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La Memoria Infinita (2023): La rebeldía de recordar

“La memoria sigue prohibida, pero este libro es porfiado”. Estas son las palabras que Augusto Góngora dedicó a su esposa, Paulina Urrutia, tras la publicación de su primer libro. Décadas más tarde, Paulina le leería esta misma dedicatoria a su esposo, cuyo Alzheimer le ha arrebatado el recuerdo de su relación con su familia, su casa, pertenencias y con su país.

La Memoria Infinita (2023) comienza fuera de foco. Una mujer se sienta junto a un hombre acostado en su cama, y procede a relatarle una vida juntos. Como público, nos vamos familiarizando con esta intimidad al mismo tiempo que Augusto, oyendo las dulces palabras de Paulina, teñidas de una nostalgia y un cariño que te envuelven en la oscuridad de la sala de cine.

El documental se articula a partir de material de archivo y registro (tanto de la directora como de Paulina) de la vida conyugal en la medida que avanza la enfermedad y el deterioro cognitivo de Augusto. La confluencia de estos códigos hace de La Memoria Infinita uno de los proyectos menos intervenidos por la mano de Alberdi, reconocida por instalar gatillantes narrativos en su cine. Ya sea por la dificultad de grabar en medio de una pandemia ―lo cual resultó en Paulina haciendo de camarógrafa una gran parte del relato― o debido al nivel de intimidad al que accedemos a través de este registro, la presencia de la directora es sutil, aunque indiscutible.

Al igual que La Once (2014), Yo no soy de aquí (2016), Los Niños (2016) y El Agente Topo (2020), existe una fascinación por el paso del tiempo y la edad como rasgo identitario y espacio de exploración cinematográfica. Este documental se enfoca particularmente en el acto de recordar como un ejercicio de resistencia: individual, romántica y filial, pero también colectiva, comunitaria y política. La porfía que Augusto Góngora atribuye a su escritura es transversal a nuestro proceso histórico; la magnitud de esta historia se proyecta desde la intimidad de una pareja al diálogo con el pasado, presente y futuro chileno.

El último proyecto de Alberdi se despliega con paciencia y delicadeza, transformando esta búsqueda universal de sentido en una épica cotidiana. La lealtad y dedicación de Paulina también son un tipo de porfía; vigorosa rebeldía ante la inminencia de la pérdida. En su afán por inmortalizar lo pasajero, la directora nos recuerda que documentar es recordar, es tantear el espacio, inevitablemente alterado con el paso del tiempo. En ese sentido, el título de la obra apela directamente a la trascendencia: una memoria infinita es una memoria colectiva, una comunidad de micromundos atravesados por una historia común.

Con un debut internacional en Sundance, recibiendo el Gran Premio del Jurado como Mejor Documental. Posteriormente, ha participado en más de 50 festivales acumulando nominaciones, galardones y buenas críticas. “La memoria infinita”  se encuentra disponible en salas de cine desde el día 24 de agosto distribuida por Market Chile. Del mismo modo, la cinta representará a Chile en los Premios Goya.

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