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The Fabelmans (2022): Sueños inolvidables

Es enero, 1952. Un padre y madre intentan calmar los temores de su pequeño hijo antes de llevarlo al cine por primera vez. El padre, un ingeniero eléctrico, explica el funcionamiento del proyector a su hijo, le hace entender que la película es imaginaria, incapaz de herirle. La madre, una pianista, expresa que las películas son sueños, sueños que no se olvidan. La película es The Greatest Show on Earth (DeMille, 1952). En ella, un ferrocarril se estrella y descarrila. Sammy Fabelman (Mateo Zoryan), hijo de técnico y de artista, sueña con el ferrocarril.

Es 1958, un niño de 12 años, hijo de técnico y de artista, filma su primer corto con la cámara de su padre. El choque de un ferrocarril de juguete. Su nombre es Steven Spielberg.

Años después de estrellar ferrocarriles, en la oscuridad de su habitación, el joven cineasta Sam Fabelman (Gabriel LaBelle) edita, a pedido de su padre, los registros de un camping familiar. En la soledad del montaje, descubre que su madre está enamorada del mejor amigo de su padre. Mientras tanto, en la sala de estar, Mitzi Fabelman (Michelle Williams), matriarca de la familia, toca en su piano una pieza del compositor Alessandro Marcello ante la admiración de su afectuoso marido, su mejor audiencia, Burt Fabelman (Paul Dano).

El tiempo ha dejado atrás los años cincuenta. Steven Spielberg, joven cineasta de 16 años, descubre el secreto de su madre, Leah Posner, a través de los registros que él mismo ha grabado.

Sam Fabelman dirige el corto de guerra Escape to Nowhere, cuyos momentos finales presentan un soldado quebrado por la culpa de la muerte de su pelotón, su familia. Su madre disfruta del corto emocionada. A su derecha, su marido, el hombre que ella admira, a su izquierda, Bennie (Seth Rogen), su amigo, el hombre que ama.

Décadas después de realizar Escape to Nowhere (1961), su director, Steven Spielberg, solidifica dentro de su filmografía motivos recurrentes de separación y desilusión en la familia. Una figura resulta prominente, la del padre que ha fallado a sus hijos. Motivos que le son pertinentes a su propia historia familiar.

Después de que su esposa aceptara mudarse, Burt Fabelman (Paul Dano) traslada a su familia a California. Un nuevo empleo, una nueva vida, lejos de Arizona, lejos de Bennie. Es 1964, Arnold Spielberg traslada su familia a Los Gatos, California. Su hijo Steven, es víctima de violencia racial por sus propios pares, por lo que empieza a renegar sus raíces judías como método de sobrevivencia.

Sam Fabelman, enfurecido ante la pasividad de su padre, sugiere que la verdadera razón detrás de la mudanza es su cobardía, su intento de escapar los problemas que acongojan su matrimonio. Todos en la familia son miserables, Sam señala, todos menos él. En lo profundo de la noche, el joven Spielberg escucha a sus padres discutir. A paso silente, el joven baja las escaleras hasta el origen de los sonidos. Es allí, en la cocina de su hogar, que descubre a su padre sollozando en el regazo de su madre, mientras ella le sostiene. El joven Spielberg, incapaz de explicar lo que está presenciando, le grita una vez tras otra Crybaby! Crybaby! You… crybaby!

Poco tiempo después, los Fabelmans anuncian su divorcio a sus hijos. Cuando una de sus hijas intenta culpar a su madre de lo sucedido, Burt Fabelman miente, asegurándole que el divorcio fue su idea. Que todo esto fue su culpa.

El joven Spielberg resintió en silencio a su padre por años. Con el tiempo se distanciaron. Para que pudieran reconectar, alrededor de quince años habrían pasado. Su padre visitaba los sets de sus películas frecuentemente. En vida, le dedicó Saving Private Ryan (1998), una historia que retrataba sus experiencias como veterano de la Segunda Guerra Mundial. En muerte, West Side Story (2021), la nueva versión de un musical que amaba.

