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“Inmersión” (2021): La paranoia del ‘otro’

Varios bosques rodean un lago en el sur de Chile. Se escucha el flujo del agua, aves cantando, los sonidos de la vida. Un velero cruza las espaciosas aguas, que parecieran no encontrar final. Dentro suyo, una familia adinerada, un padre y sus dos hijas, camino a su cabaña familiar. El padre rememora nostálgico las vacaciones de su familia en tal cabaña, mientras su hija, Teresa, le señala que las cosas no eran tan bellas como él las recordaba. Pero eso poco o nada le importa, para él ésta fue la cabaña de su padre, espacio en que compartía con los pescadores del área, al menos hasta que “los mapuches los ahuyentaron”. A lo lejos, si se presta atención, se puede escuchar como un cerdo es asesinado.

La embarcación se encuentra con un pequeño bote pesquero hundiéndose, su tripulación de tres hombres, pobres, de tez morena, gritando en busca de ayuda. El padre, ante las protestas de Teresa, decide abandonarles a su suerte mientras niega lo sucedido. Tras haber llegado a la cabaña, o lo que quedaba de ella, Teresa le confronta por lo que hizo, le tilda de cobarde. Con su orgullo herido, y más que dispuesto a probar que su hija está equivocada, él toma el velero y dirige a su familia a rescatar a los hombres. Cuando los encuentran, uno se halla desaparecido, los otros preguntándose dónde habrá ido. Las hijas se dan la tarea el encontrarle y asegurarse de que esté bien, mientras el padre intenta deshacerse de ellos.

Desde un inicio se nos deja más que claro que la película busca satirizar el comportamiento y las creencias de las sociedades de clase alta en Chile. No hay sutileza al respecto, por lo menos no de parte del guion. Ningún miembro de la familia sale ileso de estas críticas, pero es Ricardo (Alfredo Castro), el patriarca de la familia, el objetivo más claro de ellas. Un hombre en negación respecto a su vida, sus relaciones y su familia. Incapaz de admitir culpa, permite que las frustraciones de su inadaptación le carcoman por dentro hasta ser manifestadas en una rabia destructiva hacia todo quien asuma como responsable; en este caso, tanto Teresa (Consuelo Carreño) como los jóvenes que rescataron.

Puede que la película no sea sutil, pero tampoco tiene por qué serlo. Pues si en términos del guion, los protagonistas se nos presentan desde una distancia en la que podemos juzgar sus actos al ser espectadores del horror desatado. En lo que respecta al tratamiento audiovisual, sucede todo lo contrario. La película nos adentra en la subjetividad de Ricardo, de forma tal que sus sospechas no parezcan irracionales del todo. De forma tal que seamos cómplices dentro de su paranoia.

Con este propósito en mente, la película tiende a sumergirnos en la acción mediante una escala de planos más cerrada, centrada en la gestualidad de los personajes, que al ser acompañada por la musicalización de esta pieza, nos invita a interrogarnos lo que desconocemos sobre ellos, alimentando nuestra paranoia. De tal musicalización rescato el uso de instrumentales a un ritmo repetitivo para la sostenida construcción de la tensión, además de la sensación de encontrarnos en las profundidades, lejos de poder respirar.

Lo que pudieron haber sido pequeñas extrañezas, terminan resaltando como potenciales pistas de un misterio cuya verdad podría arriesgar el bienestar de su familia, algo que Ricardo no está dispuesto a que ocurra. El tratamiento, sin embargo, no sólo existe en relación a los personajes, sino además en diálogo con otro elemento, imperativo tanto dentro de la construcción de esta claustrofóbica atmósfera, como del punto final en lo que correspondería al desarrollo temático de esta película. El setting.

Al respecto existen dos tipos de espacios, aquellos que han sido construidos por el humano como aquellos que corresponden al mundo natural. Del primero, podemos señalar tanto la cabaña como el velero, construcciones simbólicas de la mentalidad, el status y las relaciones de Ricardo, su dueño.

En un inicio, la cabaña, una construcción cayéndose a pedazos por el paso del tiempo, sirve como representación tanto del estado de las relaciones familiares de Ricardo, al ausentarse de la crianza de sus hijas, como de su negación al respecto. Ricardo afirma una y otra vez que la cabaña está bien, que tuvieron buenas memorias allí y que tan solo necesita pequeñas renovaciones. El estado deplorable de ésta, un supuesto espacio hogareño, nos indica todo lo contrario. Más adelante, la cabaña llega a representar otro aspecto de su psique, la sensación de que está siendo invadido por lo indeseable.

La embarcación, por otro lado, es simbólica de su pérdida tanto de poder como control en el transcurso de la historia. Ricardo se ve a sí mismo como una especie de capitán de la nave, como patriarca de la familia, como quien toma las decisiones- pero nunca asume culpa por sus consecuencias. Imponiendo su voluntad por sobre la de sus hijas. Esto va cambiando poco a poco cuando los nuevos tripulantes se unen y el grupo le fuerza a seguir su voluntad. Un hombre desempoderado, Ricardo empieza a sentirse como un animal acorralado, ante lo que sus decisiones escalan en agresividad hasta el punto de no retorno.

Por buena parte de la película, los personajes se encuentran en la embarcación rodeados por lo que parecieran infinitas aguas, delimitadas meramente por los bosques que las encierran. Los bosques corresponden a un espacio propicio para historias de géneros como el folk horror, laberintos de la mente en el que perder tu camino significa perderte a ti mismo. Esta película, si bien no acontece dentro de los bosques, los utiliza para rodear la verdadera arena de la historia, el lago, de forma que signifique la falta de escape. La noción de que las fuerzas del mundo natural han determinado estos fatídicos encuentros.

En cuanto al lago, tanto su extensión como su profundidad parecieran infinitas. Las aguas, vacías en su extensión, aíslan a nuestros protagonistas dentro del diminuto velero. Los personajes, encerrados los unos con los otros, esperando su inevitable destino. Si los espacios artificiales hablan de nuestra relación con lo humano, los naturales expresan como el mundo natural nos determina. En este caso, cómo determina nuestra pequeñez e insignificancia. Profundo horror para el egocéntrico Ricardo.

“Inmersión” (Nicolás Postiglione, 2021) es una película concebida desde la contradicción. Un guion que nos presenta los pecados de su protagonista en todo su horror; un mundo y un tratamiento que ruegan hacernos cómplices de éstos. Para el final de la historia ha pasado un día. Todo ha cambiado para la tripulación del velero, mas aún la naturaleza a su alrededor permanece imperturbable. Todo cambia, nada cambia. Los horrores del ayer nada más que otro ciclo condenado a repetirse. La existencia de un “nosotros” implicando un “ellos”. Y mientras estemos atrapados juntos, cualquier aspiración a la paz… fuera de nuestro alcance.

 

 

“Inmersión” (Nicolás Postiglione, 2021) está disponible en Amazon Prime Video.

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