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“El efecto ladrillo” (2022): Coexistencias que nunca se encuentran

“Creo firmemente en la iniciativa privada”, dice Ramiro Urenda mientras maneja su BMW, en el trayecto de su casa en el lago a su casa en Santiago, sector oriente. También tiene un Mercedes Benz. Hace un tiempo vendió su empresa, su avión y otras lujosas posesiones en una suma significativa, lo cual le permitió dedicarse a la filantropía. Urenda es discípulo de la generación de economistas conocidos como los Chicago Boys y uno de los contribuyentes a “El ladrillo”, texto a partir del cual se edificó la Constitución de 1980 y que permite establecer en Chile el actual modelo económico. Tras el estallido social del 18 de octubre de 2019 y las brutales consecuencias económicas de la pandemia, el empresario reconoce que Chile es un país profundamente desigual y que en el texto propuesto por él y sus mentores, donde se solidifican las principales políticas económicas impulsadas por Pinochet, hay errores.

Por otro lado, Mariana San Martín es profesora y cuentacuentos de la comuna de La Cisterna, creció en el sur de Chile y trabaja desde los siete años, pudiendo acceder a una educación superior recién a la edad de 40. Desde el estallido y durante la pandemia se ha dedicado a proveer de bienes básicos a su empobrecida comunidad a través de ollas comunes, donaciones y sesiones de cuentos para niños, junto a su pareja. También trabaja en conjunto con Fabiola Campillai, actual senadora y víctima ocular del estallido, además de otros damnificados por la represión por parte de Carabineros y Fuerzas Armadas, abogando por justicia para víctimas de violaciones a Derechos Humanos. El documental sigue a los personajes desempeñándose en estas actividades y expone las reflexiones de ambos en torno al estallido. Si bien coinciden de manera tajante en señalar la desigualdad del país, lo que Ramiro plantea como “errores” en el modelo que la cimienta, Mariana reconoce como abusos.

“El efecto ladrillo” (2022) de los directores Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano es una película de dicotomías: riqueza y pobreza, privilegio y precariedad, filantropía y activismo. Los protagonistas corresponden a individuos que activamente buscan generar cambios en el país desde polos opuestos que, paradójicamente, dialogan. Al yuxtaponer estas dos realidades, contrastando imágenes de la comodidad absoluta con la pobreza aún más exacerbada durante la pandemia, el dúo detrás de “Chicago Boys” (2015) —una especie de precuela a “El efecto ladrillo”— explora estos dos universos diametralmente distintos que coexisten en nuestro país.

Ambos personajes son sujetos bienintencionados que proveen de una mirada crítica al sistema neoliberal cementado en la Carta Magna vigente desde sus respectivos contextos, la diferencia radica en que Urenda propone reformar el sistema del cual él y unos pocos han lucrado abundantemente y del cual continúan beneficiándose, mientras que San Martín lucha por desmantelarlo. El primero nos obliga a repensar, de la misma manera en que lo hace el personaje, nuestra relación con el consumismo y posible complicidad con los sistemas de opresión imperantes actualmente en el país. La segunda es un ejemplo admirable de resiliencia con el cual la gran mayoría de los chilenos y chilenas están familiarizados: relatos de supervivencia en un amplio sector de la sociedad altamente precarizado.

Son mundos que conviven, como plantea Carola Fuentes para Bío Bío, quien además señala que en La Ventana Cine no juzgan a sus personajes. Por ello, tanto a Urenda como a San Martín se les brinda la oportunidad de vocalizar sus ideas y compartir sus experiencias, haciendo uso activo de su palabra, proponiendo y participando de iniciativas, ya sea a nivel empresarial o comunitario.

Sería interesante ver a estos dos personajes dialogar cara a cara, pues difieren en varios aspectos; al fin y al cabo, Urenda y San Martín habitan el mundo y fundamentan su discurso político desde experiencias y calidades de vida radicalmente distintas. Sin embargo, la decisión de Fuentes y Valdeavellano de utilizar tramas paralelas genera un ejercicio curioso para el espectador: el de unir los puntos e interpretar ambos discursos para generar el diálogo desde su propia vivencia. “El efecto ladrillo” es una invitación a la reflexión colectiva, tanto sobre el pasado histórico del país, como sus pulsiones actuales y potenciales soluciones para el futuro.

 

 

“El efecto ladrillo” (Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano, 2022) se estrenó en salas chilenas el jueves 13 de octubre.

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