costo como CineHoyts o Cinemark que ofrecen un amplio surtido de confitería y formatos visuales (como el IMAX o el sistema de butacas D-BOX), con espacios más baratos como la Sala Nemesio, cine independiente cuyos precios son de $2.000 pesos para todas las edades, todas las funciones y todos los días en cualquier horario.

Las regiones que siguen en cantidad de cines a la capital son las de Valparaíso y Bío Bío, que cuentan con nueve y seis salas respectivamente. En la V región solo hay dos cines independientes: Cine Arte Viña del Mar e Insomnia Teatro Condell. En la VII región hay apenas una: Sala Cinecón. Sin mencionar que estos espacios se encuentran repartidos entre distintas ciudades y que hay algunas regiones que no disponen de más alternativas salvo algunas multisalas.

Esto trae de vuelta la discusión sobre la centralización en el país, en el contexto en que las regiones no tienen alternativas estables o presentes. Por ejemplo, la región de Aysén es la única que carece de sala comercial, sea CineHoyts, Cinemark, Cineplanet o Cine Star. Por otro lado, los cines independientes están ausentes en 9 regiones, cuatro de ellas correspondiendo a la casi totalidad del norte chileno (solo Antofagasta ostenta una sala no afiliada a un gran socio comercial). En la VIII Región no hay salas independientes desde hace ya varios años, dejando la labor de proyección de películas a corporaciones culturales como alternativa a las multisalas.

Sin más opciones, las grandes marcas solo compiten entre ellas, e incluso algunas se han permitido el derecho de dominar por entero una región, como los casos de Cinemark en Arica y Tarapacá, o CineHoyts en Ñuble. Esto nos lleva a un escenario donde alguien, cualquier persona, se dirige a ver una película 3D en Iquique, un sábado por la tarde en compañía de un cercano al cual ha invitado. Al momento de comprar los boletos, se percata de que deberá pagar dos tickets de $8.600 pesos cada uno. Un total de $17.200 pesos en una sola tarde, en una sola película, y en el formato 3D estándar, sin contar las palomitas o refrescos que adquieran para completar la experiencia del cine. Y en caso de que no se vea convencido de la situación, descubrirá más temprano que tarde, que en la portuaria ciudad del norte no hay más posibilidades que pagar esos $17.200 pesos, pues no tiene otras multisalas y las pequeñas salas independientes, carecen de un formato como el 3D.

Con respecto a estas salas, dicho sea de paso, ven como 8 de un total de 17 sedes se instalan en la capital y el resto se reparten caóticamente por la nación, alejando a muchas ciudades de experimentar un cine distinto a precios más accesibles. Leonardo Torres, administrador del Cine Insomnia de Valparaíso, sala independiente de la región, ofrece una perspectiva al asunto:

“Nosotros buscamos una rentabilidad, pero esa rentabilidad no va por el hecho de que busquemos hacernos más ricos. Y ahí está el primer cambio de pensamiento con una multisala. A ella lo que le interesa es vender películas, vender palomitas, vender experiencias; tener las salas llenas y tener porcentajes de ocupación al máximo. 

Lo que nosotros buscamos es lo mismo, pero desde el punto de vista de que no tenemos esa urgencia del negocio. Está por la otra parte. Por el hecho de ser un aporte a la comunidad.”

Esta competencia entre las salas independientes y comerciales se refleja en los precios de entrada, creando una situación en la que los consumidores se ven obligados a seguir comprando un tipo de cine a costes cada vez más altos. 

Ante el temor de un aumento continuo e indefinido, habríamos de preguntarnos si las salas independientes subirán sus precios para adaptarse o sobrevivir a las multisalas, y principalmente, al streaming, cuyos servicios ofrecen precios inferiores a los de una entrada de cine y permiten la selección a la carta de múltiples y privados visionados. Sin que el desplazamiento o la confitería supongan un gasto extra a la hora de ver una película.

Leonardo Torres concluye nuestra conversación luego de haberle preguntado sobre un futuro en el que los costos hayan aumentado:

“Yo creo que es un error subir los precios. Yo creo que hay que mantener a la gente cercana al cine. Por lo menos, nosotros no vamos a subir y en general, creo que sería una mala jugada subirlos. Quizá, de aquí a un año, uno podría hacer la evaluación teniendo en cuenta que los costos han subido en general. Pero yo creo que no es una buena medida.”

*Las cifras señaladas están extraídas de las páginas y redes sociales oficiales de las distintas salas y entidades mencionadas en el artículo. Por lo mismo, estos son los valores publicados en los medios a la semana del 5 de junio, pudiendo ser modificados en el transcurso de los meses. Con respecto a Cineplanet, las cifras pueden variar por imposición de las distribuidoras, pero el monto corresponde al señalado en su boletería virtual.

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