A través de su filmografía, Steven Spielberg ha explorado mediante las herramientas del género y la metáfora sus complicados sentimientos respecto a las vivencias de su familia durante su juventud. Sus héroes tienden a ser los niños de estas familias en desilusión, forzados a enfrentar los desafíos de la adultez desde una temprana edad, mientras contienden con sus sentimientos al respecto. En E.T The Extra-terrestrial (1982), nuestro protagonista Elliot (Henry Thomas) es un hijo de padres divorciados, quien vive en los suburbios junto a su madre. Allí se encuentra con un alienígena que fue separado de los suyos y busca regresar a su hogar. El alíen, por admisión propia de Spielberg, está inspirado en una criatura imaginaria que le servía de compañía mientras procesaba el divorcio de sus padres. Para el final de la historia, Elliot se despide de su amigo, y acepta que no importa la distancia que los aleje, ellos siempre se van a conocer el uno al otro, siempre van a estar en sus memorias. En Hook (1991), un envejecido Peter Pan (Robin Williams) tiene que retornar a Neverland y recuperar su memoria para rescatar a sus niños de las garras del Capitán Hook (Dustin Hoffman). Esto, tras haber decepcionado a su hijo mayor, al haber privilegiado los deberes de su trabajo por sobre los de su familia. Spielberg solía recordar a su padre como un hombre de su trabajo. Dos años antes del estreno de Hook, el director se habría divorciado. En A.I. Artificial Intelligence (2001), David (Haley Joel Osment) es el prototipo de un niño-androide diseñado para amar. Cuando su adolorida madre lo abandona, ella se disculpa por no advertirle sobre el mundo. Es el amor que le guarda hacia ella el que lo impulsa en una misión que lo llevará al final de los tiempos.

Es así como el motivo se reitera una y otra vez a través de sus obras. Indiana Jones (Harrison Ford) es un hombre de un pasado complicado con su padre. Jurassic Park (1993) es una película en que el protagonista abraza el deseo de volverse uno. En The Terminal (2004), la verdad detrás de la testarudez del protagonista es su misión de satisfacer los deseos de su difunto padre. En ese sentido, la realización de The Fabelmans (2022) resultaba una inevitabilidad. El subtexto emocional que ha permeado buena parte de la filmografía del director define el texto de esta última entrega. Una obra semi-autobiográfica en que Sam Fabelman sirve como el stand-in del joven Steven Spielberg.

The Fabelmans es una película que nos presenta una situación imposible, no porque ocurra en mundos de ciencia ficción o fantasía, sino porque supone un problema del que no hay escape ni respuesta correcta ¿Cómo podemos lidiar con el quiebre de nuestra familia? ¿La falencia de nuestros protectores? ¿Con lo que está más allá de arreglo alguno? Como tal, no sería de otra forma sino que la película estuviera permeada por sentimientos de vergüenza, arrepentimiento, pequeñez, culpa y melancolía. Sin embargo, lo que hace de la película honesta es su sentido de compasión hacia estas imperfectas figuras. The Fabelmans es una gran película porque entiende que para que una pérdida sea genuina, así lo debe ser su amor. Como muchos sabemos hasta cierto grado u otro, nuestro arrepentimiento no solo proviene de las acciones que hemos tomado, sino también de las que fallamos en tomar. Lo que nos resulta claro cuando hablamos de Burt y Mitzi Fabelman.

Mitzi es una pianista prodigio, una mujer con un espíritu creativo afín a las artes, llamado que decidió abandonar para criar a su familia. Michelle Williams la interpreta como una mujer rebosante de vida y energía, contagiosa entre sus niños, a quienes inspiraba a soñar. Burt es un ingeniero considerado un genio entre sus pares, su trabajo es su pasión, trabajo por el que traslada a su familia de New Jersey a Arizona, y de Arizona a California. Paul Dano nos ofrece a un hombre de voz suave y expresión afable, que se apasiona al hablar de su trabajo y cuyos ojos rebosan en cariño hacia su familia. Mitzi se enamora del mejor amigo de Burt, Bennie. Por lo que acepta trasladarse a California en un intento de priorizar el bien de su familia por sobre su amor a éste. Williams interpreta a Mitzi como una mujer cada vez más cerca del quiebre, sus movimientos pierden la gracia y fluidez de su pasado, en intentos de aparentar control, pero que no pueden evitar revelar su fracaso. Incapaz de sacrificar su propia felicidad por la normalidad de la familia suburbana, decide que el matrimonio llegue a su fin. Burt, siempre enamorado de la cada vez más distante Mitzi, decide llevar su familia a California para escapar de sus problemas en Arizona. Dano interpreta su personaje como un hombre cada vez más desesperado por demostrar que su matrimonio puede ser feliz, nunca es esto más claro que en la última mudanza de los Fabelman, cuando Burt performa frente a la cámara de su hijo lo excitante que es su nuevo hogar. Pero no importa cuanto lo intente, sus ojos revelan las penas de un hombre derrotado. En un intento de proteger a la mujer que ama, él asume la culpa del divorcio frente a sus hijos. Mitzi decide regresar a Arizona, donde vive feliz junto a Bennie y sus hijas. Burt, envuelto en un aire de melancolía, permanece en California junto a su hijo Sam.

