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Embryo Larva Butterfly

“Embryo Larva Butterfly” (2023): La naturaleza del ingenio

El ingenio de “Embryo Larva Butterfly” tienta a verla, mínimo, una segunda vez. En su mundo hay dos tiempos: el arbitrario y el lineal. Mientras este es el que todos vivimos durante el día a día en la realidad efectiva, aquel impone múltiples distancias temporales entre una jornada y la siguiente. El calendario abarca aquí nueve días fluctuantes entre 2005 y 2037.

Tal decisión desata reflexiones íntimas y graciosas. La naturaleza del destino está puesta en el misterio de la sala de cine para trasladarnos a otros lugares –es así como los personajes resguardan su memoria y viajan al mundo lineal–. Por su parte, la plasticidad geométrica en los planos recuerda a películas de ciencia ficción donde lo que está en riesgo es la intimidad como la forma más importante de conocer lo humano.

En ese sentido, viendo transcurrir estos días tan cronológicamente lejanos entre sí aunque narrativamente consecutivos es inevitable, por momentos, recordar “Children of Men” (2006) de Alfonso Cuarón, o “Chico ventana también quisiera tener un submarino” (2020) de Álex Piperno. En las tres la ciencia ficción está camuflada con lo cotidiano. 

En esta ocasión hay menos distopía que en la primera mencionada. Como ejemplo, la gestación de la pareja protagónica ofrece más alternativas inmediatas que el embarazo de Kee. Jugando con las indecisiones de la pareja, Kyros Papavassiliou simboliza lo maternal y lo espacial en verdes, azules, mostazas, bordó y curvas dentro del plano. La circularidad en la obra de Cuarón estaba sobre todo en los desplazamientos de la cámara.

A la par el amor, el cansancio y la tristeza de los protagonistas conjuga, entre líneas perpendiculares y verticales, el desconcierto de lo simultáneo. En este aprovechamiento de las geometrías en la imagen, manteniendo la sensibilidad emotiva y el absurdo de la historia, se relaciona en detalle aquella obra de Piperno con esta del realizador chipriota, abriendo una generosa oportunidad de análisis.

Lo memorable de “Embryo Larva Butterfly”, además de su fuerte carga creativa –una mujer que traduce el silencio de humanos y árboles, el Ministro del Tiempo Perdido intentando burlar lo que la vida dicta– y aun con escenas donde la dirección de actores nos hace interrogar el excesivo parpadeo de los rostros; es que sabe precisar el horror de vivir la linealidad y arbitrariedad temporal. Una es tan dura como la otra. El montaje de Giannis Chialkadikis explora esto con cortes recurrentes. Hay planos que, con menos de cinco segundos de duración, narran algo importante. 

Todo esto reconstruye desde la gracia y la angustia cómo vivimos los humanos. La propuesta minuciosa de Chialkadikis resalta los matices en la dirección fotográfica de Thodoros Mihopoulos y las consecuencias narrativas, hasta existenciales, sobre la inasible complejidad del tiempo. El diseño de producción de Constantina Andreou metaforiza la certeza de que pasado, presente y futuro de cada vida en la Tierra se manifiestan en cada lugar.

“Embryo Larva Butterfly” es parte de la Competencia Internacional del 64º Thessaloniki International Film Festival (TIFF) en Grecia, el cual se está desarrollando desde el 2 hasta el 12 de noviembre.

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