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La Ballena (2022): Autodestrucción y redención

Existen autores en el cine, que su mera pronunciación nos posicionan ante ciertas características artísticas en su obra. Probablemente, Darren Aronofsky sea uno de esos directores, especialmente si consideramos sus cintas Requiem por un sueño (2000), El cisne negro (2010) o Madre (2017) por mencionar algunas. Considerando este antecedente, me parece necesario para este visionado señalar que su última cinta, La Ballena (2022), se aleja en parte de esas tendencias.

La Ballena (2022) nos presenta a Charlie (Brendan Fraser) un profesor de escritura de clases a distancia, solitario y aislado, que enfrenta un complejo severo de obesidad mórbida causado desde un duelo. Ante el riesgo real de fallecer, busca la redención y el perdón de su hija Ellie (Sadie Sink) de quien se alejó hace algunos años.

La aproximación de la muerte opera como gatillante y comienzo del relato. Lo que ofrece un arco en que la agonía se posiciona como escenario, esto se fortalece con la mención explícita en pantalla al día a día, marco temporal en que sucede la película. Una especie de cuenta regresiva que releva el tiempo que se acaba.

La cinta se basa en la obra teatral del mismo nombre del autor Samuel D. Hunter, quien opera como guionista también en la cinta. Este aspecto se manifiesta con fuerza e intensidad en los diálogos de los distintos personajes. Sin duda el aspecto más sólido de la película y que se evidencia en que 2 de sus 3 nominaciones a los premios Óscar son en las categorías de interpretación. Brendan Fraser nominado a mejor actor principal y Hong Chau nominada a mejor actriz de reparto. 

La cinta cuenta de hecho solo con 5 roles que se encuentran principalmente en el hogar de Charlie. El espacio reducido y en penumbras intensifica el agobio y el sentido de urgencia. Los diálogos, principalmente interpelaciones, movilizan diversidad de emociones en las dimensiones del conflicto. Así reconocemos a Liz, quien aporta capas de carisma, gracia y una humanidad desesperada por conservar la vida de Charlie. Por otro lado, tenemos a Ellie, quien se resiste a Charlie, increpándolo por abandonarla. Una justa dosis de ira que vuelve ambiguo el modo en que empatizamos con el protagonista.

La articulación de estos elementos, nos ofrece una nueva cinta en que vemos algunos de los rasgos diferenciadores de la productora A24, indagando en crisis personales y el fracaso de la humanidad ¿Qué hacer cuando descubrimos que todo está perdido? ¿Cómo nos preparamos para morir? Así, Aronofsky ofrece un relato de relaciones rotas, duelos y búsqueda de redención.

Tal vez el aspecto más controversial es el modo en que se proyecta la miseria humana y la nebulosa en el tratamiento de la obesidad mórbida presente en Charlie. Por momentos, morbosa y voyerista. Un vaivén entre empatía y repulsión, en que, al parecer, la cálida interpretación de Fraser, decanta la balanza para no perder el foco en que se encuentra el protagonista en búsqueda de perdón. Lo que ofrece un cierre iluminador ante la oscuridad y confusión presente en el resto de la cinta.

La Ballena se estrenó el pasado 2 de marzo en salas de cine y compite en 3 categorías en los premios Oscar, destacando la nominación de Brendan Fraser como Mejor actor principal.

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