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Días perfectos

“Días perfectos” (2023): Mitología de una ciudad

En 1985, Wim Wenders estrenó un documental titulado “Tokyo-Ga”, en el cual viaja a la capital japonesa en busca de vestigios de la obra del ya fallecido director japonés Yasujiro Ozu. En su bitácora de viaje, el director reflexiona en torno a la pérdida de aquellas imágenes de un mundo amable y ordenado articulada por Ozu en su filmografía. Expresando su nostalgia por esta mitología que se desvanece, Wenders añora aquella singular mirada, capaz de crear orden en un mundo desordenado. 38 años después, “Días perfectos” (2023) parece materializar esta búsqueda.

Centrada en la vida cotidiana de un limpiador de baños públicos, el cineasta alemán se instala en Tokio en un ejercicio de silencio y ritmo hipnotizante. Similar a algunas de sus obras más reconocidas como “Paris, Texas” (1984) o “Las alas del deseo” (1987), a pesar de sus diferencias formales, se produce una exploración y homenaje al espacio a partir de lo mundano, accediendo a reflexiones existenciales en torno la naturaleza humana a partir de idiosincrasias específicas.

Con una duración de un poco más de dos horas, la película posee una estructura sumamente simple, anclada en la repetición de una rutina interrumpida ocasionalmente por factores externos, personajes que obligan al protagonista a modificar su modus operandi, pero que abren la puerta a experimentar nuevas maravillas cotidianas. El baño en sí constituye un espacio transversal y vulnerable; más específicamente, el baño público genera encuentros en una sociedad cada vez más individualizada.

Koji Yakusho obtuvo el Premio a Mejor Actor en el Festival de Cannes interpretando a Hirayama, un hombre de mediana edad que a simple vista parece estar satisfecho con su modesto estilo de vida. No es hasta casi el final que vemos un quiebre en su silencioso pero plácido desplante. Esta disposición levanta una interrogante interesante: por un lado, podemos entender a Hirayama como un no-héroe, una figura carente de metas concretas, sin un motivo que movilice la historia más allá de la rutina.

Al mismo tiempo, quizás por la presentación algo idealizada de la vida de este hombre de clase trabajadora, su rol lo convierte en una pieza esencial en el mantenimiento del status quo. Incluso entendida desde esta dualidad, es innegable la sensibilidad con que Wenders aborda la cotidianidad y reconoce la belleza que se desborda de lo ordinario.

Días perfectos

Koji Yakusho es Hariyama en “Días perfectos”. Fotografía: Jogja-Netpac Asian Film Festival.

Profundamente poética, el recurso de la repetición fluye a través de una fotografía que busca (literal y figurativamente) nuevas formas de mirar siempre lo mismo y encontrar no lo nuevo, sino lo imperceptible, haciendo uso de una variedad de valores de plano e incorporando secuencias oníricas para separar el día y la noche. Adicionalmente, como fotógrafo amateur, Hirayama nos da acceso a su propio lente y punto de vista, el cual se sostiene en el acto de mirar hacia arriba: el cielo es un importante punto focal, incluso más que la ciudad en sí.

Cada vez que el protagonista sale de su casa, inclina su cabeza hacia arriba de forma automática, agradecido por cada nuevo amanecer. Sus fotografías tienden a ser contrapicados de las copas de los árboles, los cuales, como señala su sobrina, son las únicas amistades en la solitaria vida del protagonista.

Para acentuar la sensación de comodidad que el personaje experimenta en una ciudad (o una versión de esta) que se encuentra en extinción, se utilizan los cassettes como implante para incorporar una magnífica banda sonora que alterna entre lo intra y extradiegético. Con artistas como Patti Smith, The Velvet Underground y Lou Reed, se hace alusión a una generación ya perdida, tiñendo el momento de una nostalgia evocada por el director en Tokyo-Ga y en las películas de Ozu.

Si bien “Días perfectos” se presenta casi hasta el final como un relato más bien optimista, la melancolía subyacente en la filmografía de Wenders reaparece al final y culmina en un extenso primer plano en que Hirayama conduce su camión escuchando “Feeling Good” de Nina Simone.

La decisión de mantenerse en este plano, encarando a este personaje que ríe y llora, que se va rompiendo movido por el peso de la canción y su existencia, obliga al espectador a interpretar su flujo de conciencia. Es una expresión difícil de leer porque de alguna manera lo encapsula todo: la decepción y la alegría de vivir, el deseo imposible de un orden que lo cure todo.

“Días perfectos” se estrenó en el Festival de Cannes en 2023, está en cartelera de cines chilenos y pronto entrará al catálogo de MUBI.

¡Revisa el trailer de “Días perfectos”!

Comments

  • 26/03/2024
    Monica l

    Me gustó mucho Días perfectos,la nostalgia y la belleza y paz de lo cotidiano,en un mundo adverso que consideraríamos fracasado.

    reply

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