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Familia y dictadura: Documentales de memoria y el impacto del golpe de Estado en la intimidad de nuestro hogar

“El cine chileno solo son películas del golpe y la dictadura”. Alerta de spoiler: No. En los últimos años y gracias al trabajo de CineChile.cl que ha logrado sistematizar los estrenos nacionales, contamos con la evidencia que nos permite desmentir esta posverdad, la cual se ha posicionado como prejuicio y barrera de entrada, buscando minar la convocatoria de las audiencias por la sola conexión temática independiente de su aporte narrativo o elementos estéticos.

Entre 2001 y 2021, se han estrenado 546 películas chilenas en los cines, de las cuales 77 entran en la “categoría” que habla de la dictadura, del golpe o de los últimos días de la Unidad Popular. Es decir, es apenas un 14%. Y la medición realizada fue generosa, porque entraron en el rango filmes como “Mi mejor enemigo” (Alex Bowen, 2006), “Secretos” (Valeria Sarmiento, 2008) o “Cantalao” (Diego del Pozo, 2017) que no se plantean abiertamente como películas que tocarán directamente temas relacionados con el golpe o la dictadura, pero se incluyen ya sea porque tratan sobre personajes que vivieron tal época y fueron en parte afectados, o porque están ambientadas durante esos años (1).

Luego de este fact-checking, ¿por qué es indispensable desde la memoria seguir narrando sobre la dictadura y el golpe? Y, especialmente, su impacto en el presente y las posteriores generaciones. Para responder esta interrogante, acudiremos a documentales donde la mirada de los hijos/as o nietos/as de dictadura —víctimas o victimarios— se han posicionado como una oportunidad revitalizante del ejercicio de memoria: el cine documental posdictadura no solo se configuró como un cine político que se vio obligado a redefinir su temática sino que también se estableció como una figura para conectar al público con un Chile que no olvidaba lo vivido (2).

El documental chileno contemporáneo ha sido un vehículo en el cual podemos reconocer diversos impactos político-sociales en lo familiar e íntimo, ya sea en historias de descubrimiento identitario como “Genoveva” (2014) de Paola Castillo o en la reconstrucción genealógica de “Onkel Günter” (2020) de Juan Francisco Riumalló, o incluso en denuncias como “Crónica de un comité” (2014) de la dupla conformada por José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola; relatos que parten desde lo personal, familiar y terminan aportando una reflexión crítica a nuestra historia colectiva.

¿Por qué las generaciones herederas elaboran relatos en primera persona de un evento como la dictadura chilena? ¿Es una manifestación del trauma socio-colectivo de la violencia política en la que se evidencia el impacto transgeneracional?

Para responder, acudiremos a los siguientes documentales:
_ “Allende, mi abuelo Allende” (Marcia Tambutti, 2015)
_ “Venían a buscarme” (Álvaro de la Barra, 2016)
_ “El pacto de Adriana” (Lissette Orozco, 2017)
_ “Historia de mi nombre” (Karin Cuyul, 2019)

En estas obras identificamos 3 rasgos comunes:
_ Búsqueda o reconstrucción de identidad.
_ Ejercicio audiovisual de duelo y memoria.
_ Significados transgeneracionales.

Venían a buscarme, ahora yo los busco a ellos: Búsqueda o reconstrucción de la identidad
Los padres de Álvaro fueron asesinados en dictadura con total impunidad. Este caso nos permite evidenciar algunos aspectos técnicos comunes presentes en estos trabajos: narración en off, cámara en mano del mismo director/a, investigación en la que es protagonista de la historia y trabajo con archivos familiares, todo con el propósito de lograr una emotividad cargada de empatía: el registro de su memoria, el recuerdo de Álvaro es la ventana en donde estaba su sala, donde esperaba que sus padres fueran a buscarlo. E incluso la pérdida del espacio físico se vuelve productiva dentro de la narrativa del documental (3). Todo con el propósito de ofrecer un relato de memoria directo en la que la muerte y el abandono son parte de la identidad, no solo de Álvaro, sino que de todo un país.

Política, confianza y duelo: El caso de Lissete y su tía Adriana
El ejercicio movilizador que realiza Lissette Orozco puede servir como ejemplo de las profundas oportunidades de trabajar cinematográficamente la memoria: indagar en un material de archivo personal difícil de acceder, enfrentarse al pasado familiar y colectivo cámara en mano, y aportar, desde un punto de vista ético, a la discusión pública y sincera sobre el pasado y los procesos de memoria, sin la cual no habrá futuro más justo (4). Lissette realiza un trabajo de duelo en la cual comparte su investigación, conversaciones y en definitiva la decepción de descubrir el rol que jugó su tía en la dictadura. Ofrece la oportunidad de seguir su decisión y el modo en que impacta en su vida. Su caso, no es aislado y es parte de una red de situaciones familiares de quiebres y duelos gatillados por la dictadura.