Sam Fabelman, único varón de la familia, hijo mayor y aficionado del cine, es un joven dividido entre el perseguir sus sueños y el resguardar el bienestar de su familia. Su tío abuelo le advertía que su arte lo va a separar de su familia. ¿Puede permitirse él tal egoísmo?  Al final, Sam comparte una última escena con cada uno de sus progenitores. Es en estas conversaciones, que ambos padres se expresan desde su experiencia, desde sus arrepentimientos. Su madre le habla como una persona que dejó de lado sus sueños por otros. Para tiempo después tomar una decisión, que si bien puede considerarse egoísta, resultó necesaria para sentirse satisfecha con su vida. En su escena final, Mitzi es una mujer adolorida por los errores de su pasado, pero inspirada por las posibilidades de su futuro. Su padre le conversa como un hombre que lo dió todo por su llamado, que vivió su sueño. Para tiempo después, sacrificar su propia felicidad en pos del bien de la persona que ama. Burt es un hombre entristecido, que jamás ha de perder el afecto en su mirada. En estas conversaciones, ambos le aconsejan perseguir sus sueños, pues ninguno quiere que su hijo sufra lo que ellos tuvieron que sufrir.

Es en la escena que comparten padre e hijo, la que se asemeja a una despedida, en que el sentido de melancolía dentro del corazón de la película llega a ser más palpable que nunca. Encuentro necesario hablar en detalle sobre ella para examinar tal corazón.

La escena comienza con Sam Fabelman llegando con un ataque de pánico al departamento que comparte con su ahora divorciado padre. El espacio presenta tres principales capas de profundidad a través de las que se desplaza el actor. La entrada en lo más profundo, el comedor al medio y la cocina en primer plano. Llamó la atención de esto por la diferenciación en los colores e iluminación entre estas capas, en particular, entre la cocina y las demás. A la entrada y el comedor les corresponde una iluminación neutra, en que los marrones son dominantes. En la cocina, en cambio, domina la iluminación fría, los azules. A través de la historia, la paleta de colores se expresa dentro de estos márgenes. Es una herramienta bastante funcional, como reflejo tanto de las relaciones entre personajes, si hablamos en términos de vestuario, como de los humores más predominantes, si hablamos en términos de diseño de producción y fotografía. Pero es en esta escena donde el color de la imagen presentada es dramatizado con fines más temáticos. Después de todo, si café es el color de Burt, entonces azul es el color de Mitzi.

En la primera escena del film, tanto Mitzi como Bennie utilizan tonos marrones en su vestimenta, un intento de reflejar el sentido de comunión de la pareja. Las secuencias iniciales son iluminadas principalmente en tonos fríos, estas son las escenas en que Mitzi le introduce a Sam su llamado, la realización de películas. Tanto la llegada a Arizona como a California son presentadas mediante colores cálidos, desérticos, en los que irrumpe el carro azul de la familia. Es la voluntad de Burt, después de todo. En cambio, cuando Bennie esté presente, siempre viste de algún elemento azul. Los registros del campamento nos presentan a Burt vestido en sus clásicos marrones, mientras tanto Mitzi como Burt visten pantalones azules, de la misma saturación.

Sam Fabelman llega al departamento que comparte con su padre, padeciendo un ataque de pánico. Su padre camina por el comedor, entrando a la cocina. Donde se da cuenta que su hijo está sufriendo el ataque, ante lo que comienza a preparar un té. En la entrada de la cocina, Sam admite sentir que está colapsando, que teme fallarle a su padre, quien desea que obtenga un título universitario. Dice haber enviado carta tras carta a varios estudios, con la esperanza de que lo pongan a trabajar en películas o televisión. Expresa sentir que su vida está yendo tan rápido, pero no va a ningún lugar. Su padre le coloca el té sobre la mesa, le indica que se concentre en beber, que eso lo va a calmar. Le entrega unas cartas, quizás haya respuesta de algún estudio. Sammy abre una carta, son fotos de su madre en una fiesta del barrio. Se las entrega a su padre para que las vea. Burt Fabelman sonríe afablemente ante la primera foto. Pasa a la siguiente, una imagen de Mitzi junto a Bennie. La expresión en su rostro empieza a cambiar, y mientras cambia, una melodía comienza a sonar. Por un instante, Burt se desarma, adolorido. Luego, pareciera como si empezara a rememorar algo. La melodía, The Letter (John Williams), tiene la cualidad de un embrujo y de su encanto. Burt torna su mirada hacia arriba, perdida en los recuerdos del pasado, la mirada de alguien hipnotizado por la belleza de una memoria, como una polilla lo es ante la luz. La melodía nos es reminiscente de otra composición, una escena de belleza espectral, su nombre es Mitzi’s Dance.

