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“La Francisca, una juventud chilena” (2020): Los sismos no solo remecen la tierra

El 2 de septiembre se estrenó el filme chileno “La Francisca, una juventud chilena” (2020), opera prima de Rodrigo Litorriaga, en coproducción con Bélgica y Francia. Un retrato de la juventud chilena que no solo plasma las problemáticas sociales vividas en la actualidad, si no que los anhelos de libertad de una joven que quiere salir de su zona provincial para conocer más allá. El filme ahonda en la vida de Francisca (Javiera Gallardo), una intuitiva mujer de 19 años con una vida corriente en Tocopilla, norte grande de Chile. En su núcleo familiar la violencia está presente, sin embargo, el cariño innato por Diego (Aatos Flores), su hermano de 8 años diagnosticado con autismo, le hace resistir cada día. Un día, conoce al profesor de Diego (Francisco Ossa), quien, sin sospechar, producirá uno de los sismos más catastróficos de su vida.

Entre amplios paisajes y vistas aéreas de Tocopilla se instala la historia de Francisca, una genuina crítica social abordada desde la cotidianidad femenina que recorre amoríos, amistades, conflictos familiares, aventuras y un gran espíritu de valentía. El filme junto con mostrar la geografía y el entorno social periférico del norte, desde el desierto de Atacama hasta el océano Pacífico, representa a una generación inquieta que trae el peso de una clase socioeconómica baja, un conflicto social que se contrasta con lo poético de la narrativa. “La Francisca, una juventud chilena” describe y reflexiona sobre un sistema institucional roto que se vuelve hostil para la infancia latinoamericana, en donde se cruza una familia disfuncional y un establecimiento escolar que no está comprometido al cien por ciento con los niños y las niñas, volviéndoles en cualquier momento vulnerables por el abandono.

El largometraje retoma un lenguaje cinematográfico propio del nuevo cine chileno de los sesenta y setenta, el cual lograba representar con una áspera y a la vez dulce atmósfera la rudeza de la marginalidad, en donde sus personajes principales se demuestran fuertes ante una condición social difícil de escapar. Imposible recordar los trabajos de Silvio Caiozzi o de Raúl Ruiz al retratar —desde una ficción no muy alejada de la realidad— el subdesarrollo, con un discurso capaz de sensibilizar al espectador sin caer en la denuncia. Contando además con la participación de actores no profesionales capaces de hacer del cine y de esta película una ventana a la realidad.

“La Francisca, una juventud chilena” puede hacernos creer que tiene una línea argumentativa débil, al principio conocemos unos personajes que viven la banalidad de la cotidianidad. Sin embargo, aquella banalidad intranquila, por cierto, y, vista desde la carencia sistemática y la incompetencia familiar, va alimentando poco a poco la forma en la que la protagonista finalmente se desenvuelve. Se presenta una inestabilidad emocional entre momentos de alegría, aflicción y soledad que componen un destino inmerso en la incertidumbre, el cual de un momento a otro se retuerce sin vuelta atrás y del donde solo queda huir y desaparecer. En ese sentido, difícil hacer caso omiso de la existencia la obra, ya que plantea una premisa universal que impacta en mayor medida a los estratos bajos de la sociedad.

 

 

“La Francisca, una juventud chilena” (Rodrigo Litorriaga, 2020) estará disponible en la plataforma de Punto Ticket hasta el domingo 26 de septiembre.

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