La imposibilidad de realizar un duelo frente a crímenes que han afectado a tantos chilenos de manera personal y a toda la nación de manera social e histórica tiene sus consecuencias (5). Ya sea en el caso del trabajo de Álvaro de la Barra y Lissette Orozco, el trabajo es sanador tanto en la perspectiva personal como colectiva. Esta dualidad, es también un ejemplo de lo que han desempeñado los documentales de post dictadura, en este caso específicamente acudiendo a la historia familiar para reflejar el trauma de nuestra sociedad. Conocer estos casos, nos permite empatizar con historias reales.

Significados y silencios transgeneracionales
Nombres y apellidos con carga histórica es lo que encontramos en “Historia de mi nombre” y “Allende, mi abuelo Allende”. El ejercicio de encontrar sus raíces y el significado a sus orígenes, es otra propuesta desde la cual se puede articular la memoria: Esa coincidencia provocó que Cuyul se hiciera consciente de que su nombre significaba algo, que traía una carga, que encerraba algo mucho más grande que su historia o la de sus padres (6).

En este trabajo de búsqueda de significados, surgen silencios en los testimonios o vacíos en los archivos y registros: los silencios del film no pueden sino hacer eco de fenómenos sociales mayores. Por un lado, remiten a las dificultades que persisten en Chile, a nivel individual y colectivo, para verbalizar y elaborar los afectos asociados al trauma dictatorial y sus legados psicosociales (miedo, desconfianza, inseguridad, incapacidad para comunicarse, etc.) (7).

Estas obras demuestran un aspecto clave del documental chileno contemporáneo, un desplazamiento desde un cine comprometido con la revelación de la verdad y de imágenes de la atrocidad, hacia un cine menos interesado en la veracidad y más comprometido con la revelación de la subjetividad y la textura afectiva del pasado (8). El cine chileno no se reduce a un prejuicio. Los documentales de memoria no se han agotado ni resultan reiterativos. Estos ejercicios audiovisuales están cargados de emotividad, reflexión y con un aporte crítico, resultan esenciales para nuestra historia reciente y su impacto en la intimidad de las familias. ¿Otra película de dictadura? ¿Otro documental del golpe? Seguirán siendo necesarias, porque la defensa de los derechos humanos no es por temporadas. Es para que nunca más, se torture, asesine y destruya la democracia. ¡Nunca más!

 

Filmografía:
_ “Allende, mi abuelo Allende” (Marcia Tambutti, 2015)
_ “Venían a buscarme” (Álvaro de la Barra, 2016)
_ “El pacto de Adriana” (Lissette Orozco, 2017)
_ “Historia de mi nombre” (Karin Cuyul, 2019)

Bibliografía:
(1) El cine chileno no habla mucho del golpe y la dictadura, Pedro Morales, Cine Chile: https://cinechile.cl/el-cine-chileno-no-habla-mucho-del-golpe-y-la-dictadura-peliculas-estrenadas-entre-2001-2020/
(2) Dittus, Ruben. Ulloa, Erna. “Cartografía del cine documental político chileno: entre el discurso político y la retórica audiovisual”. Anàlisi: Quaderns de comunicació i cultura. N° 56, 2017, 33-47
(3) Bossay, Claudia. “Venían a buscarme: Registro e identidad”. La fuga. https://lafuga.cl/venian-a-buscarme/917
(4) Bongers, Wolfgang. “El pacto de Adriana”. La fuga. https://lafuga.cl/el-pacto-de-adriana/883
(5) Estévez, Antonella. (2010). Dolores políticos: reacciones cinematográficas. Resistencias melancólicas en el cine chileno contemporáneo. Aisthesis, (47), 15-32. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-71812010000100002
(6) Gutierrez, Miguel Angel. “Historia de mi nombre (1): Las hebras ocultas de Karin” El agente cine. 4 sept, 2020 http://elagentecine.cl/cine-chileno-2/historia-de-mi-nombre-1-las-hebras-ocultas-de-karin/
(7) Salomone, Alicia. Gallardo, Milena. Figuraciones del silencio en el relato memorial: Allende mi abuelo allende, documental de Marcia Tambutti. Poetiques et politiques de la memoire en Amérique latine, 1990-2015. Vol.1. 2018. P.138.145
(8) Ramirez, Elizabeth. “De restos a imágenes hápticas: un itinerario del documental chileno de la post-dictadura. Memorias y representaciones en el cine chileno y latinoamericano”. Santiago, LOM, p. 41.

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