La noche del campamento, Burt le señala a su mejor amigo Bennie, que no aceptará su nueva oferta laboral a menos que así lo desee su esposa, en tanto implicaría trasladar a su familia a California. Mitzi sale de su tienda para hablar de las maravillas de Arizona, declarando que nunca la abandonará, ni Arizona a ella. Mientras habla, una melancólica composición da su inicio. Ella le da un beso a su marido, cuya mirada se encuentra entristecida. Pues ese trabajo es su sueño, uno que tendrá que sacrificar por su familia. Mitzi empieza una lenta, elegante y cautivante danza. Cuando se prenden los focos del vehículo detrás suyo, luce como un fantasma, proyectando su sombra sobre su expectante audiencia. Los hombres que la aman. Sombras y fantasmas son un motivo recurrente dentro de esta película. Un recuerdo del pasado distante, pero siempre presente. De aquello que hemos perdido, pero siempre recordaremos. Para Spielberg, la pantalla corresponde al espacio en que estas sombras se permiten danzar. El Reino de las Sombras de Gorki jamás nos abandonó.

Estas meditaciones sobre el paso del tiempo, la manipulación, verdad y fantasmagoría del cine permean la película desde sus minutos iniciales, en que se nos presenta al cine tanto como la técnica de lo imaginario, como de ensueños inolvidables. En ese sentido, esta es una de las películas más reflexivas del director, que al ficcionalizar su propia vida, nubla los ya nebulosos límites entre fantasía y realidad. Es a través de la manipulación de su registro del campamento que Sammy descubre la verdad. Es la ralentización de los fotogramas lo que revela los afectos entre Bennie y su madre, el enamoramiento en sus ojos. Es la misma ralentización, en el estreno del último hogar de la familia Fabelman, la que nos fuerza a confrontar como audiencia la tristeza en esos mismos ojos.

Mientras sus padres le anuncian el divorcio a sus hermanas, quienes se encuentran sentadas en un sillón, Sam Fabelman presencia la escena desde las escaleras. Su madre le dirige una triste mirada cómplice. Sammy no puede hacer nada para cambiar las circunstancias, así que permanece inmóvil, un espectador de algo fuera de su control. El tratamiento fotográfico de la escena cambia, ahora la cámara es handheld, sugiriendo la presencia de alguien detrás del dispositivo. Sammy mira al espejo para descubrirse a sí mismo filmando la escena del quiebre de su familia.

Cuando el joven cineasta estrena Ditch Day en su preparatoria, Logan Hall (Sam Rechner), uno de sus bullies (Matones), entra en una crisis nerviosa por la disonancia entre su percepción de la adorada persona en pantalla versus su humano, imperfecto ser.

Tras haber llamado a su padre un cobarde, Sammy sostiene su mano contra la luz de la ventana, su sombra se proyecta sobre la pared de la misma forma en que imágenes se proyectan en los cines.

Es así como retornamos al patriarca de los Fabelmans, un hombre hipnotizado por la belleza del pasado, por la danza de alguien cuyo único rol en su presente es el de una memoria. Es así como regresamos a su sombra, proyectada en la blanca pared. Un recordatorio de que tal y como la sombra es una proyección de Fabelman, el mismo Fabelman es una sombra de Arnold Spielberg, padre de Steven, fallecido dos años antes del estreno de esta película. Cuando Burt regresa a sí mismo, él toma las cartas de la mesa, como si estuviera atemorizado que pudieran alejarlo de su hijo, y se sumerge en el frío de la cocina, en las memorias de sus errores. Le dice a su hijo que si así lo desea no tiene porqué continuar en la universidad. Por unos instantes se pregunta a sí mismo si debió haber detenido esta obsesión por el cine cuando pudo. Pero eso ya no importa, mientras camina hacia el comedor, le reconforta saber que Sam va a luchar por hacer de su llamado una realidad, tal y como él lo hizo en el pasado. Sam se encuentra inseguro al respecto, no quiere distanciarse de su familia como sus padres se distanciaron el uno del otro. No quiere que su llamado lo separe de su padre. Es entonces, que tal y como E.T. le aseguró a Elliot que siempre permanecerá en sus memorias, que Burt Fabelman le asegura a su hijo que ellos siempre se van a conocer el uno al otro.

Al final de su historia, Sam Fabelman, hijo de técnico y de artista, comparte una última escena con cada uno de sus progenitores. En el encuentro con su madre, ella finalmente haya paz en su decisión mediante el perdón de su hijo. Leah Adler, madre de Steven, era una mujer arrepentida por el dolor que le causó a su familia. En el encuentro que comparte con su padre, éste finalmente le ofrece apoyo en su llamado artístico, pero, más allá de ello, le asegura que siempre se van a conocer el uno al otro. Arnold Spielberg, padre de Steven, fue distanciado de su hijo por quince años.

Si estas escenas se sienten como una despedida, considero que efectivamente lo son. The Fabelmans es el último regalo de un niño a sus padres, la liberación de sus memorias de toda culpa, de todo arrepentimiento. Para que así estas sombras puedan danzar el resto de los días dentro de la gran pantalla.

The Fabelmans (2022) se encuentra disponible en salas de cine y compite en 7 categorías de los premios Oscar, incluyendo mejor dirección y mejor película.

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