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Cine en línea: Tres películas esenciales de Nicolás Pereda para conmemorar su natalicio

Un día como hoy, en 1982, nació en Ciudad de México el director y guionista Nicolás Pereda. Debido al desarrollo de experimentos híbridos que deambulan entre la ficción y el documental con el fin de evidenciar la idiosincrasia mexicana urbana y rural, este joven realizador méxico-canadiense se ha ganado un puesto importante en el circuito internacional de festivales, logrando exhibir sus obras en espacios clave como el Festival de Cannes, el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), y el Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICValdivia). Con motivo de celebrar su nacimiento, en Bitácora de Cine —y con el apoyo de Eyelet Media— les presentamos tres largometrajes dirigidos por Pereda que funcionan tanto como una introducción a su acercamiento narrativo, como un repaso a algunas de las obras más representativas de su filmografía.

 

“Juntos” (Nicolás Pereda, México, 2009)

Gabino (Lázaro Gabino), Luisa (Luisa Pardo), y Paco (Francisco Barreiro) viven en un pequeño departamento en Ciudad de México. No tienen agua fría, su refrigerador se descompuso y Junto, el perro pastor belga de Gabino, se perdió. Ante un clima repleto de incertidumbres, las tensiones entre los tres convivientes comienzan a crecer cada vez más. Protagonizada por Lázaro Gabino —quien también comandó “¿Dónde están sus historias?” (2007), ópera prima de Nicolás Pereda que rescatamos anteriormente en Cine en línea: Tres relatos que comienzan con una gran interrogante— y al igual que la gran mayoría de sus obras, las acciones vistas en “Juntos” se develan como una especie de oda al cotidiano, en donde tres personajes conviven dentro de un espacio —mayormente— cerrado que determina sus acciones, pero que no necesariamente les invita a compartir; sólo son personas que se pierden tratando de encontrar a otras. A pesar de haber sido filmada hace más de una década, es imposible no ver este largometraje sin remitirse a la contingencia sanitaria que nos afecta: vivencias en donde se revaloriza lo rutinario, roces entre nuestros cercanos, y narrativas limitadas a lo que sucede dentro de cuatro paredes, en donde cuesta mucho permanecer juntos.

 

“Perpetuum Mobile” (Nicolás Pereda, México, 2009)

Estrenada el mismo año que “Juntos”, este largometraje sigue la línea de la película anterior de Pereda, invitando a contemplar el paso del tiempo, enfocándose en situaciones rutinarias del diario de vivir de un grupo de personajes que incluye —pero no se limitan a— una abuelita ad portas de la muerte, dos colegas que realizan servicios de mudanza, y la aproblemada madre de uno de ellos. La historia se enfoca en Gabino (Lázaro Gabino), un joven que conduce un camión de mudanzas y que vive con su madre, Teresa (Teresa Sánchez), con quien tiene una relación algo distante. A él le gustaría escalar en la “pirámide social” y a ella le gustaría que Gabino fuera como Miguel, su hijo mayor, quien nunca los visita. Desarrollada por medio de una serie de viñetas, “Perpetuum Mobile” se enfoca en la intimidad y el ahora, el lugar que ocupamos en la vida de los demás, y qué es lo que permanece de nosotros una vez que ya no estamos.

 

“Minotauro” (Nicolás Pereda, México y Canadá, 2015)

Lázaro Gabino se repite el plato una vez más como el protagonista y, esta vez, lo primero que vemos de él es un sueño. En comparación a las otras películas de esta programación virtual, “Minotauro” es la película más onírica de Nicolás Pereda, desarrollándose entre lecturas, lectores y artistas que, dentro de su cotidiano, priorizan caer en los brazos de Morfeo ante cualquier cosa. Una vez más, el director méxico-canadiense nos invita a reflexionar sobre lo cotidiano y el paso natural del tiempo, invitando al espectador a reposar la mirada en una serie de momentos caracterizados por la ausencia de diálogo y una delicada dirección de fotografía, quizás la más elegante en lo que respecta a su filmografía. El simple hecho que esta historia comience con el protagonista tomando una siesta en su escritorio podría indicar que gran parte de la obra no fue más que un sueño… o una pesadilla, dependiendo a quién se le pregunte.

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